"La última oración de los mártires cristianos", Jean Leon Gerome |
"Mártires cristianos en el Coliseo", Konstantin Flavitsky |
"El escogió la fe", Pavel Ryzhenko |
"Antorchas de Nerón", Henry Siemradzky |
"La Dirce cristiana", Henry Siemradzky |
"Teniendo delante tan gran nube de testigos,...
corramos con fortaleza la prueba que se nos
propone, fijos los ojos en Jesús,.."
Heb. 12, (1-2)
Hoy la liturgia recuerda a los Santos protomártires de la Iglesia de Roma.
Recuerdo haber visto de niño en la tele la película QUO VADIS, una impresionante megaproducción hollywoodense de los 50, sobre la persecución que sufrió la iglesia de Roma en tiempos de Nerón hacia el año 64.
Según afirma la tradición, acusados los cristianos por el emperador de ser los causantes del incendio de la ciudad, fueron sometidos a torturas, convertidos en antorchas humanas, crucificados, y entregados a las bestias en los juegos del Coliseo.
De esta persecución da testimonio el historiador Tácito en su obra "Annales":
«Pero ni con los medios humanos, ni con la generosidad del emperador
o el aplacamiento de los dioses desaparecía la mala fama por la
cual se creía que el incendio había sido provocado. Por ello, para acabar
con el rumor, Nerón presentó como reos y sometió a refinados castigos
a quienes, odiados por culpa de sus inmoralidades, la gente llamaba
‘cristianos’. El fundador de la secta, fue Cristo, el cual, imperando Tiberio, había sido ajusticiado por orden de Poncio Pilato, procurador de la Judea; y aunque por entonces se reprimió algún tanto aquella perniciosa superstición, tornaba otra vez a reverdecer, no solamente en Judea, origen de este mal, sino también en Roma
Fueron, pues, detenidos al principio los que profesaban públicamente esta religión, y después, por delaciones de aquellos, una multitud infinita, no tanto por el delito del incendio que se les imputaba, como por hallarse convictos de aborrecimiento al género humano. Añadióse a la justicia que se hizo de estos la burla y escarnio con que se les daba la muerte
A unos vestían de pellejos de fieras, para que de esta manera los despedazasen los perros; a otros ponían en cruces; a otros echaban sobre grandes rimeros de leña a los que pegaban fuego para que, ardiendo con ellos, sirviesen de alumbrar en las tinieblas de la noche».
Fueron, pues, detenidos al principio los que profesaban públicamente esta religión, y después, por delaciones de aquellos, una multitud infinita, no tanto por el delito del incendio que se les imputaba, como por hallarse convictos de aborrecimiento al género humano. Añadióse a la justicia que se hizo de estos la burla y escarnio con que se les daba la muerte
A unos vestían de pellejos de fieras, para que de esta manera los despedazasen los perros; a otros ponían en cruces; a otros echaban sobre grandes rimeros de leña a los que pegaban fuego para que, ardiendo con ellos, sirviesen de alumbrar en las tinieblas de la noche».
Otro documento antiguo que habla sobre estos hechos es "La Carta a los Corintios", escrita por el Papa San Clemente de Roma.
Esta matanza de cristianos marcó la pauta de la situación que vivirían los seguidores del Camino hasta comienzos del siglo IV: períodos de cruel persecución intercalados con períodos de relativa paz y tolerancia.
De todo ello tenemos abundante testimonio en esa joya de la literatura cristiana antigua que son: Las actas de los mártires, verdadero tesoro de espiritualidad que ha nutrido la fe de generaciones y generaciones de discípulos de Jesús.
Eran tiempos en que ser cristiano significaba estar fuera de la ley, tiempos en que ser discípulo te podía costar la vida.
En realidad las persecuciones nunca han estado ausentes de la vida de la Iglesia, ellas son signo de la autenticidad de nuestro seguimiento al Señor: "Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa" (Mt. 5,11). Y además san Pablo nos recuerda que todos los que queremos vivir piadosamente en Cristo Jesús seremos perseguidos. (2 Tim. 3,12).
Hoy vemos con el corazón roto la masacre que se está perpetrando contra los cristianos del Medio Oriente y África por parte de grupos extremistas musulmanes, un mártirio de sangre que nos recuerda las atrocidades de la Roma antigua.
Pero también aquí en Europa, y en general en Occidente, hemos comenzado a vivir los cristianos tiempos de persecución aunque de manera, hasta ahora, incruenta. Una ideología que propugna un laicismo radical ha ido infiltrando en la sociedad una mentalidad anti-cristiana que pretende erradicar de la cultura todo vestigio de fe en Jesucristo.
En nombre de este laicismo se insulta y se ridiculiza a las personas y sus creencias, se ofenden sus sentimientos religiosos, se les silencia en los medios de comunicación social, se manipulan con mentira sus palabras, se arremete contra todo lo que los cristianos consideramos sagrado.
A veces de una manera más directa, a veces solapadamente, pero todo esto está sucediendo ahora mismo en España, y, en general, en toda Europa.
Si esto no es persecución, más o menos disfrazada, que alguien me diga como llamarlo.
Ante estos tiempos adversos, tengamos delante de los ojos "la gran nube de testigos", estos hombres y mujeres del siglo I, que asistidos por la gracia del Espíritu Santo y siguiendo en todo al Crucificado confesaron la fe que profesamos con la sangre de su martirio.
Que el Señor nos guarde a todos en su gran misericordia. Amén.
Hoy vemos con el corazón roto la masacre que se está perpetrando contra los cristianos del Medio Oriente y África por parte de grupos extremistas musulmanes, un mártirio de sangre que nos recuerda las atrocidades de la Roma antigua.
Pero también aquí en Europa, y en general en Occidente, hemos comenzado a vivir los cristianos tiempos de persecución aunque de manera, hasta ahora, incruenta. Una ideología que propugna un laicismo radical ha ido infiltrando en la sociedad una mentalidad anti-cristiana que pretende erradicar de la cultura todo vestigio de fe en Jesucristo.
En nombre de este laicismo se insulta y se ridiculiza a las personas y sus creencias, se ofenden sus sentimientos religiosos, se les silencia en los medios de comunicación social, se manipulan con mentira sus palabras, se arremete contra todo lo que los cristianos consideramos sagrado.
A veces de una manera más directa, a veces solapadamente, pero todo esto está sucediendo ahora mismo en España, y, en general, en toda Europa.
Si esto no es persecución, más o menos disfrazada, que alguien me diga como llamarlo.
Ante estos tiempos adversos, tengamos delante de los ojos "la gran nube de testigos", estos hombres y mujeres del siglo I, que asistidos por la gracia del Espíritu Santo y siguiendo en todo al Crucificado confesaron la fe que profesamos con la sangre de su martirio.
Que el Señor nos guarde a todos en su gran misericordia. Amén.
@elblogdemarcelo
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