lunes, 30 de septiembre de 2013

Somos iguales, somos diferentes


Hay una igualdad básica entre todos los seres humanos, más allá de la raza, la nacionalidad, el color, la religión, la edad, la condición social, la ideología, el nivel de instrucción, el ser hombre, el ser mujer,...

Esa igualdad es ontológica, es el ser en sí mismo, el ser que sabe que es, y que se da cuenta de su propia existencia... 

Esa igualdad se refiere a nuestra dignidad humana, ese valor especial que tenemos y que nos distingue de las demás criaturas.




Nuestra autoconciencia de existir, y de morir; nuestra libertad para elegir, o no elegir, el bien. Simplemente, nuestra dignidad.

Según la revelación bíblica somos imagen y semejanza del Dios vivo, hijos en el Hijo que murió y resucitó por nosotros, ....llamados a ser hermanos y hermanas, ...llamados a lo noble, lo justo, lo bello, lo verdadero.

¡Qué luminosa y liberadora es la antropología que brota de las fuentes cristianas! No quiero encerrarme en mi propia tradición, pero digo lo que siento y he vivido.

Somos iguales.

Y sin embargo, somos tan diferentes, cada ser humano en sí mismo es singular, cada persona es una versión única y original de la condición humana.

Salvar la igualdad no es anular las diferencias. 

El reto es integrar la rica diversidad de la gran familia humana, defendiendo la igualdad básica que nos hermana a todos y a todas.

Igualdad, diversidad,...¿lo lograremos algún día?

Marcelo

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