Para los venezolanos la llanura no es un
simple emplazamiento geográfico, es, sobre todo, un espacio espiritual, un locus en el alma.
No en balde la canción que más nos
identifica, después del himno nacional, sea, precisamente, el Alma llanera.
Nuestros escritores y pensadores del siglo
XIX, terminada la contienda independentista, cuando quisieron indagar sobre las
raíces de nuestra idiosincrasia pusieron sus ojos en el llanero, y lo
convirtieron en el prototipo de la nacionalidad venezolana.
Rómulo Gallegos recibió en herencia esta
tradición e hizo de ella la metáfora de un país. En Doña Bárbara, que viene a ser nuestro "Quijote",
se dibuja el enfrentamiento histórico entre la civilización y la barbarie;
entre la racionalidad moderna y la pulsión atávica, ancestral, primitiva, que
circula por nuestra sangre mestiza. El escenario no podía ser otro que la
llanura venezolana.
Gallegos escribe su obra en 1929, cuando
agonizaba, lentamente, la dictadura gomecista. Merced a los cambios políticos y
a la nueva riqueza petrolera se avizoraba un futuro de esperanza, de superación
de las viejas estructuras mentales, de nuestras desigualdades endémicas; el
triunfo, en definitiva, de la ley y la razón.
Hoy, casi un siglo más tarde, se siguen
enfrentando esas mismas fuerzas en el alma venezolana, exacerbadas hasta lo
indecible por el malevo discurso chavista: barbarie y civilización.
Cada pueblo tiene sus propios demonios que
conjurar.
Colombia comparte con nosotros la
geografía y las tradiciones del llano, sin embargo cuando viví en Bogotá me di
cuenta que en el vecino país, surcado por tres cordilleras, domina,
básicamente, la cultura andina.
¿Influye el paisaje en el carácter nacional de los pueblos? Definitivamente.
Ese horizonte sin límites de la llanura, esa sabana infinita, esa soledad
abierta, sin caminos, está impresa en la mirada del venezolano.
Viviendo en Canarias, encerrado entre
montañas y riscos, con el azul del mar siempre omnipresente, he sentido los
efectos psicológicos que tiene la geografía insular sobre el estado de ánimo,
sobre la noción del espacio y la distancia.
Los venezolanos caminamos por los espacios
públicos como si todo el territorio nos perteneciera, somos, por así decirlo,
expansivos. Es un modo característico que nos viene de nuestro imaginario, del
mapa que tenemos en nuestras cabecitas acerca del espacio que pisamos.
Los mapas, aunque sean sólo un dibujo,
tienen sus efectos en la personalidad
básica de los pueblos, en
cómo perciben el territorio que ocupan.
Descubro que, aunque lleve más de diez
años viviendo en Tenerife, lo llanero me habita de raíz.
@elblogdemarcelo
Así estemos muy lejos de nuestra tierra, jamás nos olvidamos de ella. Es triste ver como se ha desunido nuestro pueblo,producto de las malas políticas llevado a cabo. Suerte Marcelo.
ResponderEliminarMuchas gracias, esa tierra nos habita, la llevamos con nosotros. Si, a mi me rompe el corazón todo lo que rompe nuestra unidad de destino, lo que hiere la convivencia de los que habitamos la tierra. Nuestra oración, en esperanza, para que se "cure" el alma venezolana.
EliminarQué maravilla, Marcelo. Cómo me ilustran tus horizontes abiertos. Muchas gracias
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