Los profes lo sabemos por experiencia. Uno de los recursos más efectivos para atraer la atención de una clase, y encender la mecha de la motivación incial, es comenzar narrando una breve historia o anécdota, que tenga alguna relación con el tema que vamos a exponer.
Todos y todas nos sentimos atraídos por esos pequeños hechos que se convierten en significativos en medio del torrente de cada día, quizás porque reflejan un valor que para nosotros es importante: el amor, la entrega, la amistad, el perdón,...y, además, suelen provocar una respuesta interior de tipo emocional, que, a la postre, favorece la experiencia misma del aprendizaje.
El aprender no es sólo un asunto de las frías capacidades de tipo cognitivo, en él intervienen también las emociones y sentimientos que se despiertan en el proceso.
Además, en ocasiones, a través de una anécdota ilustramos un concepto o ídea que queremos transmitir, y se facilita el poder llevar a la vida aquello que aprendemos.
Es muy llamativo que en el "método" pedagógico de Jesús de Nazaret, la narración de pequeñas historias - las parábolas - tenga un lugar tan destacado. Quizás deberíamos volver en la Iglesia a este modo "narrativo" de exponer el misterio de la salvación, a esa frescura cercana con la realidad de la vida, con que el Señor anunció la buena noticia en la Palestina del siglo I.
El recurso que les presento es un recopilatorio, realizado por Julio Eugui, de diversas anécdotas, ordenadas alfabéticamente, muy útiles para la clase de Religión y también para la catequesis.
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