Recuerdo vagamente haber visto en la niñez este corto de 1942: Aquarela Do Brasil, basado en la conocida canción del mismo nombre del compositor brasileño Aloysio Oliveira. Una verdadera joya del cine de Disney.
Lo bello, junto con lo bueno y con lo verdadero resisten siempre el paso del tiempo.
Bondad, verdad y belleza, una trinidad indivisible (como la de Dios). Hoy cuando la filosofía se ha visto reducida en muchos ambientes a un mero análisis del lenguaje, reivindicamos la vuelta al ser, la realidad de lo que existe, de lo que está ahí y sale a nuestro encuentro.
Abramos los ojos para que no seamos de los que miran pero no ven.
Brasil siempre ha tenido para mi un cierto sabor a paraíso adánico, una vuelta a la pulsión primera, al prolífico color de las primeras páginas del Génesis.
La creación es un derroche, Brasil es un derroche.
¿Tiene valor educativo este vídeo para las nuevas generaciones? No lo sé, vivimos hoy día sumergidos en una cultura que promueve lo feo, el perfil canalla de la vida, lo veo en mis alumnos, incluso en los más pequeños.
Nadie les ha enseñado a asombrarse del milagro del color y del mar, del amanecer y del crepúsculo. Ni a mirar a las flores, ni a escuchar a los pájaros.
Tienen el radar del corazón dormido. Están pendientes del whatsapp, la play, el Tuenti, de la marca de las zapatillas deportivas, de la última serie cutre de Telecinco. Y cuando se cansan de todo esto nos miran a la cara y nos dicen que están aburridos, un síntoma tremendo de que no son capaces de estar con ellos mismos, de la pobreza de sus intereses,
Pero somos nosotros los responsables, ellos nos imitan. La crisis no es sólo de los jóvenes, es sobre todo de los adultos, del hombre y la mujer alienado y sobre-explotado, del sistema deshumanizante al que estamos sometidos y que roba toda posibilidad poética de la vida.
Entretanto, marquemos la diferencia, hablemos de lo bello, bueno y verdadero que es este mundo, el escenario donde Dios se sigue revelando/salvando a los hombres.
La fe en un Dios creador, un gesto admirativo, una experiencia que nos libera y humaniza, que nos ayuda a penetrar en el misterio de lo que somos.
"Porque lo invisible de Dios, desde la creación del mundo, se deja ver a la inteligencia a través de sus obras; su poder eterno y su divinidad,..." (Rom. 1, 20)
Saludos Marcelo.
ResponderEliminarMaravillarnos de lo que Dios ha creado es asombroso. Por lo menos de mi parte siento cosquillas en mis estómago cuando nuestro Señor nos sorprende con tan hermosa creación. Cuando era niño aun se podía ir afuera a jugar el escondite u otros juegos típicos de mi querido Puerto Rico. Pero ya hoy en día es lamentable que los niños y jóvenes esten más pegados a su teléfono inteligente y menos contacto con la naturaleza.
Hay que ser sabios con el uso de la tecnología, pero creo que nada se compara con contemplar las maravillas de Dios.