El viernes
pasado, como tantos y tantas en este maltrecho planeta nuestro, me dediqué a
ver la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos
Londres 2012. No soy nada aficionado a ver deportes por la TV, pero me
encanta el espíritu universal y
pacifista de este evento que congrega a un gran número de países cada
cuatro años. Ingenuo de mí.
Sentado en mi sofá de Ikea, y devorando mi correspondiente
ración de palomitas, durante más de dos horas presencie el espectáculo preparado por las mentes más imaginativas, y exquisitas, del “ordo”
británico: música, color,
escenografía, toda una performance pensada por
los ingleses, y, aquí está el detalle, para los ingleses, o, como mucho, para ese puñado de países que forman el conglomerado del primer mundo, especialmente el anglosajón, y nada más. Es lo que
hay.
La ceremonia de
inauguración de los Juegos Olímpicos
no tuvo ni una sola referencia al carácter
universal e intercultural de este magno evento deportivo. Ningún testimonio
de la gran riqueza humana y cultural presente
en Londres, venida de tan lejos, de los cuatro rincones del orbe.
Este protagonismo
absoluto y exclusivo del Reino Unido,
de su cultura, de su historia, de su idiosincrasia, estuvo presente en el
evento de principio a fin. El desfile de las distintas delegaciones,
obligadas a marchar a toda pastilla en
plan comparsa murguera, apenas
permitió visualizar por escasos segundos
la bandera de cada país, y punto.
Ni los países
presentes allí eran importantes, ni el
deporte en sí era lo importante, ni siquiera los deportistas,… El protagonista
de la noche fue, repito, el Reino Unido.
Confieso que cuando apagué la tele me sentí decepcionado, y no porque no reconozca y aprecie los grandes valores
de la cultura británica, su
indiscutible aporte al mundo moderno,
su patriotismo y autoestima nacional; sino porque vi
reflejada en la ceremonia lo que
sucede en otros ámbitos a escala planetaria:
naciones poderosas centradas en sí mismas, desconociendo la presencia de lo diverso
en el mundo, atrapadas en el espejismo
de su propia riqueza, sordas al diálogo real e igualitario con otras realidades nacionales y culturales.
Lo curioso es que días más tarde leyendo los comentarios sobre la ceremonia, especialmente los
publicados en la prensa española, la
tendencia dominante fue de reconocimiento
y de felicitación por el espectáculo que brindaron los británicos al mundo. Ni una sola crítica por la ausencia
de algún referente que testimoniara el carácter
universal de los juegos, tildando su exclusivo carácter nacionalista incluso como deseable, un buen ejemplo
a imitar por otros países.
Reflexionando sobre esto he llegado a la conclusión, puede que me equivoque, que los que escriben en
los periódicos, los que opinan en los medios, sencillamente “no ven” están cosas, no las perciben porque su mundo conceptual, su perspectiva de la realidad es,
básicamente, eurocéntrica. Y en su esquema mental les parece “normal” que esto sea así.
Como dirían los
filósofos, están cognoscitivamente
condicionados a ver la realidad de una manera, y no de otra ¡Así es la
vida!
Alguno podrá objetar
que Londres estaba en su derecho a centrarse en sí mismo, a mostrar sus glorias ante el mundo, siendo como son
la sede de los Juegos. Habría que
plantearse entonces por el significado
de las Olimpiadas, ¿son verdaderamente universales?,
y si lo son ¿no debería reflejarse esa
característica en la ceremonia de
inauguración?
¡Qué bonito hubiera sido que en la ceremonia se hubiese incluido una pequeña muestra de la
cultura de los cincos continentes
allí representados! ¡Una danza africana, un colorido baile latinoamericano, una
ceremonia inspirada en Asia! Para algunos países, que ni siquiera tienen la posibilidad
de ganar alguna medalla, hubiera significado una hermosa ocasión de mostrarse ante el mundo.
Los Juegos Olímpicos
deberían ser una excelente oportunidad
para el conocimiento mutuo de las
naciones, un signo de convivencia de
los países entre sí, un propulsor de la
paz y la solidaridad mundial, pero me temo que estos altos fines del movimiento olímpico internacional brillaron por su ausencia en la ceremonia londinense.
Y ustedes, ¿Qué opinan
de la ceremonia de inauguración de los Juegos
Olímpicos Londres 2012?
Luego de analizar tu comentario me di cuenta que tenes toda la razon, y quiero agregar que yo estuve en una olimpiada como periodista enviado y tampoco analice desde el punto de vista que vos los pones. Te felicito por el excelente analisis que hiciste de estos juegos..
ResponderEliminarGracias amigo, por compartir tu experiencia, quizás porque a los que nos formamos en América Latina, nos es más fácil abrirnos a nuevas visiones de las cosas, y estamos menos "condicionados",....Un abrazo fraterno desde Tenerife,...
EliminarMarce caramaba cuanta razón llevas ojalá esta refelxión llegue hasta los reponsables!! de unas Olimpiadas y tomarlo en cuenta!!
ResponderEliminarGracias Bea, y que conste que en sus principios filosóficos me gusta el movimiento olímpico, pero la realidad se impone,...un saludo
EliminarBueno, solo tengo que decir ante esto, que llevas mucha razón, Barcelona quizá fue la única de las sedes en las que no se miraban excesivamente a su ombligo, hizo un compendio de la cultura mediterránea, desde los fenicios y macedonios a romanos y griegos y eso abarca no solo a España sino a más países. Fuera de eso ha sido tal como dices, muy buena reflexión
ResponderEliminarMuchas gracias amigo, no sé por qué pero observo que las culturas hispanas y latinas solemos ser más inclusivas y abiertas a los aportes de otros pueblos,...quizás sea, precisamente, ese mar Mediterráneo tan poblado de historias y de vida,...y te lo dice alguien que ha vivido siempre en torno al Atlántico,...un saludo
Eliminarsi, verdad, yo también siempre he vivido en entorno atlántico, decía lo de Barcelona porque a día de hoy están resultando excesivamente egocéntricos y exclusionistas, nada que ver con el espíritu de los JJ.OO. de 1992, saludos
EliminarTotalmente de acuerdo contigo, porque los nacionalismos exacerbados terminan poniendo murallas entre los seres humanos,...Un saludos fraterno desde estas islas
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