El libro "Los relatos del peregrino ruso", o simplemente "El peregrino ruso" como es conocido popularmente, es una obra anónima de la espiritualidad cristiana oriental.
En él se narran las andanzas de un cristiano por la Rusia del siglo XIX y su aventura por los caminos de la oración interior, básicamente centrada en su experiencia con la llamada "Oración de Jesús", la invocación constante del Santo Nombre de Jesucristo, unida a la petición de su misericordia: "Jesús, hijo de David, ten misericordia de mí, pecador".
Reconozco que la primera vez que leí este libro, a finales de los ochenta, me dejó una honda huella, pues a través de sus páginas descubrí toda la riqueza escondida en el cristianismo oriental y una invitación a vivir la fuerza transformadora de la oración del corazón y de la contemplación.
Invocar el Santo Nombre de Jesús es una puerta para experimentar la presencia viva de Jesucristo en nuestro andar cotidiano, en medio de nuestras calles, cuando vamos en la guagua, cuando esperamos en la consulta médica y en cualquier sitio en que el Espíritu de Dios suscite la plegaria en nosotros.
El santo nombre de Jesús es medicina para nuestras héridas, alegría del espíritu, esperanza y fortaleza de nuestros corazones y una fuente de bendiciones para quien lo pronuncia con fe viva y devoción. Además de constituir un camino para vivir el precepto paulino: "Oren sin cesar" (1Tes. 5,17).
Recomendado.
En él se narran las andanzas de un cristiano por la Rusia del siglo XIX y su aventura por los caminos de la oración interior, básicamente centrada en su experiencia con la llamada "Oración de Jesús", la invocación constante del Santo Nombre de Jesucristo, unida a la petición de su misericordia: "Jesús, hijo de David, ten misericordia de mí, pecador".
Reconozco que la primera vez que leí este libro, a finales de los ochenta, me dejó una honda huella, pues a través de sus páginas descubrí toda la riqueza escondida en el cristianismo oriental y una invitación a vivir la fuerza transformadora de la oración del corazón y de la contemplación.
Invocar el Santo Nombre de Jesús es una puerta para experimentar la presencia viva de Jesucristo en nuestro andar cotidiano, en medio de nuestras calles, cuando vamos en la guagua, cuando esperamos en la consulta médica y en cualquier sitio en que el Espíritu de Dios suscite la plegaria en nosotros.
El santo nombre de Jesús es medicina para nuestras héridas, alegría del espíritu, esperanza y fortaleza de nuestros corazones y una fuente de bendiciones para quien lo pronuncia con fe viva y devoción. Además de constituir un camino para vivir el precepto paulino: "Oren sin cesar" (1Tes. 5,17).
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EL PEREGRINO RUSO : DESCARGAR
TODO EL AMOR A ÉL, POR ESO CONOCERLO EN TODA ORACIÓN ME ACERCA MAS ASERTIVO Y CON UN CORAZÓN MAS LIMPIO
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