En estos últimos días participé en un interesante foro donde se debatía si desde el punto de vista de la razón, dejando de lado lo que se nos dice en la revelación cristiana (la Biblia), es legítimo hoy día creer no sólo en Dios, sino también en la Resurrección de Cristo, que es el centro de gravedad de la fe. Hubo un tenderete variopinto de respuestas, algunas de una intolerancia tal, que, amparadas en el anonimato de la red, no se cortaban un pelo a la hora de insultar al contrario; otras demostraban una fe, a mi humilde modo de ver, bastante ingenua. Y entre unas y otras, respuestas lúcidas, llenas de buen sentido y abiertas al diálogo respetuoso, tanto de creyentes como de no creyentes.
Sea como sea, a pesar de que la religión y la experiencia de la fe, en medio de este proceso irrefrenable de secularismo que vivimos, parecen estar de capa caída, me llamó la atención la prolífica participación en dicho foro: ¡más de doscientas intervenciones distintas!, lo que demuestra que el tema sigue vigente y preocupa a mucha gente. En mi caso personal significó una oportunidad para reflexionar sobre los fundamentos de mi propia fe cristiana, y compartir con otros, como dice Pedro en su primera carta, las razones de mi esperanza: “siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que os pida razón de vuestra esperanza. Pero hacedlo con dulzura y respeto.” (1Pe 3,15-16).
Quiero compartir aquí con ustedes la respuesta que he dado con respecto a algunos puntos de la discusión:
1. La Existencia de Dios
Para mí la existencia del mundo, el diseño inteligente que se percibe en la naturaleza, no es posible explicarlo a menos que exista una inteligencia primera que haya conducido sabiamente la evolución de la materia, desde el bing bang hasta la neurona humana, la célula más evolucionada que existe ¿Quién ordenó la molécula del ADN? ¿Quién “dibujó” la simetría y funcionalidad de mis pulmones? Algunos piensan que por simple azar, bajo la guía del principio de la selección natural, que va descartando lo que no funciona, y privilegia naturalmente lo que favorece la supervivencia. Y sin embargo, cabe preguntarse, si ello fuese así, ¿quién estableció esa ley en la naturaleza? ¿se la dio la materia a sí misma? Sinceramente, y con todo respeto, me parece racionalmente absurdo que el orden que se percibe en el mundo e incluso la existencia misma del mundo, no respondan a una causa primera, una fuerza que origina el milagro de la vida. Es como contemplar el cuadro de “La Mona Lisa” y pensar que se pintó sóla, el dibujo se hizo solo, los colores se juntaron por puro azar, y se formó la Mona Lisa. Y cuando veo el cuadro, dado que no he visto nunca a Leonardo Da Vinci, deduzca por ello que no existe un pintor creador de esa hermosa pintura.
Ciencia y fe
Precisamente, como la vida responde a unas pautas o leyes, es posible hacer ciencia, determinar los hechos que se suceden y las relaciones que se establecen entre ellos. El sentido de esos hechos, su significado último para el hombre, y su valoración ética, escapan del campo de la ciencia. Es la esfera de la Religión. En este sentido, yo no veo ninguna oposición entre ciencia y fe. La Biblia no es un libro científico, es una experiencia histórica de fe, vivida en un pueblo y testimoniada en unos relatos que tienen unos géneros literarios. Por ejemplo: El relato del Génesis no puede interpretarse literalmente, algunos estudiosos piensan que es un mito que Israel toma de Babilonia. El mundo no fue hecho en 7 días, ni hay tampoco una serpiente parlanchina coqueteando por el jardín. Eso son figuras o imágenes, detrás de las cuales descubrimos la experiencia de fe de un pueblo: existe un Dios, creador y origen del mundo y de la vida, lo cual no contradice para nada ni la investigación científica, ni la evolución, ni la teoría del bing bang.
¿Es relevante para el ser humano la existencia de Dios?
