domingo, 23 de octubre de 2011

DIOS DE ESTA CIUDAD: Apostando por la esperanza



En estos últimos años, por lo menos por estos lados del planeta, las malas noticias se han sucedido una tras otra, sin darnos mucha tregua: crisis económica, desempleo, desahucios, aumento de la pobreza, recortes sociales,... y pare usted de contar.

La pesadilla de los mercados, con su lógica implacable, aplasta nuestra débil economía. 

El  costo social de las medidas gubernamentales, dirigidas a salvaguardar los intereses de los grandes capitales, tienen un fuerte impacto en la calidad de vida de los ciudadanos.

Y en nuestro estado de ánimo también.

Los políticos, no sé si ustedes opinan lo mismo, dan la impresión de ser unos mandados. Se reunen muy circunspectos cada dos o tres semanas en Bruselas o en Berlín, hacen discursos al viento que nadie cree, ...y declaraciones van, ...y declaraciones vienen, ...pero no pasa nada de nada.

Pienso en mis hermanos del pueblo griego, aparentemente culpables de los desmanes de la economía europea, pienso en Portugal, en Irlanda, en la misma España con sus casi 5 millones de parados, con su negra estadística de más de 250 desahucios diarios, con sus recortes en sanidad y educación.

Razones para la desesperanza hay, pues, para regalar.

Y sin embargo.

Los cristianos creemos que más allá de los avatares de la economía y del aparente triunfo del mal y la injusticia, Dios está presente y es el Señor de la historia.

Sí, Dios no está ausente, ni puede estarlo, de esta ciudad secular. El hace suyas las lágrimas y las angustias de los hombres y mujeres que transitan por las calles del mundo.

Sabemos que respeta nuestra libertad hasta límites insospechados, que hemos de poner nuestro hombro y construir la historia con nuestro trabajo, para que se transforme en historia de salvación y liberación.

Más allá de noticieros y estadísticas, de hecatombes financieras y turbulencias monetarias, somos gente de esperanza . 

La esperanza nos despierta, nos impide permanecer pasivos o resignados, nos sacude, y nos pone a caminar.

Sí, claro que sí, ¡se pueden cambiar las cosas!

No se trata de un optimismo ingenuo, sino de una actitud proactiva que nace de la confianza y la seguridad que tenemos en el Dios de la vida que camina con nosotros, y quiere lo mejor para sus hijos e hijas.

La esperanza nos hace tener iniciativa, plantar cara a las dificultades, ser audaces, ¡movernos!, y luchar, y orar, por cambiar las cosas.

Provocar movimientos en la línea profética del Evangelio.

Lo siento mucho por los que andan anunciando años y más años de dificultades, pero no nos vamos a sentar a esperar a que cambien las cosas por allá en el 2014 o 2015, ...¡Ni de broma!

Oremos, y trabajemos, para que el Dios de esta ciudad nos libre de la tentación de acostumbrarnos a la crisis, de resignarnos, de quedarnos parados, como si nada pudiéramos hacer.

Oremos, y trabajemos, para que en medio de tantas malas noticias, florezca la esperanza cristiana, que es profecía y pasión por la gloria de Dios, escondida en el rostro de cada ser humano que puebla la ciudad. 

Escuchemos esta producción de Blest, una versión en español de la conocida canción de Chris Tomlin, God of this City

Un vídeo interesante para compartir en clase de Religión.


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