Un sencillo vídeo musical sobre la Parábola del Fariseo y el Publicano (Lc. 18, 9-14). Aunque está pensado, básicamente, para los niños, su mensaje no tiene edad, ...los "grandes" también podemos verlo y escucharlo con los "ojos" del corazón,...
Excelente recurso para la clase de Religión de primaria.
Es curioso, el Fariseo ayunaba, pagaba el diezmo, cumplía los mandamientos,...pero no practicaba lo principal: El amor. Era el "acusador" de sus hermanos delante de Dios.
Problemas de "visión"
Una bella historia, que escuché en un monasterio, contaba que Dios, cansado de estar sentado todo el santo día en su encumbrado trono, dejó por un momento su silla, y decidió dar un pequeño paseo por las praderas del cielo. Un angelito travieso que pasaba por la corte celestial, al ver vacío el sitial de Dios, se sentó en él. Desde allí pudo contemplar, en una especie de zapping telecelestial, todas las miserias, los robos, los asesinatos, las mentiras, la violencia, en definitiva, la variopinta maldad de los hombres. Absorto en esta aterradora visión, lo sorprendió el buen Dios, que regresaba de dar sus vueltas por la campiña celeste.
- ¿Qué haces sentado en mi trono, angelito?, ¿No sabes que esa silla me está reservada sólo a mí?, - le preguntó Dios.
- Oh Dios - le respondió el angelito, poniendo carita de "yo no fui"- perdona, es que venía a hacerte una visita, y cómo no estabas,... pues me senté, vale, perdóname...Mira, nunca pensé,...
- Ya me imagino lo que viste, angelito.
- Sí, es espantoso. ¿Cómo lo soportas?, ¿Cómo no los destruyes de inmediato con un rayo de tu divina justicia? Es lo que merecen los humanos.
- Es que sólo viste una parte. Te faltaban mis gafas.
- ¿Tus gafas?
- Sí, con ellas puedes ver más allá de lo que se "ve" a simple vista,...ellas me permiten poner mi corazón en las miserias humanas, ...conocer lo que hay dentro, muy adentro de los hombres, sus debilidades, sus sufrimientos y sus luchas, la soledad, el desamparo, la falta de amor,...
- Es verdad, eso no lo vi.
- Claro, sólo yo, con mis gafas, puedo ver y penetrar hasta el último rincón del corazón humano. Por eso, les he mandado a los hombres que no se juzguen unos a otros. Ellos, como tú, sólo ven lo externo.
- Buen Dios, una última cosa, - se aventuró a decir el angelito, que ya tenía cara de sueño - , ¿Y cómo se llaman esas gafas tuyas?
- Misericordia, querido angelito, esas gafas se llaman Misericordia. Venga, no vuelvas a sentarte en mi sitio, pero ven a visitarme cuando quieras. Ahora dame un abrazo, y vete a dormir, que mañana te quiero bien despierto en el coro, con tus hermanitos.
Y el viejo monje que me refería está historia, dijo en su oración secreta:
Padre Santo, por favor, en el nombre de tu hijo Jesús, préstanos tus gafas,...Amén.
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