En esta isla nuestra de Tenerife, donde el viento, el mar y los caminos se entrecruzan, también hemos vivimos la "experiencia" de abrazarnos los unos a los otros, un gesto sencillo pero valiente, que desafía nuestros miedos a acercarnos los unos a los otros, un genuino acto "subversivo" que trastoca la "lógica" de la soledad y el individualismo, y nos abre a los demás, y nos cura por dentro,...
¡Qué Dios bendiga a estos jóvenes tinerfeños que han "pateado" nuestras calles con esta invitación liberadora!,...Secundemos su iniciativa y abracemos de corazón a quienes están cerca de nosotros,..."Miren qué dulzura, qué delicia, convivir los hermanos unidos" ( Sal. 133)
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