Una hermosa canción del grupo Kairoi, basada en la conocida oración mariana "Acordaos, oh piadosísima Virgen María..." y que muchos atribuyen a san Bernardo de Claraval.
Cuando miramos a la Madre de Dios, acueducto de la misericordia, a través de las palabras de este canto, deseamos que su súplica maternal alcance a la humanidad entera: a los que sufren, a los emigrantes, a los parados, a los que están solos, a los que luchan por la justicia.
Ella, la madre solidaria, cercana a las necesidades de sus hijos muy queridos, como hizo en Caná, adelanta para nosotros la hora del Señor.
Nuestra Señora, a quien todas las generaciones han de proclamar bienaventurada, se ha hecho toda con todos, se ha alegrado con los que se alegran y comparte las lágrimas de los que sufren. Ella nos muestra el camino del amor paciente y servicial, el amor que todo lo excusa, todo lo soporta y espera.
Qué el Espíritu Santo que le cubrió con su sombra e hizo fecunda su virginidad, se derrame también en nosotros, para que, siguiendo el consejo de María, hagamos lo que él nos dice: "Este es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros como yo les he amado" (Jn 15, 12)
Cuando miramos a la Madre de Dios, acueducto de la misericordia, a través de las palabras de este canto, deseamos que su súplica maternal alcance a la humanidad entera: a los que sufren, a los emigrantes, a los parados, a los que están solos, a los que luchan por la justicia.
Ella, la madre solidaria, cercana a las necesidades de sus hijos muy queridos, como hizo en Caná, adelanta para nosotros la hora del Señor.
Nuestra Señora, a quien todas las generaciones han de proclamar bienaventurada, se ha hecho toda con todos, se ha alegrado con los que se alegran y comparte las lágrimas de los que sufren. Ella nos muestra el camino del amor paciente y servicial, el amor que todo lo excusa, todo lo soporta y espera.
Qué el Espíritu Santo que le cubrió con su sombra e hizo fecunda su virginidad, se derrame también en nosotros, para que, siguiendo el consejo de María, hagamos lo que él nos dice: "Este es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros como yo les he amado" (Jn 15, 12)
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