Quizás una de las experiencias más intensas que podemos vivir con Jesús es la gracia de la sanación interior. Cuando la fuerza de su amor, a través de la oración y los sacramentos, va sanando nuestras heridas psicológicas, esas "memorias" dolorosas que afectan nuestro sentimiento de autoestima, la falta de amor que hayamos sufrido, la soledad, una situación traumática, un accidente, la perdida de un ser querido, o la misma experiencia de vicios o pecados que ya han sido perdonados por El Señor, pero que con frecuencia dejan secuelas en nosotros. A veces al ser heridos o rechazados por otros, experimentamos sentimientos de inferioridad, o somos victimas de falsas creencias sobre nosotros mismos, lo que impide que nos sintamos a gusto con nosotros mismos.
La buena noticia es que Jesús penetra todos los rincones de nuestro corazón, y su amor es capaz de curarnos por dentro, incluso de esas heridas del pasado. Cuando abrimos nuestra vida a Jesús, su amor se revela salvando y curando nuestro ser interior, descubrimos entonces nuestra identidad más profunda, nuestra identidad verdadera: somos hijos e hijas muy queridos de Dios, creados a su imagen y semejanza, revestidos de una dignidad única, llamados a vivir como nuevas criaturas en Cristo, a configurarnos con Él, a ser canales de bendición para los demás. Valemos mucho ante El Señor. No es su voluntad que nos sintamos infravalorados, o deprimidos, su Redención penetra todas las dimensiones de la persona humana, por lo que podemos proclamar su victoria en nuestra vida, sea cual sea nuestra circunstancia, y dejarnos transformar por la presencia de Jesús Resucitado.
La clave está en abrir el corazón a Cristo, y pedirle que penetre todas las esferas de nuestra persona, ofrecerle nuestro pasado, y ponernos en sus manos para que su amor nos sane. A lo mejor no experimentamos ningún síntoma "emocional" de sanación, pero si creemos en las promesas del Señor y en fe proclamamos su victoria en nosotros, debemos confiar que Jesús nos escucha, y atiende a nuestra plegaria. Me parece, por ejemplo, que la oración contemplativa, ese ratito de silencio que podamos estar delante del Santísimo, dejándonos "quemar" por la presencia de Jesús Eucaristía, es un excelente camino para abrir el corazón a Cristo y experimentar sus misericordias.
Como modelo de este modo de oración, les ofrezco aquí la Oración de Sanación interior compuesta por el P. Tardif, y que en sus palabras refleja el mensaje que he querido compartir con ustedes. Recemosla a solas y despacito, mejor en voz alta, haciendo nuestra cada palabra que pronunciamos, dejando que la gracia de Jesús se manifieste en nuestro corazón, recordando que él nos acepta tal y como somos, y toma en sus manos nuestra vida.
SANACIÓN INTERIOR
Padre de bondad, Padre de amor,
te bendigo, te alabo y te doy gracias
porque por amor nos diste a Jesús.
Gracias Padre porque a la luz de tu Espíritu
comprendemos que El es la luz, la verdad y el buen pastor,
que ha venido para que tengamos vida
y la tengamos en abundancia.
te bendigo, te alabo y te doy gracias
porque por amor nos diste a Jesús.
Gracias Padre porque a la luz de tu Espíritu
comprendemos que El es la luz, la verdad y el buen pastor,
que ha venido para que tengamos vida
y la tengamos en abundancia.
Hoy, Padre, me quiero presentar delante de Ti, como tu hijo.
Tú me conoces por mi nombre.
Pon tus ojos de Padre amoroso en mi vida.
Tú conoces mi corazón y conoces las heridas de mi historia.
Tú conoces todo lo que he querido hacer y no he hecho.
Conoces también lo que hice o me hicieron lastimándome.
Tú conoces mis limitaciones, errores y mi pecado.
Conoces los traumas y complejos de mi vida.
Tú me conoces por mi nombre.
Pon tus ojos de Padre amoroso en mi vida.
Tú conoces mi corazón y conoces las heridas de mi historia.
Tú conoces todo lo que he querido hacer y no he hecho.
Conoces también lo que hice o me hicieron lastimándome.
Tú conoces mis limitaciones, errores y mi pecado.
Conoces los traumas y complejos de mi vida.
