Hoy celebramos con gran alegría el nacimiento de María, la Virgen, a quien todas las generaciones llamarán bienaventurada porque, ciertamente, el Poderoso hizo en ella obras grandes,...¡Bendito sea el Señor que desde antes de la creación ya la había elegido para ser arca incorruptible de su morada, santa e inmaculada delante de Él por el amor! ¡Aleluya!
Como regalo a nuestra amable Señora, he reunido 14 antífonas marianas tradicionales, recogidas aquí y allá en mis vueltas por la Red. Son 14 piezas del gregoriano más puro, música y canto que conjugan belleza y poesía, un testimonio entrañable del culto a María que el pueblo cristiano, generación tras generación, ha celebrado en su liturgia, y que forma parte del tesoro de la Tradición-con "T" mayúscula- de la Iglesia.
El gregoriano no es un snobismo elitesco, es música para orar y contemplar, nacida al calor de la liturgia y la lectio divina.
Más allá de sus atributos artísticos, el gregoriano debería ayudarnos a penetrar en el Mysterium de la fe.
La palabra Mysterium no se refiere aquí, principalmente, a un enigma inalcanzable para la razón humana, sino a la experiencia salvadora de la gracia, a esa economía de salvación y misericordia que Dios nos ha manifestado en la persona de Jesucristo, y que renovamos en el memorial de la Pascua del Señor cada vez que celebramos la Eucaristía, el culmen y el hontanar de donde emana toda la vida de la Iglesia.
Por eso aunque no entendamos el latín, al escucharla nuestros corazones se sienten movidos y con-movidos, experimentamos nostalgia de la paz del cielo, y se despierta en nosotros el deseo de Dios.
Algunos hablan de los efectos sanadores del canto gregoriano, sanar el espíritu y el corazón, purificar los sentidos, recuperar el centro interior. Frente a tanto ruido estridente, es una música que nos pacifica, y eso ya es una gran bendición para los hombres y mujeres de nuestro tiempo.
La experiencia de lo bello cura las heridas del corazón.
Estamos tan cargados y agobiados, necesitamos tanto serenarnos, rendir las cargas al Señor, experimentar el regalo de su paz y su misericordia.
La mayoría de estas antífonas marianas la Iglesia las canta al final de la última hora litúrgica: las Completas, así concluimos la jornada ofreciendo el día vivido a la Virgen María, implorando su auxilio, reconociendo su amor maternal, perseverando con ella en la oración con los discípulos de Jesús, formando entre nosotros un sólo corazón y una sola alma, hasta que el Señor vuelva.
A continuación el índice de las antífonas marianas que he reunido:
1. Alma Redemptoris Mater
2. Ave Maria
3. Ave, Maris Stella
4. Ave Regina Caelorum
5. Flos Carmeli
6. Salve Regina. Coro de la Cathedral de Einsiedeln
7. Advocatam. Llibre Vermell de Montserrat.
8. Ave Mundi Spes, Maria
9. Magnificat
10. Regina Coeli
11. Salve Mater Misericordiae
12. Salve Regina
13. Stabat Mater Dolorosa
14. Sub Tuum Praesidium
¡Qué al escuchar está música se avive en nosotros el amor a María, la Madre del Señor Jesús, aquel por quién hemos recibido gracia tras gracia! Amén.
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