Hablando con el corazón diré lo que siento: estoy cansado de la cultura de la inmanencia que se ha infiltrado en el mundo de la vida, invadiendo incluso la misma reflexión teológica y la experiencia espiritual de muchos creyentes.
Lo percibo, es una sensación de asfixia, todo se reduce al horizonte de la vida presente, como si todas nuestras posibilidades de realización, humana y espiritual, se agotaran al morir.
No me refiero ahora a quienes se han declarado no creyentes, porque no tengo nada que reprocharles, si son consecuentes con su opción, es de esperar que vivan anclados en la realidad transitoria de este mundo, conscientes de su propia finitud, atados a las limitadas expectativas que ofrece el correr de la historia.
Mi grito se dirige más bien a quienes llamándose creyentes viven en la práctica como si el cielo y la vida eterna no existieran.
Un Evangelio que no anuncie las realidades últimas, y la promesa de la vida futura, está incompleto.
Es cierto que se nos invita a construir la fraternidad aquí en la tierra, siguiendo las enseñanzas de Jesús, practicando el derecho y la justicia, viviendo en obediencia a los mandamientos de Dios, comprometidos con la construcción del Reino en el aquí y el ahora que toca a cada uno.
Pero el compromiso cristiano con la historia tiene una dimensión trascendente que en la cultura contemporánea se silencia: la resurrección, la promesa de la vida futura, el cielo.
Sí, hay que afirmarlo, el cielo existe, es real, y que nadie nos acuse de angelismo. Basta leer el libro del Apocalipsis para darse cuenta de su existencia.
Movido por esta reflexión he hablado del cielo con mis alumnos. Ellos me han escuchado atónitos y extrañados, y lo he hecho consciente de que este tema ni siquiera se menciona mucho en las iglesias y que choca con los valores que vive el mundo de hoy, dominado por la dictadura del relativismo y, como ya dije, la inmanencia.
Mi punto de partida ha sido la experiencia de la Pascua de Cristo. Es asombroso las discusiones que suscita en clase la sola idea de una vida más allá de la tumba. Además, los chicos se dan cuenta, creer en la existencia del cielo tiene consecuencias para el presente, por lo que no es lo mismo creer que no creer, vaya si no.
Por supuesto, con una discusión de clase no se resuelven todas las dudas, pero hemos de sembrar la inquietud y sacudir las conciencias de estos jóvenes que el Señor nos confía y que están adormecidas frente a la urgencia de las grandes preguntas. La sociedad moderna, con su incesante oferta de placebos y analgésicos para el alma, los encierra en su propio carrusel de variedades a la carta.
Los mantiene distraídos, absorbidos en bagatelas, para que no piensen mucho.
¡Hay que despertarlos!, porque la promesa del cielo está en el corazón del credo que confesamos.
¿Cómo será este cielo? En realidad sabemos muy poco sobre nuestro estado futuro, pero una cosa es segura: ¡Veremos a Dios!
Ver a Dios, poseer a Dios, y con Dios todos los bienes, la paz infinita, la alegría inmensa de la comunión de los santos, la experiencia de la gloria eterna, el amor de un Dios que hemos conocido aquí en la tierra como Padre, la luz que no conoce el ocaso.
Que el Espíritu Santo, que obra en nosotros tanto el querer como el obrar según conviene, avive nuestro deseo de alcanzar la dicha que no tiene fin, el cielo que Cristo ha anunciado y que ha abierto para nosotros al resucitar de entre los muertos.
Desear el cielo, y hacerlo presente aquí en la tierra viviendo en la novedad de Cristo, ¡todo un programa de vida!
Hola Marcelo; me hiciste recordar las clases de todas estas semanas con los chiquitines. Yo les hablo del cielo y que allí veremos a Dios y seremos muy felices. Mi clase esta semana ha sido la Ascensión de Jesús al cielo.A mitad de clase les pregunté ¿quién quiere ir al cielo? todos gritaron yoooooo!!!!!
ResponderEliminarSembremos la Verdad en los niños,hablemos de lo que nos habló nuestro Señor,enseñemos con la Biblia en la mano,ellos lo agradecerán.
ResponderEliminarBendecido fin de semana.
El cielo es un tema del que me encanta hablar, sueño con estar allá, con vivir allá donde no habrá más llanto, ni dolor, ni muerte.... comparto un canto infantil que habla del cielo y es muy bonito.
ResponderEliminarBendiciones!
http://www.youtube.com/watch?v=3c8CPoCLbkU