domingo, 24 de julio de 2011

EL MOVIMIENTO DE LOS INDIGNADOS, PROFECÍA Y DISCERNIMIENTO: Una valoración cristiana


Estos últimos meses he seguido con atención el movimiento de los indignados, quizás porque me siento interpretado en ese sentimiento de indignación que ellos abanderan ante el status quo que padecemos, especialmente agravado por la forma como ha venido enfrentando la presente crisis económica el actual gobierno de España, y, sobre todo, la Unión Europea, y los organismos financieros internacionales.

Desde la soledad de este sur de Tenerife, cuando vi en mi televisor a los jóvenes, congregados en las plazas y gritando consignas, me di cuenta que no estaba solo con mi propia rabia e indignación. Un montón de gente ha estado sintiendo lo mismo que yo.

De hecho, ya en este blog, en marzo, antes que se sucedieran las acampadas multitudinarias de Sol, publiqué una pequeña reflexión sobre la dictadura de los mercados, (Véase: Rizando el Rizo: ¿quién gobierna en Europa, los líderes políticos o los mercados?). Además, por esas cosas que pasan, en abril había leído el pequeño libro titulado ¡Indignaos!, del filósofo francés Stéphane Hessel, sin imaginar las repercusiones que iba a tener en la vida de muchos ciudadanos y ciudadanas de este país.

Con el Evangelio en la mano, no puedo menos que reconocer el talante profético de este movimiento, con sus críticas a los líderes políticos, al sistema electoral, al comportamiento insolidario e inhumano de la banca, a unas medidas que han significado una merma de derechos sociales fundamentales.

Es verdadera profecía cristiana exigir otra manera de resolver los problemas financieros, buscando vías que salvaguarden la dignidad y la esperanza del ciudadano y la ciudadana común.

 

Especialmente notorio ha sido en estos últimos meses la pretensión de los indignados de detener los desahucios, que a diestra y siniestra se están sucediendo a lo largo y ancho de la nación española, pidiendo la reivindicación de la dación en pago de la propiedad hipotecada, una exigencia elemental de justicia social y humanidad.


Mientras las finanzas públicas se ponen a disposición de las entidades financieras, esas mismas finanzas, patrimonio común de los españoles, no se aprestan a socorrer a familias que soportan situaciones dantescas de desamparo y precariedad, dignas de los capítulos más tenebrosos de algún novelón de Charles Dickens. Chapó, por estos indignados cuando plantan cara a una banca y a unas leyes tan contrarias a la dignidad humana, chapó.

¡Algo tiene que cambiar!, y lo digo como cristiano, Dios nos está hablando por la boca de estos jóvenes. Ojalá escuchemos su reclamo de justicia y de solidaridad, porque una de las cosas más bonitas que están sucediendo con este movimiento es que muchas personas se están despertando de su pasividad, y han empezado a descubrir que el verdadero poder social está en manos de los ciudadanos y las ciudadanas, ni más ni menos.

Junto con esta dimensión profética, que reconozco y comparto plenamente, hay otros aspectos de los indignados que exigen, desde el punto de vista cristiano, un discernimiento. Por ejemplo, aunque se denomina un movimiento abierto a todas las tendencias, sin embargo he escuchado consignas e ideas que parecen resucitar el fantasma de las dos Españas, que insisten en ignorar y excluir la presencia de unos y otros, acallando la diversidad política y social de la sociedad española.

Así, no me gusta la ambigüedad para denunciar con nombre y apellido los desaciertos del presente gobierno, aunque sea de izquierdas, me parece muy sospechoso que se lancen consignas generalistas contra el "sistema", y en la práctica se deje inmune de toda culpa a quien ha gobernado España durante los últimos siete años. ¿En qué quedamos entonces?

Un proyecto de convivencia social tiene que construirse con la presencia de todos y todas, logrando esos consensos mínimos que garanticen el logro de los valores fundamentales sobre los que se asienta la vida social. El movimiento de los indignados, por lo menos en sus expresiones públicas y en sus principales voceros, acusa a la derecha política y al ideario neoliberal del drama que estamos viviendo en Europa. Vale, de acuerdo, pero es el caso que quiénes gobiernan este país son los socialistas, en clara connivencia con los poderes económicos, y eso no se denuncia, sino que se acalla o se disimula ¿En qué quedamos entonces?

Relacionado con esto, he escuchado y leído, consignas fuertes contra la religión y la presencia de la Iglesia en la vida ciudadana ¡Vaya, por Dios!, me vuelven a excluir de su proyecto de sociedad, como si los católicos, por el mero hecho de serlo, no tuviéramos cabida en la protesta, y se vuelven a resucitar los prejuicios, los enfrentamientos, las descalificaciones, los odios, y así no, así no se construye una nueva convivencia, un país donde quepamos todos y todas, donde nadie tenga que avergonzarse de sus creencias e ideas, donde seamos capaces de compartir valores comunes, de trabajar juntos en la construcción de un modelo alternativo de sociedad.

Por todo lo dicho, se impone para los cristianos y cristianas una actitud de discernimiento que salvaguarde todo lo hermoso, lo noble, lo creativo y mágico del movimiento de los indignados, todo cuanto tiene de humano, de justo, de igualitario, de ilusionante y profético.

Un discernimiento que nos libre de caer en las trampas de los prejuicios, los silencios, los viejos espectros del pasado dicotómico, los cuales son, al fin y al cabo, manipulados por quienes detentan el poder, político, económico y mediático, los principales interesados en tergiversar la verdadera lucha, que es transformar la sociedad, para que no gire en torno al lucro económico, sino que tenga su centro de gravedad en una verdadera socialización de las riquezas que producimos todos y todas, en el logro de un nivel digno de bienestar social no sólo para quienes vivimos en España, sino también en Europa, y en el mundo entero.

Si alguien está interesado en el texto del filósofo Stéphane Hessel, aquí les dejo el enlace:


¡INDIGNAOS! : DESCARGAR

2 comentarios:

  1. Sencillamente Magistral, tu reflexión, totalmente de acuerdo contigo como ciudadana y como católica hasta cuando???, Excelente
    Un Abrazo

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  2. Gracias Beatriz, esta es una reflexión que se venía incubando en mi desde hace un tiempo, y así ha salido, ...espero contribuir a esa tarea del cristiano de estar siempre a la escucha de lo que Dios nos va diciendo en los acontecimientos históricos,...Un abrazo para ti también

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