Hoy, Padre, te pido que por el amor que le tienes a Tu Hijo Jesucristo,
derrames Tu Santo Espíritu sobre mí,
para que el calor de tu amor sanador,
penetre en lo más íntimo de mi corazón.
Tú que sanas los corazones destrozados y vendas las heridas
sáname aquí y ahora de mi alma, mi mente,
mi memoria y todo mi interior.
derrames Tu Santo Espíritu sobre mí,
para que el calor de tu amor sanador,
penetre en lo más íntimo de mi corazón.
Tú que sanas los corazones destrozados y vendas las heridas
sáname aquí y ahora de mi alma, mi mente,
mi memoria y todo mi interior.
Entra en mí, Señor Jesús, como entraste en aquella casa
donde estaban tus discípulos llenos de miedo.
Tú te apareciste en medio de ellos y les dijiste:
"Paz a vosotros".
Entra en mi corazón y dame Tu paz.
Lléname de amor.
Sabemos que el amor echa fuera el temor.
Pasa por mi vida y sana mi corazón.
donde estaban tus discípulos llenos de miedo.
Tú te apareciste en medio de ellos y les dijiste:
"Paz a vosotros".
Entra en mi corazón y dame Tu paz.
Lléname de amor.
Sabemos que el amor echa fuera el temor.
Pasa por mi vida y sana mi corazón.
Sabemos, Señor Jesús,
que Tú lo haces siempre que te lo pedimos,
y te lo estoy pidiendo con María mi Madre,
la que estaba en las bodas de Caná cuando no había vino
y Tú respondiste a su deseo, transformando el agua en vino.
que Tú lo haces siempre que te lo pedimos,
y te lo estoy pidiendo con María mi Madre,
la que estaba en las bodas de Caná cuando no había vino
y Tú respondiste a su deseo, transformando el agua en vino.
Cambia mi corazón y dame un corazón generoso,
un corazón afable, un corazón bondadoso, dame un corazón nuevo.
Haz brotar en mí los frutos de tu presencia.
Dame el fruto de tu Espíritu que es amor, paz, alegría.
Haz que venga sobre mí el Espíritu de las bienaventuranzas,
para que pueda saborear y buscar a Dios cada día,
viviendo sin complejos ni traumas
junto a los demás, junto a mi familia, junto a mis hermanos.
un corazón afable, un corazón bondadoso, dame un corazón nuevo.
Haz brotar en mí los frutos de tu presencia.
Dame el fruto de tu Espíritu que es amor, paz, alegría.
Haz que venga sobre mí el Espíritu de las bienaventuranzas,
para que pueda saborear y buscar a Dios cada día,
viviendo sin complejos ni traumas
junto a los demás, junto a mi familia, junto a mis hermanos.
Te doy gracias, Padre, por lo que estás haciendo hoy en mi vida.
Te doy gracias de todo corazón porque Tú me sanas,
porque Tú me liberas, porque Tú rompes las cadenas y me das la libertad.
Gracias, Señor Jesús, porque soy templo de Tu Espíritu
y este templo no se puede destruir porque es la Casa de Dios.
Te doy gracias, Espíritu Santo, por la Fé.
Gracias por el amor que has puesto en mi corazón.
¡Qué grande eres, Señor Dios Trino y Uno!
Bendito y alabado seas, Señor.
Por el Padre Emiliano Tardif
FUENTE: Tomado del folleto Jesús está vivo, publicado por la Comunidad "Siervos de Cristo Vivo" en Miami, USA
Te doy gracias de todo corazón porque Tú me sanas,
porque Tú me liberas, porque Tú rompes las cadenas y me das la libertad.
Gracias, Señor Jesús, porque soy templo de Tu Espíritu
y este templo no se puede destruir porque es la Casa de Dios.
Te doy gracias, Espíritu Santo, por la Fé.
Gracias por el amor que has puesto en mi corazón.
¡Qué grande eres, Señor Dios Trino y Uno!
Bendito y alabado seas, Señor.
Por el Padre Emiliano Tardif
FUENTE: Tomado del folleto Jesús está vivo, publicado por la Comunidad "Siervos de Cristo Vivo" en Miami, USA
Después de leer sobre Sanación Interior, me ha entrado una paz increible,y ame había olvidado que es verdad Dios en su infinito Amor nos puede sanr
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