Hoy, fiesta de la Asunción de Nuestra Señora, quiero compartir esta hermosa oración de consagración a María que fue encontrada en una Biblia y que llegó a mis manos hace unos 20 años cuando vivía en Venezuela. Aunque el lenguaje es tradicional, la anima ese impulso del Espíritu Santo que mueve los corazones a consagrarse a la Madre de Dios para mejor amar y servir a Jesucristo.
Pidamos a ese mismo Espíritu Santo, que cubrió con su sombra a la Virgen Asunta al cielo, que unja nuestros corazones y nuestros labios con el fuego del Amor, y que las palabras de esta oración acrecienten nuestro deseo de seguir a Jesús en la escuela de su Santísima Madre.
PACTO DE AMOR CON MARÍA
Inmaculada Virgen María, Madre de Dios y Madre de la
Iglesia, en este día quiero renovar mi consagración total a tu maternal corazón.
Yo, n., me entrego por completo a ti y te tomo como mi especialísima Señora y Abogada,
a fin de vivir más plenamente mi compromiso bautismal, bajo el único Señorío de
Jesucristo, el Hijo de Dios.
A través de este pacto de amor te pido que se renueve en mí
el deseo de convertirme a Jesús y a su Evangelio, de arrepentirme sinceramente
de mis pecados y de vivir unido a ti en perfecta obediencia a Cristo, el Señor.
Te entrego, ¡oh María!, mi corazón, mi cuerpo, mis ojos, mis
oídos, mi lengua, mis manos y mis pies; te consagro mis facultades: mi
libertad, mi entendimiento, mi memoria y mi voluntad; ofrezco a tu servicio mi
tiempo y los talentos naturales que el Señor me ha regalado; te confío mis
familiares, mi trabajo y profesión, las cosas materiales que poseo, mi situación
económica.
Dispón de mí, Madre bondadosa, como verdadera Reina y Señora.
Pongo también a tus pies los pecados que he cometido a lo
largo de mi vida, mis debilidades, miserias y vicios, para que tú se los presentes a Jesús, y Él me
conceda la alegría inefable de su perdón y su misericordia.
Te consagro mi vocación en la Iglesia, te imploro que me
ayudes a cumplir la misión que se me ha encomendado aquí en la tierra, ayúdame
a ser un colaborador en la construcción del Reino de Dios, alcánzame el don de
perseverar hasta la muerte en el seguimiento de Jesucristo, el Maestro amado.
Ofrezco en tu honor todas las acciones buenas que pueda
realizar en esta vida, enséñame a orar con perseverancia, hazme dócil al Espíritu Santo, que yo me deje guiar y transformar por Él.
Reina de los Apóstoles, haz que yo sea, donde quiera que
vaya, un verdadero testigo de Jesús Resucitado
Ampárame con tu manto de todos los peligros de alma y
cuerpo. Líbrame de las mentiras y sugestiones del demonio y haz que te invoque
en la hora de la tentación. Concédeme el don de amar a Jesucristo con todo mi
corazón, con todas mis fuerzas, con toda mi mente y con toda mi alma. Aviva mi fe
en Él y alienta mi esperanza en su misericordia.
María, medianera de todas las gracias, por esta
consagración, derrama sobre tu servidor el don de la humildad y de la pureza
para que la obra de misericordia que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo,
realizan en mi vida, redunde en gloria y alabanza de la Santísima Trinidad.
Finalmente, te consagro desde ya el momento de mi muerte,
que tu amparo maternal me asista en ese
instante y me lleves de la mano ante Jesús, el Señor, para amarle y alabarle
junto contigo por toda la eternidad. Amén.
¡Virgen María,… aquí tienes a tu servidor!
Avemaría
¡Virgen María,… aquí tienes a tu servidor!
Avemaría
¡Virgen María,… aquí tienes a tu servidor!
Avemaría
San José, ruega por nosotros
San Juan Evangelista, ruega por nosotros
San Luis María Griñon de Monfort, ruega por nosotros
San Bernardo de Claraval, ruega por nosotros
San Maximiliano Kolve, ruega por nosotros.
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