miércoles, 15 de mayo de 2013

Carta de un ateo a su hijo sobre la enseñanza de Religión:



 
En mis vueltas por la Red he encontrado este interesante texto de un político socialista francés, parlamentario y fundador del periódico L´Humanité: Jean Jaurès (1859-1914). Se trata de una carta que dirige a su hijo en respuesta a su solicitud de que lo eximiera de cursar la asignatura de Religión. El chico se jactaba de ser laico hasta la médula, en coherencia con el ateísmo confeso de su progenitor.

He estado revisando la veracidad de la fuente, y a todas luces la carta parece auténtica e incluso, según informa la Web de Javier, fue citada en el parlamento español por Pildain en la Cortes Constituyentes de la II República española (Diario de Sesiones, 1 de marzo de 1933). 




Jaurès
Sorprende la contundencia de la respuesta de Jaurès: “Este justificante, querido hijo, no te lo envío ni te la enviaré jamás” Sorprende además la solidez de su argumentación, tanto más valiosa cuanto que se trata de una persona que no profesa creencias religiosas en su vida personal.

Con lucidez el padre expone cómo el conocimiento del hecho religioso, específicamente del cristianismo, se hace necesario para comprender la cultura, el pensamiento y la historia de Europa y el mundo, por lo que su estudio debe formar parte de la educación integral del ciudadano. Además, afirma, nos ayuda a ser tolerantes y a comprender los sentimientos religiosos de los conciudadanos. Magistral.

Con agudeza sostiene que sólo pueden gloriarse de no ser cristianos aquellos que conocen el cristianismo, pues en caso contrario se puede deducir que su ignorancia los ha conducido a la irreligión.  

Monumento a Jaurès en Carmaux
No he podido evitar acordarme de muchas confrontaciones que he tenido por estos mundos de la enseñanza con aquellos que tienen una visión pintoresca y sesgada de la fe cristiana. Combaten lo que creen saber, ignorantes de su propia ignorancia. Es tremendo.

La carta tiene ya casi los cien años, sin embargo no ha perdido actualidad, pues en nuestro propio entorno ciertos grupos sigue discutiendo hoy día, amparados en un laicismo radical, la legitimidad de la enseñanza de la Religión en el ámbito escolar. 

Es interesante que nosotros mismos, profesores de Religión, estemos claros de los alcances de la asignatura que impartimos, y de su singular importancia en la educación integral de los futuros ciudadanos.

Dado su interés, transcribo a continuación la carta de Jaurès en su totalidad: 

"Querido hijo, me pides un justificante que te exima de cursar la religión, un poco por tener la gloria de proceder de distinta manera que la mayor parte de los condiscípulos, y temo que también un poco para parecer digno hijo de un hombre que no tiene convicciones religiosas. Este justificante, querido hijo, no te lo envío ni te la enviaré jamás.


No es porque desee que seas clerical, a pesar de que no hay en esto ningún peligro, ni lo hay tampoco en que profeses las creencias que te expondrá el profesor. Cuando tengas la edad suficiente para juzgar, serás completamente libre; pero, tengo empeño decidido en que tu instrucción y tu educación sean completas, no lo serían sin un estudio serio de la religión.


Te parecerá extraño este lenguaje después de haber oído tan bellas declaraciones sobre esta cuestión; son hijo mío, declaraciones buenas para arrastrar a algunos, pero que están en pugna con el más elemental buen sentido. ¿Cómo sería completa tu instrucción sin un conocimiento suficiente de las cuestiones religiosas sobre las cuales todo el mundo discute? ¿Quisieras tú, por ignorancia voluntaria, no poder decir una palabra sobre estos asuntos sin exponerte a soltar un disparate?


Dejemos a un lado la política y las discusiones, y veamos lo que se refiere a los conocimientos indispensables que debe tener un hombre de cierta posición. Estudias mitología para comprender historia y la civilización de los griegos de los romanos, y ¿qué comprenderías de la historia de Europa y del mundo entero después de Jesucristo, sin conocer la religión, que cambió la faz del mundo y produjo una nueva civilización? En el arte, ¿qué serán para ti las obras maestras de la Edad Media y de los tiempos modernos, si no conoces el motivo que las ha inspirado y las ideas religiosas que ellas contienen? En las letras, ¿puedes dejar de conocer no sólo a Bossuet, Fenelón, Lacordaire, De Maistre, Veuillot y tantos otros que se ocuparon exclusivamente en cuestiones religiosas, sino también a Corneille, Racine, Hugo, en una palabra a todos estos grandes maestros que debieron al cristianismo sus más bellas inspiraciones? Si se trata de derecho, de filosofía o de moral, ¿puedes ignorar la expresión más clara del Derecho Natural, la filosofía más extendida, la moral más sabia y más universal? -éste es el pensamiento de Juan Jacobo Rousseau-.


