A continuación les presento un interesante artículo publicado por el periódico español ABC, en su edición del 24/12/10, sobre la actual ciudad de Belén.
Es paradójico que el lugar de Nacimiento del Rey de la paz, viva sumido en una precaria situación económica, política y social, producto de los conflictos de los hombres, de la cerrazón de tantos corazones.
Buen Jesús, haz que algún día Belén, sea Belén de verdad, tierra de paz y bendición.
«Solo se acuerdan de nosotros cuando cantan villancicos», se lamenta el alcalde de esta dura ciudad palestina
LAURA L. CARO / BELEN (CISJORDANIA)
Día 24/12/2010Conviene dejar claro que en Belén no hay pastorcillos, ni ríos de plata con peces, ni los palmerales se extienden al pie de montañas nevadas. A Belén se entra atravesando un muro que recuerda al de Berlín por una compuerta como la de Parque Jurásico, donde militares israelíes con el M-16 al hombro controlan coches, revisan pasaportes y levantan la barrera fronteriza.
A partir de ahí, lo mejor es hacerse a la idea de que una cosa es la realidad y otra la ciudad mental de ángeles, paz y amor de la que hablan los villancicos. Belén es territorio palestino ocupado, cercado por 17 asentamientos judíos en los que viven 91.500 colonos. Un grafiti pintado en el cemento de la valla de separación lo recuerda nada más llegar: «Merry Christmas world from the Bethselem guetto» (Feliz Navidad mundo, desde el gueto de Belén) junto a letreros gigantes que reclaman «libertad para Palestina».
Con todo, el espejismo de normalidad en Cisjordania e Israel ha hecho volver este año a los peregrinos a Belén. Los días 24 y 25, —según los datos ofrecidos por el alcalde, Victor Batarseh—, se espera una afluencia de entre 20.000 y 25.000 visitantes, 90.000 en todas las navidades. En lo que va de 2010 ya ha recibido 1,4 millones de viajeros, un 60 por 100 más que en 2009. No se veía algo así desde el estallido de la Intifada de 2000, cuando el miedo secó la que es principal fuente de ingresos de la ciudad.
En su despacho del Ayuntamiento, Batarseh se lamenta de que la ocupación israelí ha hecho del pueblo una «cárcel aislada» y sigue secuestrando su economía. Las estadísticas del Ministerio de Turismo palestino que dirige Khulud Daibes dicen que el 70 por 100 de los beneficios de esta industria se los queda Israel, que monopoliza las excursiones y los grupos de peregrinos sin darles apenas tiempo a comprar un rosario antes de llevárselos de vuelta a Jerusalén. La que sería la otra gran fuente de ingresos, la agricultura, también está perdida: sólo el 13 por 100 de las tierras del distrito permanecen bajo su control, según la Autoridad Nacional Palestina. El resto quedó al otro lado del muro o ha sido confiscado. El paro es del 23 por ciento. Diez mil belenitas, 4.000 de ellos cristianos, se han ido a vivir al extranjero en la última década. Con la crisis, además ha decaído el apoyo financiero exterior.
SIN DINERO«Solo se acuerdan de nosotros cuando cantan villancicos», se queja el alcalde, molesto porque esta Navidad —dice— «ni EE.UU., ni España, ni Francia nos han dado un céntimo… se han olvidado completamente». Hace dos sábados, ni siquiera habían llegado los 50.000 shekels de costumbre de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) para la decoración callejera. Y el resultado puede ser una huelga de empleados municipales en plenas fiestas, que arruinaría los esfuerzos por lucir la ciudad en estos días en que toda la Cristiandad mira hacia ella. «Lo temo —asegura el primer edil—, no hemos pagado a los funcionarios los salarios de noviembre y diciembre, no hay dinero».
La ministra Daibes subraya que con la llegada de turistas «no nos sentimos tan solos, a pesar del muro» y recuerda que el eslogan elegido en Belén para estas fiestas es «Reza por la paz en Palestina». El alcalde es escéptico: «Si Israel no es capaz de frenar los asentamientos ilegales, ¿cómo podemos hacer la paz?», se pregunta. El 15 de diciembre, en su discurso con motivo el encendido del árbol en la Plaza del Pesebre, se mostraba más amargo: «En uno o dos años no quedará tierra para formar un Estado palestino viable". El jefe del equipo negociador palestino, Saeb Erekat, ratificaba este miércoles en Belén que “mientras no se detenga el proceso colonizador” no van a regresar a la mesa de diálogo con Israel.
