Hoy, 1 de noviembre, celebramos la fiesta de Todos los Santos, efemérides que nos recuerda la gran dignidad de lo que significa ser persona, el sentido definitivo del proyecto de Dios sobre
el hombre y la mujer: compartir con
nosotros el misterio de su propia santidad.
Ser santos no es ninguna
proeza sobrehumana, es, sencillamente, vivir en forma auténtica nuestra condición
humana, conforme a nuestra vocación
y estado de vida.
Tú y yo, y todos,
estamos llamados, hoy y aquí, a experimentar
el misterio de la santidad de Dios,
que es tanto como decir: participar de la propia felicidad del Dios vivo realizando
el destino para el cual hemos sido creados.
Pensando todas estas cosas, me he estado preguntando ¿cómo ser santos en el siglo XXI?, porque si bien es cierto que, más allá de
las épocas y los lugares, la santidad
cristiana es una sola, a veces observo algunos estereotipos sobre lo que significa
ser santo o santa que no se corresponden con los tiempos que vivimos, y que,
definitivamente, no nos ayudan a comprender el llamamiento universal que Dios está haciendo a cada uno a la santidad.
Hemos de vivir un modelo
de santidad que sea acorde a los desafíos
del siglo XXI, al contexto que nos toca vivir, sabiendo
que la voz de Dios se deja sentir a través de los entresijos de la historia, con sus
luces y con sus sombras.
Hablaríamos así de algunos rasgos de realización actual de
la vocación a la santidad, porque se es santo o santa no en un mundo abstracto/ideal sino en el contexto concreto de la historia.
Desde esta perspectiva, podemos identificar, a modo de
ensayo, 12 posibles características de
la santidad cristiana del siglo XXI:
1. Santidad “En seguimiento a Jesucristo”: Santidad es siempre camino de discipulado,
experiencia de entrega y comunión con Jesús
Resucitado, según el modelo de seguimiento que encontramos en el Nuevo Testamento, particularmente en
los Evangelios.
2. Centralidad de la
Palabra de Dios: Santidad es dejarse transformar
por la Palabra de Dios, vivida y
orada en la soledad del corazón, y
en la asamblea litúrgica. La Palabra
de Dios tiene que estar en el centro
del camino cristiano.
3. Testigos de la
misericordia: Los santos son testigos
de la infinita misericordia de Dios
que abraza como un fuego a todos los
seres humanos. El hombre santo es aquel que ha experimentado más de cerca
esta gran misericordia, por lo que
está llamado a comunicarla a los
demás en medio de la historia.
4. Sentido ecológico
de comunión con la creación: Hoy cuando somos tan sensibles a los temas relativos al medio ambiente,
necesitamos un modelo de santidad que
invite a una comunión respetuosa con la
naturaleza, y que apueste por un sentido
ecológico de encuentro con la creación.
5. Talante profético
frente a la lógica del egoísmo capitalista: Ser santo es desmarcarse de la lógica
consumista de las sociedades del
mercado. Es ser profeta,
viviendo un estilo sobrio y sencillo de
relación con las cosas, denunciando
con la propia existencia todas las
esclavitudes que nos vienen impuestas por la idolatría de la mercancía, por la deshumanización de una sociedad
basada en la acumulación insolidaria
de bienes y riquezas.
6. Experiencia renovada
de la contemplación: Hoy, más que nunca, necesitamos hombres y mujeres que
hayan experimentado a Dios en el fuego de la oración contemplativa. Para que lo divino no se
convierta en un asunto de meras palabras, lo prioritario es dejarse transformar por el Dios vivo, en la fragua
de la contemplación y el encuentro personal con el Señor.
7. Dóciles al Espíritu
Santo: Hombres y mujeres del siglo XXI dóciles a la acción renovadora del Espíritu Santo en la Iglesia, a sus
dones y carismas para la edificación del Pueblo de Dios, abiertos a la experiencia siempre nueva de Pentecostés.
8. Sentido comunitario-eclesial
de la santidad: Hombres y mujeres santos
con un profundo sentido comunitario y
eclesial de la vida cristiana. El Santo no vive aislado, es siempre un hombre para los demás, que se entrega a Dios y a los hermanos como miembro vivo de una comunidad eclesial, encarnando el misterio de la comunión
en Cristo, cabeza del Cuerpo.
9. Solidaridad, amor
a los pobres, sentido de la justicia: En un mundo preñado por tantas injusticias
y desigualdades no podríamos entender la santidad sin una búsqueda activa de un cambio social
según el modelo de Jesús en el “Sermón
de la Montaña”, viviendo la santidad a través de gestos concretos de amor y entrega a
los más pobres, de solidaridad con las víctimas.
10. Santidad desde
los sanos valores laicales: Los tiempos nos están llamando a ser santos desde los valores positivos del mundo secular,
construyendo con los hombres y mujeres de buena
voluntad, la sociedad humana: ejerciendo con alegría y espíritu de
servicio nuestro trabajo y profesión,…
participando en una comunidad de vecinos, haciendo la compra y en el mismo autobús
de vuelta a casa.
11. Renovado sentido
misionero y evangelizador: En medio de los avatares del secularismo galopante que domina muchos
ambientes, se nos invita a vivir la gracia de la santidad, con una actitud
misionera y evangelizadora, haciendo presente al Señor más allá del templo y la religión, allí donde los seres
humanos se reúnen y comparten las preocupaciones de cada día.
12. Santos y Santas con
María, la mujer nueva para el nuevo tiempo: Vivamos nuestra experiencia de
la santidad en estrecha comunión con
María, la Madre del Señor, en ella
se realizan a plenitud las características de la santidad del siglo XXI. María,
modelo eximio de santidad en la
Iglesia para todos los tiempos.
¿Y tú, hermano, hermana, que otra característica de la
santidad del siglo XXI agregarías a este pequeño listado?
Relación personal con Dios, sentir a Jesús en nuestro corazón, coherencia entre el sentir, pensar, expresar y actuar, el amor y la armonía familiar, solidaridad, vivir en comunidad con respeto y consideración por los demás, el amor y el respeto hacia nosotros mismos, el amor y el respeto por nuestro planeta, la oración, la alegría, el servicio, la fe! Un breve resumen de tu reflexión para mi vida. Muchas gracias!
ResponderEliminarme parece muy bien e interesante se ve que lo hicieron con amor y mucho cariño me facino las imagenes de jesuscristo
ResponderEliminarPara mi, en el primer punto colocaría la comunión con Jesucristo en el Santisimo Sacramento de la Eucaristía, si se quedó allí en la humildad del pan para nosotros no podemos despreciarlo, solo Él es la vida, Juan 6;54 "El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día." y 6;56 "El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él." Solo Él nos hace santos, no basta ser buenos.
ResponderEliminarGreat post.thank you so much.
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