Anoche después de ver la entrevista de Risto Mejide, un
personajillo de la TV española, al padre Fortea, me puse a revisar por
Internet la propaganda que hizo el nazismo para predisponer a la opinión
pública alemana contra los judíos.
Aunque el odio a los judíos ya tenía antecedentes, la
ideología nazi lo promovió directamente, justificando el antisemitismo con mil
argumentos y argucias.
La persecución empezó con viñetas y artículos de prensa, y terminó,
años más tarde, en los campos de concentración y en el Holocausto. Entretanto el
pueblo alemán, sometido a una especie de lavado de cerebro colectivo, miraba
para otro lado.
Alguno dirá que estoy exagerando, que no es para tanto, pero es que percibí en Risto Mejide un odio tan
grande a los cristianos, una intención tan maleva en sus ojos, en sus palabras,
en la escenografía misma del plató, de humillar y ridiculizar al sacerdote entrevistado, que fue inevitable
relacionar una cosa con otra.
Ese odio del presentador lo conozco, lamentablemente me he
topado con él bastantes veces en España.
Ese odio, que se ha sembrado y que se está sembrando, ¿a
dónde nos llevará? No hace falta tener el don de profecía para anticipar las
tempestades que nos aguardan a los cristianos que vivimos en España. Al tiempo.
Todos los días, desde hace años, por poner un ejemplo, "El
País", uno de los principales periódicos en lengua española, ofrece una noticia
en contra de la Iglesia. Continuamente, sin ningún pudor ni respeto a la
verdad, tergiversan lo que dicen los obispos y representantes de la Iglesia.
No es extraño que estos medios hayan logrado convertir a
los obispos y sacerdotes en personas odiosas de cara a la opinión pública. La
campaña mediática contra ellos ha sido particularmente virulenta e implacable.
Se silencia todo lo positivo que pueda haber en sus palabras y en sus gestos,
se enfatiza y retuerce hasta el infinito todo lo negativo.
No es extraño tampoco que el laicismo haya ido calando en
la opinión pública. He visto con estupor estos días a varios políticos jurar
sus cargos manifestando expresamente su ideología laica. La pretensión es,
sencillamente, eliminar todo referente cristiano de la vida ciudadana e
imponernos a todos una visión única de la vida, de la familia, de la persona
humana, de la sociedad, de la moral, etc.
La meta es que los cristianos desaparezcamos de la vida
social y nos convirtamos en ciudadanos de segunda clase. Percibo, ojalá me
equivoque, que cada vez más vivimos bajo una dictadura basada en el relativismo anti-cristiano.
En este contexto que anticipo, me hago muchas preguntas:
¿dónde quedará la libertad de conciencia?, ¿y la libertad religiosa?, ¿y la
libertad para manifestar públicamente mis convicciones?, ¿y la libertad de los
padres para educar a sus hijos según sus creencias?, ¿y la libertad para llevar
una cruz en el pecho?, ¿y la libertad para salir en procesión pública y festivamente con nuestros santos? ¿y la libertad para predicar el evangelio?, ¿y la libertad para
celebrar el culto sin que unos desalmados lo interrumpan violentamente?,… ¿Serán respetadas estas libertades?, ...¿sí o no?
Porque esta es la gran cuestión: la libertad, el don más sagrado del ser humano.
A pesar de que nos prometen una sociedad más abierta, yo no
percibo ni tolerancia, ni respeto, ni pluralismo, ni amor a la verdad, lo que
siento es animosidad, odio, intolerancia, irrespeto y fanatismo anti-religioso.
¿Cuál debe ser nuestra actitud como cristianos en medio de
este contexto que se vive en España?
Creo que lo primero es evitar ser ingenuos. Me parece que la
asistencia de Fortea al programa de Risto Mejide fue un acto de ingenuidad que
hemos pagado todos. Y lo digo en plural porque cuando se ofende y humilla a un
sacerdote, ofenden y humillan la fe de cada cristiano. Ni más ni menos.