Cabe preguntarse: ¿por qué es relevante para el ser humano la existencia de Dios? Pienso que lo propio del ser humano es buscar el sentido y el significado de las cosas que vive. La fe en Dios es una experiencia fuerte que da sentido y significado a la vida humana, aunque, claro está, no es la única. Para algunos puede ser la patria, o el arte, o la ciencia, o la justicia social. Sin embargo, la religión apunta quizás a lo más definitivo, al anhelo de trascendencia, dado que nos enfrenta al misterio de la muerte. Recordemos que el ser humano es el único animal que “sabe” que muere, por eso todos los homínidos han hecho ritos funerarios, que en el fondo son ritos religiosos, y por eso la experiencia religiosa es universal, en todas las culturas, a lo largo y ancho de la historia. La creencia en Dios es relevante no sólo porque da sentido y significado al misterio de la propia existencia, sino también a este hecho inexorable de la muerte.
2. La Resurrección de Cristo
Otro aspecto que se abordó en el foro fue el del fundamento histórico de la Resurrección de Cristo. Ante este punto central, los cristianos reconocemos que nuestra fe se basa en el testimonio de los apóstoles y demás testigos de la Iglesia del siglo I, vertidos en los escritos del Nuevo Testamento. Y nada más. Lo curioso es explicar cómo logra extenderse de una manera tan admirable un movimiento como el cristianismo, sin que haya sucedido algo tan impactante como la Resurrección de Cristo. Un grupito de galileos ignorantes y necios, en una provincia pobre del imperio romano, sin grandes recursos, logran imponerse a la cultura greco-romano y penetrar todos los rincones del imperio, soportando tres siglos largos de persecuciones terribles. Me parece por lo menos para pensar. Algo tiene que haber pasado para que la fe en Jesús de Nazaret no sólo haya sobrevivido los embates del tiempo, sino que encima tenga la pretensión de afirmar algo tan rotundo como la Resurrección.
Los relatos del Evangelio sobre la Resurrección
A mí, por ejemplo, el análisis crítico de los relatos de los Evangelios sobre este tema, me confirman que no fueron, ni mucho menos, una idea montada para engañar. Empezando porque a ningún judío se le hubiera ocurrido poner a mujeres como testigos de un hecho tan capital para la fe. Para la ley judía la mujer no servía como testigo en un juicio legal, entonces ¿qué pintan esas mujeres ahí? Además, la idea de la Resurrección no era común en el Antiguo Testamento, y tampoco en la cultura de la época: ¿De dónde surgió esta afirmación? y así otros detalles que vienen del estudio crítico-histórico-cultural de los Evangelios y que confirman que lo que el pueblo de Dios lleva dos mil años confesando, celebrando, testimoniando y hasta dando su sangre por ello, tiene fundamento histórico: “Os hemos dado a conocer el poder y la Venida de nuestro Señor Jesucristo, no siguiendo fábulas ingeniosas, sino después de haber visto con nuestros propios ojos su majestad” (2Pe 1,16)
3. Algunas conclusiones
Comprendo que los argumentos que he expuesto están sujetos a diversas interpretaciones. Son "pistas", racionales, que me han ayudado a vivir mi fe, pero no son pruebas absolutas, que tengan que ser aceptadas por todos como indiscutibles. Eso sería una pretensión poco humilde de mi parte.
De hecho no existe una prueba absoluta, irrefutable, y definitiva ni de la existencia de Dios, ni de la existencia de Cristo, ni mucho menos de su Resurrección. Todos los argumentos que puedan presentarse a favor o en contra, están sujetos a interpretación, son posibles "pistas" que apuntan en uno u otro sentido.
La fe es para mí un acontecimiento personal, una experiencia de vida, que se puede compartir con otros, pero no "demostrar", ni imponer como absoluto. Al remitir a una experiencia personal, siempre podremos dudar (decir por ejemplo que es un autoengaño, o un fenómeno psicológico, etc. Aunque esto tampoco se puede demostrar).
Para mí, el discurso de la razón, como único instrumento de explicación válido de la realidad, tiene sus limitaciones. De allí la crisis de la modernidad y de la posmodernidad. La Religión o la fe, como el arte o como la experiencia del enamoramiento, son intuitivos, se experimentan, se viven. Y luego compartimos esa experiencia. La narramos, pero no la convertimos en una verdad demostrada. Es una forma “distinta” de conocimiento. Querer “demostrar” la experiencia de Jesús Resucitado es tan inútil, como “demostrar” que una flor o una melodía son bellas, o la sensación de estar enamorados. Eso no significa que sean “mentira” la belleza de la flor o el misterio del amor. Simplemente son formas distintas de conocimiento. Lo “vivencial” cede protagonismo a lo “nocional”.
