sábado, 6 de noviembre de 2010

MARÍA, MADRE DE LOS HOMBRES


Un libro sobre María, la madre de Dios, y de toda la humanidad, que va recorriendo los principales temas de la teología mariana, desde la perspectiva de su misión maternal en favor nuestro, no sólo de los que "formalmente" integramos la santa Iglesia, sino de los hombres y las mujeres que habitamos este planeta, plenamente solidaria con el designio de Dios, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad ( 1Tim. 2, 4).

El subtitulo del libro es Orar a María en la Iglesia, quizás porque en el cumplimiento de su vocación maternal, la oración ocupa un lugar privilegiado. En el camino de la plegaria, la maternidad de María se hace presente cuando:




Oramos con María : Es la oración de los discípulos en el cenáculo de Pentecostés (Hech. 1, 14). Nos unimos a la oración de María, y oramos con ella, cada vez que nos identificamos con las intenciones de su amor misericordioso. La humanidad que sufre, la Iglesia, el advenimiento del Reino de Dios, ...todas las necesidades de los hombres...Orando con María, nos unimos a la Iglesia, formamos un sólo corazón y una sola alma entre nosotros, y nos unimos a Cristo, nuestra cabeza.

Oramos como María: María nos enseña a orar desde su profunda unión con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Una oración que es entrega a la voluntad de Dios ( Lc. 1, 38), que contempla su Palabra en el silencio del corazón (Lc. 2,19), que adelanta, por su fe, la hora del Mesías y presenta a Jesús las necesidades de los hermanos (Jn. 2, 3), que alaba su grandeza y se goza con su salvación ( Lc. 1, 46), que acompaña y participa de los sufrimientos de Cristo ( Jn. 19, 25), que se une a la oración comunitaria, perseverando con los hermanos y hermanas, para que sean revestidos de la fuerza del Espíritu Santo ( Hch. 1,14), el mismo que la había cubierto a ella con su sombra en el misterio de la encarnación (Lc. 1,35).

Oramos a María: María es experimentada como verdadera madre, de un modo muy especial, cuando acudimos a ella como medianera de gracia y bendición, frente a nuestro único mediador, Jesucristo, Señor nuestro. Una larga tradición eclesial la reconoce como abogada de misericordia, auxiliadora de los cristianos, refugio de los pecadores y de los que sufren. Tantas imágenes de Nuestra Señora, por innumerables pueblos y naciones de la tierra, dan testimonio de esta profunda experiencia del amor maternal de María, de la eficacia de su oración delante del Señor, de la confianza filial que inspira en los corazones de sus hijos e hijas. Como a los magos en Belén, ella siempre nos presenta a Jesús para que lo adoremos (Mt. 2, 11), y le rindamos nuestras vidas en su obsequio.

Para acudir a María hay que tener espíritu de pobre, reconocerse necesitado de la misericordia de Dios, hacerse como niños. Quizás por eso, los pobres de la tierra son los que mejor comprenden la misión maternal de la Madre de Jesús.

Qué el Espíritu Santo nos inspire a cada uno un gran amor a la Madre de Nuestro Señor, y que ella nos ayude a crecer como discípulos de Jesús, tomando como guía el Evangelio, y viviendo el mandamiento nuevo del amor. Amén.


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2 comentarios:

  1. Muy buena entrada! Me encantó! Lo compartí en mi FB.

    Bendiciones! :D

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  2. Gracias amigo, ¡Qué la Madre de Dios te acompañe y te bendiga siempre en tus caminos! Un saludo, Marcelo

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