Hoy se cumplen ocho años de los atentados del 11 de marzo en Madrid, el mayor ataque terrorista llevado a cabo hasta ahora en Europa donde murieron 194 personas, y 1.858 resultaron heridas.
Viendo las noticias del mediodía, observo con estupor que para conmemorar dicha tragedia se celebraron dos actos distintos, con rostros y discursos distintos, unos frente a otros, y, en el medio, pienso yo, las víctimas. Uno en la estación de Atocha a las diez de la mañana; otro, horas más tarde, en el madrileño Parque del Retiro.
Y aunque ambos dicen honrar a las víctimas, a mi me queda un sabor amargo en el gaznate. No me imagino al pueblo de Estados Unidos celebrando dos conmemoraciones contrapuestas del Ataque a las Torres Gemelas del WTC, ni a los noruegos agruparse en dos versiones diferentes de la tragedia de Oslo del pasado julio.
En los momentos de luto nacional, los grandes pueblos dejan a un lado sus diferencias, y se plantan para recordar y llorar juntos el sufrimiento de sus ciudadanos y ciudadanas.
Señoras y señores, ¿por qué dos actos distintos para recordar a las víctimas del 11 M?
Ahí les dejo la pregunta, que cada quien en su conciencia se responda.
Como cristiano, y como ciudadano, pido yo también que se esclarezca todo lo que se pueda el caso. Las veces que sea necesario. Es un deber de justicia. El dolor de las víctimas lo merece.
Sí, el dolor de las víctimas, nuestros hermanos y hermanas, con nombres y apellidos concretos, debería estar por encima de las ideologías e intereses partidistas y de grupo. Debería.
Entretanto, vaya mi oración desde el sur de Tenerife por todos los que perdieron algún ser querido en este día de dolor y muerte: hijos, hijas, hermanos, hermanas, padres, madres, familiares, compañeros, compañeras, amigos, amigas,...
Respetamos y honramos la memoria de todos los caídos en la tragedía del 11 M.
Señor Jesucristo manifiesta tu poder sanando los corazones afligidos, consolando a los que todavía lloran, curando las heridas causadas en nuestra sociedad por la violencia indiscriminada y terrible del terrorismo. Regálanos el don de la paz, y el milagro del perdón. Amén.
No te lo vas a creer pensamo lo mismo y escribí una rfelxión tuve la misma sensacion un abrazo
ResponderEliminar¡Estimado Marcelo! Paz y Bien.
ResponderEliminarNo puedo por menos que suscribir todas y cada una de las afirmaciones de la estupenda reflexión que acabas de regalarnos. Pienso que una sociedad que no se muestre unida ante el terror, dice muy poco en su favor. Algo no está funcionando bien cuando anteponemos la ideología y el partidismo al dolor de las víctimas y a la solidaridad.
Aunque a mí no me tocó directamente la tragedia de aquel fatídico 11M, sí tengo algún compañero profesor que perdió a un familiar y una vecina que no le tocó de milagro, pues iba en el tren anterior al de las bombas.
Me uno, de corazón, a tu oración al Señor por las víctimas y sus familiares.
Un sentido y fraterno abrazo, desde Madrid, en un 11M para no olvidar aquel 11M.
José Manuel