Allá por los años ochenta, en mi grupo de la renovación carismática, aprendí a empezar mi oración pidiendo a la Madre de Jesús que nos cobijara bajo su manto
maternal: "Manto de María,
cúbrenos".
El manto de María es una entrañable imagen que tiene para
nosotros un hondo significado: la protección de la Virgen, su auxilio y amparo,
en nuestro caminar como discípulos de Jesucristo.
Nos cobijamos bajo el manto de María para ser protegidos y
amparados en el combate contra las fuerzas del maligno, porque como dice el
apóstol San Pablo nuestra lucha no es contra "la carne y la sangre",
sino contra los espíritus que están en el aire, los dominadores del mundo de
tinieblas (Ef. 6, 12).
En este combate, María ha sido envuelta en un manto de
triunfo, como novio que se pone la corona o novia que se adorna con sus joyas.
Ella es la Virgen de la victoria, llamada a aplastar bajo su pie inmaculado la
cabeza de la serpiente.
Nos cobijamos bajo el manto de María para que su amor
maternal nos guarde de las seducciones del mundo: la concupiscencia de los ojos, la soberbia de la vida, la vanidad de las riquezas. Bajo el manto de
María, la Virgen fiel, aprendemos a obedecer a Jesucristo, el Señor, tomando
como guía el Evangelio, y viviendo dignamente nuestro llamamiento y elección,
practicando sobre todo el mandamiento nuevo del amor.
Nos cobijamos bajo el manto de María y pedimos su auxilio en
nuestras necesidades materiales y espirituales, que ella nos guarde de todo peligro,
que nos preserve de toda caída, que sea sobre todo nuestra abogada delante del
único mediador: Jesucristo, Señor Nuestro. Ser arropados bajo el manto de María para
experimentar la eficacia de su oración intercesora, su inmenso amor de madre
por cada uno de nosotros, sus queridos hijos e hijas.
Nos cobijamos bajo el manto de María, Reina y madre de
misericordia, para que el torrente del amor misericordioso del Señor se derrame
sobre nosotros como un río de agua viva. Ella le presenta a Cristo nuestros
pecados, porque ella misma es acueducto, como dice san Bernardo, de las
misericordias del cielo. Bajo el amparo de María, el tesoro de la misericordia
infinita de Dios se abre para nosotros, una gracia que experimentamos
especialmente cuando nos acercamos al sacramento de la reconciliación y somos
liberados de la atadura de vicios y pecados.
En esta hora en que la Iglesia está a las puertas de un nuevo Adviento, queremos pedir a la Santísima Virgen que cubra bajo
su manto maternal a todo el pueblo de Dios, que guarde íntegramente la fe de
los cristianos, y, sobre todo, que atraiga sobre la Iglesia la
efusión del Espíritu Santo, para que nos alegremos en la venida del Señor, y se renueve en todos la esperanza.
En esta escuela de discipulado cristiano, seamos diligentes
en el combate, invoquemos la protección de la Madre de Dios repitiendo muchas
veces: "Manto de María, cúbrenos".
Manto de María cúbrenos, cubre a nuestro país, hermosa creación divina, pequeño y privilegiado con todas y cada una de las cosas maravillosas naturales que nuestro señor le dió al mundo, con gente generosa y de fe cristiana... cúbrenos con tu manto para sobrevivir estos tiempos... cúbrenos con tu manto y libéranos del mal que nos ataca.. cúbrenos a los venezolanos y a nuestra querida Venezuela que espera con fe la justicia de Dios!" Manto de María, cúbrenos"
ResponderEliminarBajo el manto de María nos sentimos seguros y amparados
ResponderEliminar"Manto de María, cúbrenos".
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