"Crucifixión", 1975 |
"Crucifixión", 2004 |
"Flying man", 1968 |
"Flying man", 1976 |
"Jesús", 1980 |
"Jesús", 1999 |
"La crucifixión del Señor", 1990 |
"La crucifixión del Señor", 1991 |
"El fin", 2004 |
"Crucifixión", 1986 |
Dentro de la extensa obra de George Stefanescu Ramnic (1914-2007), uno de los pintores rumanos más conocidos del siglo XX, se destacan sus Jesús crucificados, originales representaciones del misterio del Calvario desde una óptica, básicamente, expresionista.
Estos Cristos en la cruz se caracterizan por la sencillez en el trazo del dibujo, el colorido vivaz y abundante, la presencia de líneas y colores que se superponen y que parecen moverse por todo el cuadro.
Lejos del patetismo y la crudeza con que suele ser representado en otras escuelas la crucifixión del Señor, aquí nos tropezamos con una mirada diferente, no exenta de una ingenuidad casi infantil que hace recordar al arte naif.
A pesar de las diferencias, el referente sigue siendo la misma historia, la que conocemos por los evangelios: la muerte de Jesús de Nazaret en la Cruz, el Mesías, acompañado por Juan, el discípulo amado, por María, su madre, y por algunas mujeres piadosas.
Pero el Cristo en la cruz que nos pinta Stefanescu no nos inspira sentimientos de compasión o de dolor, es un Jesús lleno de color que busca moverse, que en algunas representaciones incluso parece extender una mano al que mira el cuadro. Un color y una vitalidad que sugieren esperanza y anuncian victoria.
El colorido de estos Cristos nos han hecho recordar la fiesta de la Cruz de Mayo, que se celebra en Venezuela y en Canarias, y en otros pueblos hispanos, en ella las calles y plazas se llenan de cruces que los vecinos adornan con cintas y flores, ofreciendo oraciones y cantos tradicionales.
La cruz es el símbolo cristiano por antonomasia, ella preside nuestras celebraciones. Muriendo en ella el pecado y la muerte fueron derrotados.
Por el misterio santo de la cruz la humanidad ha sido salvada.
Ella es el signo del Amor.
Estos Cristos en la cruz se caracterizan por la sencillez en el trazo del dibujo, el colorido vivaz y abundante, la presencia de líneas y colores que se superponen y que parecen moverse por todo el cuadro.
Lejos del patetismo y la crudeza con que suele ser representado en otras escuelas la crucifixión del Señor, aquí nos tropezamos con una mirada diferente, no exenta de una ingenuidad casi infantil que hace recordar al arte naif.
A pesar de las diferencias, el referente sigue siendo la misma historia, la que conocemos por los evangelios: la muerte de Jesús de Nazaret en la Cruz, el Mesías, acompañado por Juan, el discípulo amado, por María, su madre, y por algunas mujeres piadosas.
Pero el Cristo en la cruz que nos pinta Stefanescu no nos inspira sentimientos de compasión o de dolor, es un Jesús lleno de color que busca moverse, que en algunas representaciones incluso parece extender una mano al que mira el cuadro. Un color y una vitalidad que sugieren esperanza y anuncian victoria.
El colorido de estos Cristos nos han hecho recordar la fiesta de la Cruz de Mayo, que se celebra en Venezuela y en Canarias, y en otros pueblos hispanos, en ella las calles y plazas se llenan de cruces que los vecinos adornan con cintas y flores, ofreciendo oraciones y cantos tradicionales.
La cruz es el símbolo cristiano por antonomasia, ella preside nuestras celebraciones. Muriendo en ella el pecado y la muerte fueron derrotados.
Por el misterio santo de la cruz la humanidad ha sido salvada.
Ella es el signo del Amor.
@elblogdemarcelo
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