Escuchar la risa alegre de los niños tiene efectos medicinales para nuestro encapotado mundo de adultos.
A veces somos tan rematadamente serios, tan solemnes, tan concentrados,...que si nos tropezamos con un semblante despreocupado y alegre nos causa extrañeza: "Y a este qué le pasa, ¿se ganó la lotería o qué?
Una sonrisa, cuando brota del corazón, es una bofetada a la lógica triste del mundo que hemos construido los hombres.
Los niños viven el momento, se entregan al ahora de la vida, y lo disfrutan. A su modo, son sabios.
Necesitamos curar nuestro corazón roto, llenarnos de la inmensa bondad de Dios, recuperar la sabiduría de la infancia.
Descubrir que no hay mayor alegría que amar a la gente.
A continuación una galería de niños felices: ¿seremos capaces de sintonizar con la alegría de estos rostros?
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