Fuente: Periódico ABC
Día 24/12/2010Conviene dejar claro que en Belén no hay pastorcillos, ni ríos de plata con peces, ni los palmerales se extienden al pie de montañas nevadas. A Belén se entra atravesando un muro que recuerda al de Berlín por una compuerta como la de Parque Jurásico, donde militares israelíes con el M-16 al hombro controlan coches, revisan pasaportes y levantan la barrera fronteriza.
A partir de ahí, lo mejor es hacerse a la idea de que una cosa es la realidad y otra la ciudad mental de ángeles, paz y amor de la que hablan los villancicos. Belén es territorio palestino ocupado, cercado por 17 asentamientos judíos en los que viven 91.500 colonos. Un grafiti pintado en el cemento de la valla de separación lo recuerda nada más llegar: «Merry Christmas world from the Bethselem guetto» (Feliz Navidad mundo, desde el gueto de Belén) junto a letreros gigantes que reclaman «libertad para Palestina».
Con todo, el espejismo de normalidad en Cisjordania e Israel ha hecho volver este año a los peregrinos a Belén. Los días 24 y 25, —según los datos ofrecidos por el alcalde, Victor Batarseh—, se espera una afluencia de entre 20.000 y 25.000 visitantes, 90.000 en todas las navidades. En lo que va de 2010 ya ha recibido 1,4 millones de viajeros, un 60 por 100 más que en 2009. No se veía algo así desde el estallido de la Intifada de 2000, cuando el miedo secó la que es principal fuente de ingresos de la ciudad.
En su despacho del Ayuntamiento, Batarseh se lamenta de que la ocupación israelí ha hecho del pueblo una «cárcel aislada» y sigue secuestrando su economía. Las estadísticas del Ministerio de Turismo palestino que dirige Khulud Daibes dicen que el 70 por 100 de los beneficios de esta industria se los queda Israel, que monopoliza las excursiones y los grupos de peregrinos sin darles apenas tiempo a comprar un rosario antes de llevárselos de vuelta a Jerusalén. La que sería la otra gran fuente de ingresos, la agricultura, también está perdida: sólo el 13 por 100 de las tierras del distrito permanecen bajo su control, según la Autoridad Nacional Palestina. El resto quedó al otro lado del muro o ha sido confiscado. El paro es del 23 por ciento. Diez mil belenitas, 4.000 de ellos cristianos, se han ido a vivir al extranjero en la última década. Con la crisis, además ha decaído el apoyo financiero exterior.
SIN DINERO«Solo se acuerdan de nosotros cuando cantan villancicos», se queja el alcalde, molesto porque esta Navidad —dice— «ni EE.UU., ni España, ni Francia nos han dado un céntimo… se han olvidado completamente». Hace dos sábados, ni siquiera habían llegado los 50.000 shekels de costumbre de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) para la decoración callejera. Y el resultado puede ser una huelga de empleados municipales en plenas fiestas, que arruinaría los esfuerzos por lucir la ciudad en estos días en que toda la Cristiandad mira hacia ella. «Lo temo —asegura el primer edil—, no hemos pagado a los funcionarios los salarios de noviembre y diciembre, no hay dinero».
La ministra Daibes subraya que con la llegada de turistas «no nos sentimos tan solos, a pesar del muro» y recuerda que el eslogan elegido en Belén para estas fiestas es «Reza por la paz en Palestina». El alcalde es escéptico: «Si Israel no es capaz de frenar los asentamientos ilegales, ¿cómo podemos hacer la paz?», se pregunta. El 15 de diciembre, en su discurso con motivo el encendido del árbol en la Plaza del Pesebre, se mostraba más amargo: «En uno o dos años no quedará tierra para formar un Estado palestino viable". El jefe del equipo negociador palestino, Saeb Erekat, ratificaba este miércoles en Belén que “mientras no se detenga el proceso colonizador” no van a regresar a la mesa de diálogo con Israel.
Fuente: Periódico ABC
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