Entramos ya en la tercera semana del Adviento: ¡ Faltan 12 días para el nacimiento de nuestro Señor!,...
Tradicionalmente, el tercer domingo de Adviento se llama de Gaudete, es decir de la alegría, el gozo con que se nos anuncia la cercanía del Mesías. Una alegría que desborda los corazones, y hace florecer la estepa, y reverdecer el desierto, un gozo inefable que es a la vez fortaleza y esperanza para mantenernos firmes, velando y orando...."hasta que el Señor vuelva" (Lc. 18, 8).
Los "signos" concretos de salvación que realiza Jesús: dar la vista a los ciegos, purificar leprosos, expulsar demonios, sanar enfermos, anunciar la buena noticia a los pobres,...son revelación de su identidad profunda como Mesías Salvador. Sí, profeta Juan, no hay que esperar a otro, este maestro Jesús, que realiza estas señales de amor y de poder, es el enviado del Padre, el Hijo de Dios vivo, el Cristo, el heredero del trono y de las promesas de David.
A Jesús lo conocemos por las acciones que realiza, cabría preguntarse qué dicen de nosotros mismos las "obras" que realizamos. ¿Lo que hacemos, vivimos y decimos revela nuestra identidad profunda como hijo o hija de Dios, hermano o hermana de todos, discípulo o discípula de Jesús,...?
¡ Qué el Espíritu Santo nos llene de un gozo en la espera del Nacimiento de Jesús, el Cristo, ...y que vivamos la semana intentando ser nosotros mismos revelación del amor y la misericordia de Dios para nuestros hermanos y hermanas!
María, Madre de Dios, acompáñanos en el camino hasta el pesebre de Belén.
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