La Virgen María, Madre de Dios, siempre ha estado presente en el alma del oriente cristiano, una presencia que se tiñe de especial belleza a través de los iconos, un lenguaje donde la experiencia de los santos en la gloria del cielo, es al mismo tiempo arte, espiritualidad y teología. María, la "Theotokos", aparece en estas imágenes transfigurada por la luz de la Pascua, mostrándonos a Jesús, señalándonos con su mano a Cristo, estrechándolo contra su mejilla, en un gesto de maternal ternura.
Ella, envuelta bajo el manto rojo del Espíritu Santo, ha concebido la Palabra hecha carne en su seno virginal, y la entrega al mundo, para que gocemos de la alegría inefable de Cristo, y le recibamos como Señor y Salvador de nuestras vidas.
Los iconos han nacido de un encuentro con el Señor, de una interiorización del misterio por parte del artista creyente, y buscan suscitar en nosotros esa misma experiencia de fe y de cercanía con lo sagrado,...Qué María, Virgen y Madre, despierte en nosotros el deseo de vivir en comunión con Cristo, camino, verdad y vida.
Ella, envuelta bajo el manto rojo del Espíritu Santo, ha concebido la Palabra hecha carne en su seno virginal, y la entrega al mundo, para que gocemos de la alegría inefable de Cristo, y le recibamos como Señor y Salvador de nuestras vidas.
Los iconos han nacido de un encuentro con el Señor, de una interiorización del misterio por parte del artista creyente, y buscan suscitar en nosotros esa misma experiencia de fe y de cercanía con lo sagrado,...Qué María, Virgen y Madre, despierte en nosotros el deseo de vivir en comunión con Cristo, camino, verdad y vida.
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