Viernes, 16 de septiembre de 2011.
Estos días los medios de comunicación traen a sus portadas un hecho que se repite todos los años: los pequeños y los jóvenes de nuestras familias vuelven al colegio. El nuevo curso escolar está comenzando. El horario escolar retoma su pulso y las ciudades y los pueblos se van amoldando al horario de los colegios.
En este arranque de curso me gustaría dedicar este sencillo escrito semanal a la clase de religión católica. El estudio de la religión en la escuela es un instrumento precioso para que los niños y los jóvenes crezcan en el conocimiento de todo lo que significa su fe, a la par que van desarrollando sus saberes en otros campos. La clase de Religión, como servicio supremo a la educación integral del alumno, ayuda al despertar de los interrogantes sobre el sentido último y definitivo de la vida. Les ayuda a comprender que creer en Dios ilumina las preguntas más profundas que ellos mismos llevan en el alma y que Jesucristo es la revelación plena del misterio de Dios y del camino del ser humano. Tarde o temprano, el ser humano necesita respuestas a algunas preguntas. Por ejemplo: ¿por qué o para qué vivo? ¿qué sentido tiene la vida y qué sentido tiene la muerte? ¿por qué merece la pena luchar y vivir si es que merece eso la pena?
Además, con la clase de religión los niños y jóvenes entenderán la cultura en la que viven, cuyos valores y expresiones artísticas y de todo orden hunden sus raíces en la fe cristiana. Aprenderán a valorar lo bueno que hay en otras religiones y a respetar la dignidad sagrada de todos los hombres, creyentes o no. Adquirirán una visión armónica del mundo y de la vida humana que les capacitará para ser personas más felices y ciudadanos más libres y responsables, constructores de verdadera convivencia y de una sociedad en paz.
Por la importancia de esta asignatura, los profesores, las familias y los mimos alumnos merecen nuestro agradecimiento, ánimo y felicitación.
Agradecer en primer lugar el trabajo que realizan, año tras año, los profesores y profesoras de religión en los distintos colegios e institutos diseminados por nuestra geografía, tanto públicos como concertados. En ocasiones este se desarrolla con alguna contrariedad. Aún así, los profesores demuestran que, en la mayoría de los casos, su dedicación a la asignatura tiene una dimensión vocacional. Me consta que son muchas las horas de dedicación profesional y el alto compromiso que mantienen con su trabajo.
Animar en segundo lugar a las familias de los alumnos a que sigan de cerca a sus hijos y les acompañen también en los contenidos de esta asignatura. La tarea de la educación en la fe se realiza por diversos cauces, entre los que destacan la educación en la fe en la familia, la catequesis parroquial y la clase de religión en el colegio; todos ellos tienen objetivos y medios diferentes, por lo que todos son necesarios. Además, al elegir la enseñanza religiosa católica para sus hijos, los padres actualizan el compromiso que adquirieron en el bautizo de los pequeños de educarlos en la fe cristiana.
Por último felicitar a los chicos y chicas que han elegido esta opción, en especial a los que lo hacen en secundaria y bachillerato, a pesar de que en ocasiones dicha elección no resulta fácil. Seguro que son muchas las cosas que aprenden a la vez que dan un sencillo testimonio de su fe que todos agradecemos.
Mucho ánimo a todos en este nuevo curso que está comenzando.
+ Carlos Escribano Subías,
Obispo de Teruel y Albarracín
Fuente original: REVISTA ECCLESIA DIGITAL
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