miércoles, 9 de febrero de 2011

ÉTICA Y EXPERIENCIA CRISTIANA: Una clase con 4º ESO


De las muchas definiciones que se pueden dar de la ética, que no son pocas, me quedo con aquella que la concibe como el arte de saber vivir la vida, en concordancia con la razón y la propia conciencia.

Claro, alguno dirá, todo depende de lo que para cada quién sea la vida, y cómo hemos de vivirla, o malvivirla, que de todo hay; cuáles sean sus fines, cuáles los medios para lograr dichos fines, cuál su centro de gravedad o fundamento.





Tarea es de filósofos y pensadores interrogar a la conciencia y a la historia, aducir razones y contrarazones, derivar principios y, ya puestos, proponer un marco universal orientativo que dé sentido a los actos humanos, conforme al ideal que hemos pensado, o construido, o descubierto, según se desprenda de nuestras creencias relativas a la existencia o no de una ley moral natural, inherente a la condición humana.

Hoy tuve una conversación muy interesante sobre el tema de la ética con mis alumnos y alumnas de 4º ESO, asignatura que forma parte del currículo de materias de su nivel educativo. Les comentaba sobre la necesidad de establecer un diálogo entre los contenidos que estábamos trabajando en el área de Religión, con lo que han venido aprendiendo en torno al pensamiento ético, su desarrollo histórico, sus métodos, etc.

Sí, lo que dije en clase lo confieso aquí, soy un abanderado del diálogo, la Religión no es un conocimiento encerrado en sí mismo, quiere ser interrogada e interrogar, tutearse con el mundo de la cultura, de los problemas humanos, de la historia, de la ciencia y el pensamiento.

Puse varias preguntas sobre la mesa: ¿Estudiar ética filosófica nos ayuda a vivir la vida plenamente?, ¿los postulados morales del cristianismo son contrarios a la razón moral?, ¿por qué la moral cristiana se propone a todos los hombres y mujeres de buena voluntad?

Y en medio del debate que suscitan estas preguntas, y las respuestas que fuimos pergeñando unos y otros, emergió ese principio básico, fundante, principio sobre todo principio, que define la moral del cristianismo: la dignidad de la persona humana, el supremo valor, del cual se derivan todos los demás.

Sí, a la final, como tantas veces, volvemos a la antropología: el bien de la persona humana, creada a imagen y semejanza de Dios, que ha sido elevada y divinizada en el misterio de la Encarnación, hecha hijo e hija de Dios, templo vivo del Espíritu Santo, llamada a ser hermano y hermana de sus semejantes, a vivir en libertad, igualdad, justicia, a construir aquí el mundo nuevo, la civilización del amor, a participar de la gloria inefable del Resucitado.

Y los vuelvo a zarandear con más preguntas: ¿Tiene sentido vivir, promover, y defender este principio singular?, ¿la noción de la dignidad humana propia del cristianismo es contraria a la razón?

En medio del oleaje de intervenciones, un tema va trayendo otro tema, y otro, y otro: las relaciones pre-matrimoniales, los diez mandamientos, las drogas, los derechos humanos,...En esto sonó el timbre, y como tantas veces sucede, cierre provisional de la sesión de "boxeo" verbal, y, en seguida, a prepararme para el próximo escenario taurino: 1º ESO, escaleras arriba, primera puerta a la derecha.

Traspasando el umbral, me digo: ¡Ahí queda la semilla! En medio de la pobreza de razones "fuertes", el relativismo moral y el narcisismo hedonista que intenta idiotizar la vida de los jóvenes, tocar estos temas, lograr que se dialoguen en clase, y sembrar al vuelo la verdad sobre la condición humana que brota del Evangelio, es prácticamente una hazaña,… ¿Quedará algo de la siembra de hoy?, bueno, me repito, ¡Ahí queda la semilla!

Al llegar a casa me he acordado del libro del conocido teólogo alemán Dietrich Bonhoeffer: Ética, una interesante reflexión sobre el problema ético y el pensamiento cristiano, en el contexto cultural del siglo XX. El tono “dialogal” de este libro es modélico en relación a la actitud que hemos de tener los cristianos frente al mundo de la vida, y los problemas que escuecen el caldo de la historia.
ÉTICA : DESCARGAR

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