martes, 14 de noviembre de 2023

IGUALES, PERO DIFERENTES: un vídeo de la televisión danesa


Todos somos iguales, en dignidad y valor, y al mismo tiempo, todos somos diferentes.

Únicos y diversos, pero una misma humanidad.

Reivindicamos nuestro derecho a ser diferentes, y, paralelamente, reafirmamos nuestra igualdad primera, la ontológica, la que brota de nuestra condición humana.

Ponemos tanto énfasis en las diferencias que pueden haber entre nosotros, que las convertimos en obstáculos insalvables para lograr el preciado don de la convivencia. 

Percibimos al diferente como una amenaza, y ponemos un alambrado de púas. ¡No te acerques!: facha, izquierdoso, sudaca, nerd, moro, católico, creyente, ateo, hetero, gay,...

Esa maña de ponerle etiquetas al otro, de encasillarlo, es una enfermedad. 

Amigo, amiga, si no puedo acercarme a ti (quizás mi acento latino te molesta, o mi trabajo de profe de religión me hace sospechoso de quién sabe qué), te libras de mi influencia, está claro, pero el precio que pagamos tú y yo, es tu soledad, y mi soledad,... tu aislamiento, y mi aislamiento.  

Lo cierto es que nos necesitamos mutuamente. Si me excluyes, y me encasillas, me haces daño y te haces daño (y nos perdemos mutuamente en nuestros miedos y nuestros perjuicios) 

Como dice Pedro Guerra, el cantautor canario: "Ven, contamíname, mézclate conmigo" 

En realidad,  a pesar de nuestro diferente pelaje y condición, nos parecemos mucho más de lo que crees. 

Es tiempo de descubrir aquello que nos hace hermanos y hermanas. 

"Después miré y había una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, razas, pueblos y lenguas, de pie delante del trono y el Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos."
Apoc. 7, 9


@elblogdemarcelo


No hay comentarios:

Publicar un comentario