La escena de la última cena del Señor con sus discípulos es un tema recurrente de la tradición pictórica occidental. La obra más conocida es, sin duda, el famoso lienzo del genio renacentista
Leonardo Da Vinci
En la pintura contemporánea está también presente el tema de La Última Cena, aunque con rasgos muy diferenciados a los de las formas clásicas. Ello nos revela, quizás, una nueva sensibilidad frente al significado de este momento crucial de la vida de Jesús con sus amigos.
El Maestro sigue al centro del escenario. En general, se enfatizan los rasgos de su humanidad, predominando un ambiente de cercanía y de familiaridad entre los comensales. Incluso, en algún caso, se ha querido plasmar una experiencia muy humana: la alegría de comer con los amigos más íntimos.
Sin embargo, en casi todos los cuadros se percibe una tensión entre dos sentimientos contrapuestos: por una parte el clima distendido de fraternidad, propio del ágape que se celebra. La mesa común constituye un signo universal del amor de los seres humanos entre sí.
Al mismo tiempo, el anuncio de la traición de Judas y la inminencia de los acontecimientos de la pasión, generan perplejidad y turbación. De allí, la emoción que les embarga, el sabor a despedida, la confidencialidad de las palabras, y de los gestos, que se comparten.
En estos cuadros nos hemos liberado de las rigideces del realismo: libertad de las formas, variedad de colores, espontaneidad de movimientos, ruptura del plano temporal, todo lo cual recrea el texto santo desde el imaginario del mundo contemporáneo.
¿Por qué volvemos hoy a La Última Cena? Quizás porque más allá de los cambios culturales y sociales de nuestro tiempo, seguimos sedientos de experiencias verdaderas de encuentro y fraternidad. Una sed que no se sacia con sucedáneos, como pueden ser el mundo virtual, las redes sociales, o la envolvente marea acústica de una discoteca, sino que reclaman la carne y la sangre de la auténtica amistad. Es una exigencia del corazón humano.
¿No será esto los que buscan los jóvenes cuando se reúnen para el botellón de los viernes? Más allá de las críticas que hacemos los adultos, ¿ofrece nuestra sociedad, y nuestra Iglesia, espacios de comunión y participación para las nuevas generaciones?
Un chico, hace ya unos años, hablando sobre este tema en clase, dijo a bocajarro: lo de La Última Cena, fue como la última quedada de Jesús con sus amigos.
Jueves Santo: Sí, Jesús, todo un Dios, cenando con sus amigos más cercanos. Sacerdocio, Eucaristía, y, experiencia radical del Mandamiento Nuevo del Amor.
Con la celebración de esta tarde entramos en el corazón mismo de la liturgia cristiana: el triduo pascual. Que el Espíritu Santo nos revista de los mismos sentimientos de obediencia, la obediencia de la fe, y de amor que recorrían el corazón humano de Jesús en la hora más dramática de su vida. Amén.
excelente gracias por recordarnoslo , un abrazo fuerte
ResponderEliminarGracias a ti Bea, por tu visita, y tu comentario, un abrazo fuerte :)
Eliminartu blog está buenísimo, muchas gracias, seguí, por favor, cariños
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