Nuestra Señora de Aparecida, Brasil |
Los nuevos ateísmos
sostienen la tesis, común entre los pensadores laicistas, de que la religión es
la responsable de todos los males que suceden en el mundo, por lo que promueven su
desaparición de la vida social y, en definitiva, de la mente y los corazones de
los hombres.
Imagine, la
conocida canción de John Lennon, expresa esta concepción negativa de lo
religioso: "Imagine there's no
heaven, it's easy if you try, no hell below us, above us only sky (...) Nothing
to kill or die for, and no religion too" (Imagina que no existe el
cielo cristiano, es fácil si lo intentas, ni infierno debajo nuestro, sobre
nosotros simplemente el cielo (...) Ninguna razón para matar o morir, y tampoco
ninguna religión)
Es una postura claramente reduccionista e ideologizada de la
historia, que, además, atenta contra la dimensión religiosa inherente a la
condición humana.
Nadie niega que las religiones han causado innumerable
conflictos en el pasado, y aún en el presente; que en nombre de Dios se han
cometido injusticias sin cuento; que en determinados contextos históricos las
religiones han podido servir de justificativo ideológico para sostener
prácticas claramente opresivas de la dignidad humana.
Todo esto es cierto.
Pero lo mismo se puede decir de las instituciones políticas
y de las leyes, del ejército, de los sistemas económicos e incluso, en algunos
casos, de la ciencia.
Hubo una "ciencia" social que justificó el
colonialismo, y una "ciencia"
que ideó las bombas quiebrapatas y todo el arsenal de las armas químicas.
Por supuesto, la solución no es eliminar la ciencia que
genera estos males en la humanidad. La ciencia es un bien y un factor de
progreso humano siempre que sus resultados contribuyan a la dignidad de la
personas, al logro de la justicia y la solidaridad.
Esto mismo se aplica al resto de las instituciones sociales,
incluyendo, por supuesto, la religión.
Por eso la tesis de que la religión es el origen de los
males de la sociedad encubre las verdaderas causas de los problemas en la
historia humana: la injusticia, el
inequitativo reparto de las riquezas, los mecanismos de opresión que someten a
pueblos y continentes enteros a la miseria, mientras los poderosos de siempre,
los de ayer y los de hoy, roban y matan si es necesario a fin de mantener sus privilegios.
En lenguaje cristiano hablaríamos, sencillamente, de pecado.
Los nuevos ateísmos
parecen desconocer la contribución de la religión y su papel fundamental en la
vida social: ofrecer experiencias de sentido frente a las contingencias de la
vida, transmitir valores éticos y humanos acordes a la dignidad del ser humano,
fomentar los lazos sociales y el sentimiento de identidad y pertenencia de hombres y pueblos.
Más allá de lo que se nos quiere hacer creer, la religión, y
específicamente el cristianismo, fomenta la paz, el diálogo, la solidaridad;
realiza una encomiable tarea de promoción humana y social, y es actor
protagonista en el campo de la educación, las ciencias, el arte y la cultura.
Frente a la pretensión de una ideología que quiere imponerse
dictatorialmente como pensamiento único, frente a la alienación a que nos vemos
sometidos bajo los efectos narcóticos de las sociedades consumistas, el
cristianismo ofrece un reducto de libertad, un espacio para que el hombre y la
mujer tomen conciencia de su dignidad humana básica, y se conviertan en
promotores de la justicia y la fraternidad en medio de la historia que les toca
vivir.
La verdadera experiencia religiosa es siempre un factor de
humanización, no lo olvidemos.
En síntesis: La religión en sentido estricto no es ni más ni
menos culpable de los males del mundo que el resto de instituciones de la
sociedad. Decir lo contrario es un reduccionismo explicativo que encubre las
verdaderas causas de los problemas que siempre giran en torno al drama de la
injusticia.
@MarceloMartín
@MarceloMartín
Las religiones de este mundo son un cáncer. Muchas son culpables de estar detrás de guerras, de bendecir las armas que iban a matar a otras personas (mítica la foto del apoyo a Hitler), a lo largo de la historia se han acercado al sol que más calienta; haciéndose partícipes en la política, apoyando a quien los apoyan, pero algo está cambiando. Las personas ya no es creen las mentiras, las religiones pierden feligreses, y ganan contrarios. Pero estas parecen no verlo, están demasiado ocupadas llenándose los bolsillos de dinero, dinero de sus muy empobrecidos poco feligreses, dinero de los gobiernos, dinero de las declaraciones de la renta... Dinero al fin y al cabo de muchos que no profesan esas religiones. Y ahí siguen, posicionandose cada vez más en la política, que por todos es sabido que es una lucrativa forma de adquirir riquezas. Y ¿que pasará cuando todos descubran que las religiones sólo buscan prominencia?¿que ocurrirá cuando los políticos (que por conseguir votos hacen lo que sea) se den cuenta de que quien les estorba en sus decisiones, quien se inmiscuye y les quita parte del pastel, ya no sólo no les es rentable en votos, sino que hasta les perjudica seguir dando su apoyo? Si de verdad se busca un cambio en este podrido sistema, pasa por acabar con su gran cáncer: las religiones de este mundo. ¿cuanto más se puede apartar la mirada a esta realidad?
ResponderEliminarBuenas noches, Jacob, he querido publicar tu comentario porque es un ejemplo perfecto de ese pensamiento reduccionista y dogmático, repleto de cliches, que se difunde por ahí en relación a la Religión. Ni siquiera haces referencia a las razones que te expongo en mi artículo, no hay discusión de fondo ni razonamiento, sino una visión ideologizada de la historia que hace imposible cualquier diálogo. Tampoco me brindas el respeto que puede merecer una persona que no compartes tus ideas, sino que das por hecho que sólo existe una visión legitima del mundo: la tuya. Sólo te invito a mirar la historia, todas las tentativas de prohibir la religión en la vida social han terminado en fracaso, quizás porque atenta contra la libertad de las personas, incluso, yo diría contra la libertad primera, la de la conciencia. Considero que en mi artículo se responde a lo que dices, no creo que las religiones en sí mismas sean un mal, pues lo mismo que tú dices de ellas se puede decir del resto de instituciones sociales y de la misma ciencia. Si te tomaras el trabajo de discutirme mis razones, ateniéndote a las cosas que digo realmente, estaría encantado en responderte. Eso sí me gustaría que repitieras tu discurso "anti-religión" frente a las familias que reciben ayuda del grupo de Caritás de mi parroquia, uno de los rincones más golpeados por la crisis de Canarias, allí un grupo de parroquianos, gente obrera de mi zona, intenta con las uñas y sin apenas recursos, socorrer a las victimas del paro y los recortes.
EliminarUn saludo desde aquí,
Marcelo