Hasta en las ciencias naturales y matemáticas encontrarás la religión: Pascal y Newton eran cristianos fervientes; Ampere era piadoso; Pasteur probaba la existencia de Dios y decía haber recobrado por la ciencia la fe de un bretón; Flammarion se entrega a fantasías teológicas.


¿Querrás tú condenarte a saltar páginas en todas tus lecturas y en todos tus
estudios? Hay que confesarlo: la religión está íntimamente unida a todas las manifestaciones de la inteligencia humana; es la base de la civilización y es ponerse fuera del mundo intelectual y condenarse a una manifiesta inferioridad el no querer conocer una ciencia que han estudiado y que poseen en nuestros días tantas inteligencias preclaras. Ya que hablo de educación: ¿para ser un joven bien educado es preciso conocer y practicar las leyes de la Iglesia? Sólo te diré lo siguiente: nada hay que reprochar a los que las practican fielmente, y con mucha frecuencia hay que llorar por los que no las toman en cuenta. No fijándome sino en la cortesía, en el simple "savoir vivre", hay que convenir en la necesidad de conocer las convicciones y los sentimientos de las personas religiosas. Si no estamos obligados a imitarlas, debemos, por lo menos, comprenderlas, para poder guardarles el respeto, las consideraciones y la tolerancia que les son debidas. Nadie será jamás delicado, fino, ni siquiera presentable sin nociones religiosas.


Querido hijo: convéncete de lo que te digo: muchos tienen interés en que los demás desconozcan la religión; pero todo el mundo desea conocerla. En cuanto a la libertad de conciencia y otras cosas análogas, eso es vana palabrería que rechazan de consuno los hechos y el sentido común. Muchos anti-católicos conocen por lo menos medianamente la religión; otros han recibido educación religiosa; su conducta prueba que han conservado toda su libertad


Además, no es preciso ser un genio para comprender que sólo son verdaderamente libres de no ser cristianos los que tienen facultad para serlo, pues, en caso contrario, la ignorancia les obliga a la irreligión. La cosa es muy clara: la libertad, exige la facultad de poder obrar en sentido contrario. Te sorprenderá esta carta, pero precisa, hijo mío, que un padre diga siempre la verdad a su hijo. Ningún compromiso podría excusarme de esa obligación."


Jean Jaurés

PD: El subrayado es nuestro



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6 comentarios:

  1. Excelente carta. Nos abre los ojos del alma y el corazón... Nos lleva a pensar en aquellos que rechazan las religión sin antes conocerla. Veo en esta carta una muestra de amor, a no juzgar... Algo que todos debemos practicar. Dios te bendiga Marcelo.

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  2. ¡Qué hermosas y sabias palabras!
    A veces nos cegamos a solo intentar convertir a los ateos, y nunca nos fijamos en cuanto nos pueden enseñar ellos... en cuanto nos pueden fortalecer la fe. Esta carta es prueba de ello.
    Excelente material, gracias infinitas por compartirlo.

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    1. Gracias amigo por tu comentario, la verdad es que me gustó tanto esta carta que me puse a investigar si era verdadera o no, y, en efecto, tanto el personaje como el escrito son de fiar, lo cual le da más valor. Creo que esa actitud abierta, de "escucha", está en la línea de lo que el Señor nos pide, al estilo de Jesús con los discípulos de Emaús,
      Un abrazo,
      Marcelo

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  3. Esta carta la tuvo que escribir con el corazón.
    Es muy bonita

    Gracias por compartirlo Marcelo

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    1. Gracias Ami por tu comentario, a mi me asombra su sensatez y sentido de la verdad, más allá incluso de sus convicciones religiosas, y, coincido contigo, en que la verdad siempre es noble, y viene del corazón

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