Lo segundo es no tener miedo de declararnos cristianos
públicamente, aunque socialmente nos desaprueben. Es nuestro derecho como
ciudadanos. Precisamente lo que quieren es que nos callemos, que disimulemos
nuestra pertenencia a la Iglesia, que vivamos nuestra fe en el armario, que
muramos socialmente. No cedamos en esto.
Participemos activamente en la vida ciudadana, demos nuestra
opinión, ejerzamos nuestro derecho a expresar lo que pensamos. Los cristianos
tenemos una palabra que decir, y, por lo pronto, se nos permite hacerlo. No sabemos
por cuánto tiempo. Evitemos, eso sí, las discusiones inútiles con gente intolerante
que no respeta ni la fe ni las ideas ajenas.
Suelen ser bastante agresivos y no buscan el diálogo sincero. Risto Mejide
sería un buen ejemplo.
Apoyemos todas las causas socialmente justas, la defensa de
los derechos humanos, el trabajo por la justicia social. Testimoniemos proféticamente
la solidaridad que brota del Evangelio y colaboremos en el bien común. Vivamos
la opción por los más pobres, como nos exhorta el Papa Francisco.
Amemos a nuestros enemigos, como nos enseña el Evangelio, no devolvamos mal por mal, ni caigamos en la tentación del odio. Recordemos que lo propio del cristiano es el perdón.
Finalmente, es tiempo de conversión, de vivir intensamente
el Evangelio, de dar testimonio y, sobre todo, de oración, de mucha oración.
Todo esto que he escrito lleva bastante tiempo incubándose
dentro de mí.
Me siento hijo de esta Iglesia Católica española que ha
soportado en su larga historia de dos milenios varias persecuciones, que ha
testimoniado la fe con la sangre de los mártires. Me siento solidario con ella y
la amo a pesar de todo su pecado y de todas sus miserias. Es la comunidad que
me ha engendrado a la vida nueva en Cristo por la predicación de la Palabra y
los sacramentos.
Que el Señor Jesús, que ha prometido estar con nosotros
todos los días hasta el final de los tiempos, nos guarde siempre en su
misericordia. Amén.
@elblogdemarcelo
Pocas veces se lee algo con tanto sentido, tanta sensibilidad, tanta lógica y con tan buen uso de la razón unida a la Fe.
ResponderEliminarY además, tan bien escrito.
Es un consuelo saber que aún existen católicos formados, informados y con fe viva.
Y en consecuencia, ciudadanos de bien que saben dar al Cesar lo que es del Cesar sin restar a Dios lo que es de Dios.
wwuaauu!! Excelente mas nada que decir luego de leerle a Ariel y a ti darte la gracias por compartir con nosotros tus inquietudes y reflexiones que al fin y al cabo son las mismas un abrazo
ResponderEliminarHola Marcelo, soy venezolana y fiel seguidora del Padre Fortea y lo que el representa; la Iglesia. Gracias por este gran articulo.
ResponderEliminarExiste el derecho a equivocarse, como dice un dicho: "El que tiene boca se equivoca", y todo ser humano está en su derecho a cometer errores.
ResponderEliminarEn mi opinión, antes de meterse en un medio de comunicación a conceder entrevistas: prensa, radio, televisión, hay que informarse muy bien, y, no caer en ingenuidades, porque,es posible que preparen trampas, verdaderas emboscadas; y, sino está claro, es preferible decir que no, y tan ricamente, no es obligatorio.
Y, mucho más en España, donde los medios de comunicación, en general, son muy sectarios, muy dogmáticos, superficiales, no les suele interesar la información, o buscar los diferentes puntos de vista, buscan poner etiquetas ideológicas, y atacar. Existe la opción de dejar de ser audiencia de los medios de comunicación, o, ver concursos de televisión, documentales, y poco más. Y, hoy en día, existe el YOUTUBE, de momento es gratuito.