miércoles, 29 de febrero de 2012

Orar a Dios desde la historia


Hay días en que apenas nos queda un poquitín de esperanza, algo de fe, unos sorbos de caridad y buenas maneras.

Veo las noticias. La Unicef habla del empeoramiento, gracias a la crisis, de las condiciones de vida de millones de niños y niñas del tercer mundo, del primero, de la misma España. Cambio de canal, el rostro curtido de estos pibes se me cuela en la sopa.

Una rubia de La Sexta, vaya canal sofisticado,  enseña con mucho bombo el palacete de no sé que tío importante, ¿Quién vive ahí? se llama el programa. Nueva bofetada, otro canal, por favor, por favor,...

Efectos de la crisis, el paro y otras perlas, sobre el estado de ánimo de la gente ¡Venga ya, señores del 24 horas, déjenme respirar! Ahora vuelvo, entretanto, programita acojonante de la 2: Se ha comprobado: ¡aumenta el sector del lujo en nuestro país! Sí, sí, coches que corren a toda pastilla, joyas que relucen, viajes al quinto pino,....

Violencia.

Decido acostarme de una vez. En días así, mi alma no anda para discursos muy floridos en la plegaria. Es más, estoy tentado, no rezo, y punto.

Pero no, Señor, ¡qué digo! que suba de mis labios como bien pueda la sobriedad de un Padrenuestro. Sabemos que ya te vale, que bien que nos conoces tú por dentro.

Padre querido, que nuestra oración sea el desafío de quien quiere creer, amar y esperar desde este lado de la trinchera. Cueste lo que cueste.

El pan cotidiano, Señor, el pan, dánosle hoy, y que este hoy sea hoy de verdad

Hay días en que no deberíamos dejar de orar ni un sólo instante.

Para acompañar este post, aquí les dejo un libro muy a tono con lo dicho: La fe como confianza del francés Gerard Fourez.

LA FE COMO CONFIANZA: DESCARGAR

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