En mi caso la experiencia de fe en Jesucristo me ha ayudado a vivir más plenamente como ser humano, a sentirme comprometido y responsable por el logro de un mundo más justo, fraterno y humano. La fe me ha hecho más sensible, integro y realista. Me ha ayudado a encontrar mi propia identidad humana. Le ha dado sentido a mis sufrimientos y a mis alegrías. Se podrá decir que hay gente que vive esto sin ser cristiano, y es cierto. Pero simplemente hablo de los frutos de la experiencia que yo he vivido. Aunque mi experiencia está sujeta a diversas interpretaciones, para mi propia vida e historia personal son verdad. Y no se trata simplemente, en mi caso, de “ganar” el cielo o evitar el castigo divino. Creo que es el camino de realización humana y ética, aquí en esta historia y en este mundo. En este sentido, me siento en comunión con todos los que luchen por el mismo ideal, sean creyentes o no creyentes.
La legitimidad, para mí, de la experiencia religiosa está, precisamente, en que si nos ayuda, o no, a vivir más plenamente nuestra humanidad integral, a ser más solidarios, a comprometernos con los demás en un mundo de tolerancia, justicia y fraternidad.
Como pueden ver no tengo pruebas irrefutables de lo que creo. Tengo la simpleza de mi propia historia que testimonia a Jesucristo e intenta seguirle. No soy dueño de verdades absolutas y definitivas. Mi fe no es una mera noción intelectual, es un acontecimiento, una gracia, el encuentro con una persona viva, una experiencia liberadora muy real para mí, y que da sentido pleno a mi vida.
De hecho no existe una prueba absoluta, irrefutable, y definitiva ni de la existencia de Dios, ni de la existencia de Cristo, ni mucho menos de su Resurrección. Todos los argumentos que puedan presentarse a favor o en contra, están sujetos a interpretación, son posibles "pistas" que apuntan en uno u otro sentido.
La fe es para mí un acontecimiento personal, una experiencia de vida, que se puede compartir con otros, pero no "demostrar", ni imponer como absoluto. Al remitir a una experiencia personal, siempre podremos dudar (decir por ejemplo que es un autoengaño, o un fenómeno psicológico, etc. Aunque esto tampoco se puede demostrar).
Para mí, el discurso de la razón, como único instrumento de explicación válido de la realidad, tiene sus limitaciones. De allí la crisis de la modernidad y de la posmodernidad. La Religión o la fe, como el arte o como la experiencia del enamoramiento, son intuitivos, se experimentan, se viven. Y luego compartimos esa experiencia. La narramos, pero no la convertimos en una verdad demostrada. Es una forma “distinta” de conocimiento. Querer “demostrar” la experiencia de Jesús Resucitado es tan inútil, como “demostrar” que una flor o una melodía son bellas, o la sensación de estar enamorados. Eso no significa que sean “mentira” la belleza de la flor o el misterio del amor. Simplemente son formas distintas de conocimiento. Lo “vivencial” cede protagonismo a lo “nocional”.
En mi caso la experiencia de fe en Jesucristo me ha ayudado a vivir más plenamente como ser humano, a sentirme comprometido y responsable por el logro de un mundo más justo, fraterno y humano. La fe me ha hecho más sensible, integro y realista. Me ha ayudado a encontrar mi propia identidad humana. Le ha dado sentido a mis sufrimientos y a mis alegrías. Se podrá decir que hay gente que vive esto sin ser cristiano, y es cierto. Pero simplemente hablo de los frutos de la experiencia que yo he vivido. Aunque mi experiencia está sujeta a diversas interpretaciones, para mi propia vida e historia personal son verdad. Y no se trata simplemente, en mi caso, de “ganar” el cielo o evitar el castigo divino. Creo que es el camino de realización humana y ética, aquí en esta historia y en este mundo. En este sentido, me siento en comunión con todos los que luchen por el mismo ideal, sean creyentes o no creyentes.
