jueves, 9 de noviembre de 2023

LA COSTURERA: aprendizaje por competencias



Publiqué este cuento, en este mismo blog, en el año 2011. Pasado un tiempo, lo he visto en diversos sitios por Internet, la mayoría de las veces sin ni siquiera citar la fuente. Ese es el riesgo de publicar por aquí. No pasa nada. Paz y amor para todos. Lo recupero ahora en su nueva versión, y en su página original, para todos mis lectores. Creo que esta señora, la costurera, aunque han pasado unos añitos, tiene todavía cosas que decirnos. 

Había una vez, en un no muy lejano reino que yo bien conozco, una escuela donde aprender y enseñar significaba repetir como loritos lo que otros dijeron y pensaron. Todo el santo día se escuchaba por las clases la misma cantinela: "cállense, siéntense, copien, copien, copien, repitan, repitan, repitan". Los niños se aburrían sobremanera, y se la pasaban mirando el reloj, esperando el timbre de salida para salir corriendo de aquel fastidio.

Parecía que todo lo interesante de la vida ocurría fuera de las paredes del aula.

Un día la maestra de uno de los cursos se enfermó, y no hallando por aquellos contornos otra persona que la sustituyera, trajeron a la costurera del pueblo. La buena mujer al principio no quería aceptar la oferta alegando que no estaba preparada para la tarea docente, por lo que sólo podía enseñarles lo que ella sabía hacer: ¡coser! 

El director, que no quería dejar a los alumnos solos, la convenció por fin, sugiriéndole que intentara, por lo menos, tenerlos entretenidos hasta que se incorporara la maestra titular. 

El primer día de clase, la costurera propuso a los niños: "Venga, chicos, hasta que vuelva su maestra, vamos a hacer un vestido". Los organizó en grupos de dos, y pasito a pasito, durante 8 semanas, fue convirtiendo la clase en un taller de costura: primero hicieron el dibujo del vestido que querían crear, para lo cual buscaron ideas en revistas y en Internet; luego eligieron las telas y los colores; después aprendieron a cortar las mangas, el cuello, el talle, la solapa; y, finalmente, aguja en mano, se dedicaron a coser. 

Al cabo del tiempo, de las manos de aquellos niños fueron apareciendo los vestidos,... ¡Se sentían tan orgullosos! Decidieron entonces hacer una jornada especial, e invitar a los otros cursos para que conocieran los resultados de su trabajo.

Lo curioso del caso es que durante el tiempo en que estuvieron con la costurera, las horas en clase pasaban ¡zas!, ¡zas!, en un pispas, y los chicos y chicas se veían felices, trabajando juntos bajo la guía de la buena señora, que, de paso, se llamaba Enriqueta. 

Cuando la maestra del curso, una mujer muy estricta que tenía las cejas pobladas como bigotes, se reincorporó, y supo lo que estuvieron haciendo los chicos en su ausencia, se llevó las manos a la cabeza pensando que habían perdido el tiempo, y que el año escolar estaba avanzado, por lo que no se podían dar todas las unidades del programa: "Vaya error, ¿cómo es posible?, ¡bonita forma de perder el tiempo, caramba!", decía por los pasillos con su voz aflautada.

Coincidió por esos días que llegó a la escuela un caballero, muy tieso y espigado, que empezó a hablar en un extraño lenguaje acerca de una cosa que llamaban competencias básicas. El buen hombre dio una charla con un bonito PowerPoint, pero a la gente del claustro le entró esa tarde muchísimo sueño, por lo que se quedaron tiesos en sus asientos, con mirada extática, sin enterarse bien de lo que iba el tema, aunque, eso sí, todos aplaudieron al final. 

Evaluaron por fin los cursos, y en especial, al grupo de la costurera, y a pesar de las quejas de la tutora, se dieron cuenta de lo mucho que habían aprendido los alumnos con la modista: 

Matemáticas: medir las telas, los números enteros y los números decimales, calcular el precio de los implementos de costura, etc. 

Artes plásticas: el diseño del vestido, los colores, el dibujo del bosquejo, etc. 

Historia y geografía: los vestidos acordes con la estación, las edades, la condición social, las telas según su origen por países o regiones, el uso social del vestido según las modas y costumbres. etc. 

Ética: el trabajo en grupo, los valores del compromiso, la constancia, etc. 

Tecnología: consultar información en el ordenador para inspirarse en el diseño de su traje, localizar las páginas con información útil, seguir instrucciones, cortar, coser, seguir un modelo, investigar y preguntar, corregir, etc. 

Lengua: nuevo vocabulario relativo a la costura y al mundo del vestido: cuello, manga, dobladillo, talle, traje de primavera-verano, otoño-invierno, moda, etc. 

Una maestra que ya llevaba algunos años en el centro, comentó que veía a los niños más autónomos, y que parecían felices.

El director, finalmente, con un gesto bonachón, felicitó a la costurera por su labor con los niños, a lo que ella respondió, no sin sonrojarse: "sólo me limité a enseñarles lo que mejor sé hacer: ¡vestidos!" 

Enriqueta se quedó en la escuela por un tiempito, y dio un taller a los maestros sobre sus nuevos métodos de enseñanza, donde además se sirvieron unos pastelitos de guayaba que pusieron a todo el mundo de buen humor. 

Y colorín colorado, esta historia no ha acabado, esta historia no ha hecho más que empezar.

@elblogdemarcelo



1 comentario:

  1. Las distintas facetas del humano o: diferentes maneras de 👀 la vida..

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