Estar enamorado no se parece ni al clima ni a la bolsa, temas
que vienen cambiando, y de qué manera, desde hace unas décadas; estar enamorado sigue vigente en la segunda década del siglo XXI, es un tema de lo más democrático
del mundo, y eso que las modas y los usos han impuesto sus cambios generación
tras generación, pero, mírese por donde se mire, en plena era digital usted y yo nos
seguimos enamorando.
Pasa lo que pasa por el barro del que estamos hechos, porque
nos sucede lo que a Adán, allá por los primeros capítulos del Génesis, que una
tarde cualquiera descubre que no es bueno estar solo, y hasta el mismo Dios interviene,
y trata de poner remedio al asunto, y tras hacer un inventario de las demás
criaturas del paraíso, decide finalmente crear una verdadera compañera al
muchacho, carne de la carne y hueso de los huesos del atribulado joven del Edén
bíblico.
Nosotros hemos heredado, merced a una secular ingesta de poemas, películas, canciones, y pare usted de contar, una versión romántica, y en cierta forma trágica, del amor de pareja. Gracias a esto, enamorarse puede convertirse fácilmente en una experiencia peligrosa, un deporte de alto riesgo que puede afectar nuestro sentido de la realidad realísima, y hacernos vivir sentimientos y emociones enajenantes que desdicen de esa ley de la gravedad que nos mantiene sujetos al planeta tierra.
Pero considerando que el estar enamorado, a pesar de los
riesgos que comporta, es, francamente,
una de las experiencias más parecidas a la felicidad, lo que constituye una razón
suficiente para no cerrarnos en banda a los y a las posibles que se asomen por
nuestro horizonte, tomemos algunas cautelas para no quedar atrapados en los infinitos
laberintos del amor, y aprender a vivir con inteligencia la experiencia
gratificante del enamoramiento, como nos reclama el corazón y las entrañas.
Una primera cautela es saber desmitificar a tiempo los
modelos, las concepciones, los valores que nos han transmitido los medios de
comunicación sobre el amor romántico. Para ello es menester una fuerte dosis de
realismo, fijarse bien en la persona en cuestión, explorar sus valores, su
forma de ser, aquello que constituye el núcleo de su personalidad, a fin de averiguar
si existe algún tipo de afinidad que nos haga realmente compatibles con el o la
candidata.
En definitiva, aceptar con realismo a la persona que tengo
delante, sabiendo que los príncipes guapetones y las barbies de blonda cabellera
sólo existen en los cuentos de Walt Disney; reconociendo que es a la persona en
su verdad y esencia lo que hemos de amar, y no al prototipo que nos hallamos hecho de ella.
Este conocimiento requiere intuición y empatía, saber
interpretar las emociones y sentimientos del otro o la otra, establecer un
canal de comunicación que es ya ejercicio y camino del amor.
Pero sobre todo lo más que se necesita es tiempo, no es asunto que podamos
despachar en una tarde. Nada más lejos del verdadero enamoramiento que esos
apuros, esas sesiones descafeinadas de amor
exprés, que con frecuencia impiden
discernir si la persona de la cual nos estamos enamorando realmente llena
nuestro corazón, o se corresponde con nuestros valores y modo de ser.
El enamoramiento, además, vive sus propias etapas, pasado el
hechizo inicial, con sus mariposas volando por el estomago, poco a poco, con el
roce diario, se van creando las bases para el surgimiento de una relación
fundada en ciertos valores que son como las vitaminas para el cuerpo, pues aportan sustancia y energía
a la vida de pareja: la comprensión, la fidelidad, el perdón, la comunicación,
en una palabra, el compromiso de crecer juntos, y que se va construyendo en el ir
y venir de cada día.
Una cautela importante es darse cuenta que mi amado o mi amada
no puede constituir el centro de gravedad de mi existencia. Nadie puede
convertir al otro o a la otra en la razón de ser de su vida, sencillamente porque
la dura realidad nos enseña que los seres humanos fallamos muchas veces, por lo
que sería fundamentar el sentido de la existencia en algo tan voluble y frágil
como solemos ser los seres humanos.
En realidad, como cristiano no puedo decir otra cosa,
nosotros vivimos para Dios, el sí que
es el centro de la vida que disfrutamos, su fundamento más profundo. Esta
aventura no la vivimos en soledad, sino que caminamos con otros y otras,
especialmente con nuestra pareja. Parece
un juego de palabras, pero la perspectiva es lo que importa. No es lo mismo estar
centrado en el Señor, caminando en su servicio junto con mi compañero o compañera,
que fundamentar mi vida en mí pareja, lo que me expone a sufrir veinte mil
decepciones, y compromete mi libertad interior.
En esto, como en todo lo demás, recuerdo la frase del
Hermano Rafael, el monje trapense: Sólo
Dios puede llenar el corazón, y lo llena todo.
Enamorarse es respuesta humana y don de Dios para la mutua
felicidad de quienes se eligen y se quieren querer. No tenemos los cristianos y
las cristianas una visión mojigata del amor humano como algunos maliciosamente creen,
basta conocer el testimonio del pueblo de la Biblia que ha cantado y celebrado
con sublime poesía la experiencia gratificante del amor, como es el caso, por
ejemplo, del Cantar de los Cantares, y de tantos otros textos de la Palabra, revelatorios
de nuestra vocación a la vida de pareja, signo del misterio mismo de Dios, que
se define a sí mismo, precisamente, como amor.
Aquí lo dejo, sabiendo que el buen vino de esta enseñanza,
la buena noticia de Dios para los que se quieren, hemos también de servirla a
nuestros queridos jóvenes, navegantes en medio de la calima de la sociedad
actual, en la mesa de nuestras clases de Religión.
Marcelo
Marce excelente reflexión un abrazo
ResponderEliminarGracias, Bea, un abrazo ;-)
EliminarMuy buena reflexión, maestro. ´
ResponderEliminarPor cierto he conocido de casualidad tu blog. Me mandaron el cuento de la costurera y las CCBB. Debo decir que está currado (el cuento y el blog...por supuesto)y a partir de hoy te seguiré.Además eres una de las pocas personas de las Islas Canarias que conozco con blog y me alegro. Te mando el mío que este curso está un poco abandonadito, pero seguro que puede haber cosas que te gusten y por qué no te quieres hacer también seguidor mío y recomendar a amigos. Es de música.
http://educamusicando.blogspot.com.
Tarda un poquito en cargarse. Dale a la paciencia, pero de eso sabrás mucho.
Genial tu blog hermano, ¡me ha encantado! muy original y me parece un excelente medio para promover la asignatura y establecer puentes más allá del aula. Me ha hecho gracia que el cuentico que escribí de la costurera esté rodando por el Internet ¡Bendito sea Dios si sirve para algo!! Aquí siempre a tu disposición ;-)
Eliminarbuena reflexión sobre el amor! tema de moda!!! jajaja
ResponderEliminarMe gusta mucho tu blog, tomaré alguna idea (siempre citándote) si te parece bien ahora que empiezo yo el mío
un saludo
Sheila, con todo gusto, la verdad es que vamos aprendiendo los unos de los otros, así hemos empezado todos, además la mayoría de los recursos que están colgados en el blog los he tomado de la Red, así que,....¡qué sigan rodando!!!!
EliminarUn abrazo fraterno, ;-)
Maestro, tienes un regalo en mi blog. Pásate cuando quieras a recogerlo.
ResponderEliminarSaludos.
Muchas gracias, amigo, he estado superliado con mil cosas, es un honor el premio que me otorgas,...Un abrazo fraterno ;-)
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