Un vídeo de un canto de Kiko Argüello sobre el salmo 40 (39): He esperado, he esperado en el Señor.
Hoy,
Sábado Santo, antesala de la Vigilia Pascual, cuando toda la Iglesia vela en
torno a la tumba del Señor, con María y con los apóstoles, con tantos y tantas,
hermanos y hermanas, esparcidos por todo el mundo, damos testimonio de nuestra
esperanza, esperando en el Señor.
Él
cumplirá su promesa. Resucitará.
Cuando
todo parece haber fracasado, cuando negros nubarrones se ciernen sobre el
horizonte, cuando nos sentimos sumergidos en la soledad sin fin de la noche
oscura, los discípulos
recordamos sus palabras. Él dijo que resucitaría al tercer día.
Nosotros
esperamos en el Señor, esperamos y confiamos en el Señor. Como lo hizo Jesús.
Él
confió en su Padre. Y nos señaló el camino a todos y a todas.
Por
eso la espera del Sábado Santo es siempre una mezcla de sentimientos: dolor por
los terribles sufrimientos y por la reciente muerte del Señor, y, al mismo
tiempo, una esperanza contenida, un susurro apenas audible hecho de avemarías a
Nuestra Señora y de silencios compartidos en torno al sepulcro.
¿No
lo sienten? Ya comienza a arder en los corazones el fuego que estallará plenamente
en la madrugada del domingo, cuando se encienda el Cirio de la Pascua.
Entretanto,
mientras pasan las horas, recordemos que Dios es fiel, resucitará a Jesús, su
confianza será recompensada. Y lo que ha sucedido en él, sucederá en cada uno
de nosotros y nosotras.
Esa
es nuestra esperanza, y nuestra alegría.
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