La legitimidad, para mí, de la experiencia religiosa está, precisamente, en que si nos ayuda, o no, a vivir más plenamente nuestra humanidad integral, a ser más solidarios, a comprometernos con los demás en un mundo de tolerancia, justicia y fraternidad.
Como pueden ver no tengo pruebas irrefutables de lo que creo. Tengo la simpleza de mi propia historia que testimonia a Jesucristo e intenta seguirle. No soy dueño de verdades absolutas y definitivas. Mi fe no es una mera noción intelectual, es un acontecimiento, una gracia, el encuentro con una persona viva, una experiencia liberadora muy real para mí, y que da sentido pleno a mi vida.
Hasta aquí la respuesta que he dado. Estoy abierto a todos los comentarios y opiniones que puedan aportar sobre lo que he expuesto.
@MarceloMartín
@MarceloMartín
Marcelo: Me gusto mucho tu escrito sobre la fe cristiana que tu profesas, al igual que yo. Pero, quizás por respeto al lector, siento que no afirmas con rotunda certeza los fundamentos de nuestra fe. y sabemos que fe es la certeza de lo que se espera y es estar plenamente convencido de lo que creemos, aunque en el momento presente no lo vemos. Que Cristo murió por nosotros, no porque yo lo crea, es una verdad irrefutable. El que quiera prueba, lo busque y lo hallará. Yo era un ateo, convencido 100% de que no existía Dios alguno, pero de tanto escuchar, sin querer, a la gente que me hablaba de Dios, se fue debilitanto mi ateísmo, y en un momento difícil de mi vida dije como última opción: Señor, si existís ayudame. Sana este cuerpo que ya no lo aguanto, y para la gloria de Dios, en menos de 10 min. yo estaba completamente sano. Ese díaq el Señor evito que yo me disparara, según yo, para huir del dolor que me aquejaba. Por tanto, el que quiere prueba irrefutable, tiene que doblegarse ante él y tendrá pruebas irrefutables en su vida. Que Dios te vendiga hno. Marcelo. De Julio Martínez/Nicaragua.
ResponderEliminarJulio, ¡¡Hermano mío, tremendo testimonio!!! Gracias por compartir aquí en el Blog, es cierto que releyendo el artículo que escribí hace ya dos años, me doy cuenta que a lo mejor doy muchas vueltas, pero por supuesto que estoy de acuerdo contigo, y lo afirmo: la fe es un don, una gracia gratuita de Dios, y debemos confesarlo de corazón y con los labios. De todas maneras, el ambiente secularista que prevalece en Europa (yo me formé en América Latina) es todo un reto para los creyentes, aunque más allá de las diferencias y matices, Dios siempre habla y se revela en el corazón del hombre que lo busca con sincero corazón. Por cierto, eres de un país, Nicaragua, que me encantaría conocer por sus bellezas y su gente. Qué el Señor nos bendiga siempre en nuestros caminos. Amén.
EliminarPrueba irrefutable de la existencia de Dios es que cada ser vivo de la creación puede recibir su Gracia en forma especial e individual.Es más, su Gracia se extiende también a lo inerte para otorgar un entorno de regocijo para su más preciada creatura, los seres humanos, Yo, me maravillo cada día de su infinito Amor al abrir mis ojos cada mañana y sentir la Vida en mi ser y ver a mi alrededor la creación. Yo, Mujer, me maravillo de los dones dejados en mí.Dios me ha llamado y se ha preocupado de mí y yo como una niña me he abandonado en sus brazos, El se ocupa de mis asuntos y yo me ocupo de los suyos. Bendición Marcelo maravilloso rincón Gloria de Chile
ResponderEliminar¡¡Qué hermoso tu testimonio y tus palabras tan llenas de luz y de sabiduría!!! Para quienes tienen el radar despierto la creación entera es un libro abierto donde descubrimos tantas maravillas de Dios. Coincido contigo, hay una revelación primera en nuestro propio ser de la presencia de Dios, pues la propia existencia, el misterio de los misterios, nos empuja a buscar el origen, el cual no es otro que el Amor de donde venimos, y al cual encaminamos nuestros pasos. Muchas bendiciones desde Tenerife
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