En medio de la oscuridad de la noche, de un silencio de
estrellas que apenas titilan en el horizonte, el tiempo se convierte,
simplemente, en un acto de fe.
Para vivir la gracia del Adviento hay que volver a la
humildad de los niños, pienso y me transfiguro en clamor, en una invocación que
se alza desnuda desde estos riscos de lava volcánica, el confín mismo de la
tierra.
El destierro de los hijos de Eva.
Para vivir la gracia del Adviento hay que asentarse sobre la
roca, el seguro refugio, el bastión contra el enemigo.
Para vivir la gracia del Adviento hay que estar un poquito
harto de las felicidades mundanas, una cierta decepción del éxito y del aplauso
no vendría mal, una buena bofetada de realidad y precariedad cotidiana es lo
mejor.
Para vivir la gracia del Adviento hay que mirarse tal cual en
el espejo de la misericordia divina, después de haber fracasado hasta
aburrirse.
En realidad, para vivir la gracia del Adviento hay que ser
pobre de espíritu, y habitar en la morada de Dios, refugiarse bajo el amparo de
sus alas.
Desear a Dios con
todas las fuerzas del corazón, anhelar su venida, buscar día y noche su
presencia.
Para vivir la gracia del Adviento hay que necesitar a Dios.
Amén.
Marcelo
Es cierto Marcelo para buscar a Dios primero tenemos que desearlo y hacernos humildes como los niños,buen dia.
ResponderEliminarGracias, amiga, ese texto lo escribí noches atrás quizás con un sentimiento de cansancio ante mi mismo, pero hay que animarse porque en nuestra pobreza Dios se manifiesta. Es bueno confesar que necesitamos a Dios, es como una especie de "purga" de humildad que nos viene bien. En el día del Nacimiento del Señor te deseo Feliz Navidad
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