Un coro de voces melodiosas, The Olso Choir Gospel, interpretando un canto de alabanza: Here I am to worship -, en español: "Aquí estoy para alabarte".
El vídeo nos muestra imágenes de una barriada popular, niños, adultos, jóvenes, gente humilde,... aunque desconozco a que lugar pertenecen, ellos representan a ese pueblo sencillo que se congrega aquí y allá, en todas partes, para alabar a Dios, aún en medio de las precariedades, los gozos y las penas, de la vida cotidiana.
Alabar a Dios, adorarle, es el corazón mismo del culto cristiano.
En la alabanza no solicitamos directamente a Dios sus bendiciones, ni le damos gracias por sus beneficios, ni le pedimos perdón por nuestros pecados, simplemente nos rendimos ante él, nos anonadamos ante su presencia, reconocemos su grandeza, sabiduría, poder, misericordia y bondad.
La oración de alabanza es una fuente preciosa de infinitas gracias para hombres y comunidades. Cuando alabamos a Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, dejamos de mirarnos a nosotros mismos, y ponemos nuestros ojos en el Señor, entonces nuestra fe se enciende, la paz nos inunda y el gozo celestial se apodera de nosotros.
Como decía un viejo canto de la Renovación Carismática: "¡No puede estar triste un corazón que alaba a Cristo!, ¡no puede estar triste un corazón que alaba a Dios!".
Pidamos al Espíritu Santo que derrame sobre nosotros el don de la oración, que nuestros labios se abran para la alabanza y la bendición, que nos sumerjamos en ese silencio de la adoración donde gustamos la dulce intimidad con el Amigo, y experimentamos la santa presencia que nos inhabita por dentro.
Junto con María, que proclama la grandeza del Señor, seamos desde ahora alabanza de gloria del Dios tres veces santo. Amén.
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