Una canción que no pasa, con una música que es patrimonio de lo más bello y noble que ha brotado de la mente y del corazón del ser humano: ¡El Himno a la Alegría!
De fondo, imágenes muy humanas que reclaman la paz y la concordia entre los que poblamos el globo terráqueo.
Paz, don de Dios, y tarea humana, tuya y mía.
Paz, experiencia interior y compromiso por la justicia social, por la solidaridad, por el reparto justo y equitativo de los bienes que Dios ha confiado a la humanidad.
Paz, misterio pascual de Cristo, muerto y resucitado, el verdadero Cordero que quita el pecado del mundo.
Jesús crucificado, tú vences la violencia, el odio, la injusticia, las represalias, la opresión, sí, divino y santo Cordero, tú quitas el pecado del mundo.
En Cristo Jesús, toda la humanidad, en su diversidad de lenguas, culturas, historias, ha sido reconciliada.
La paz que nos hace bienaventurados, la paz por la que seremos llamados y llamadas hijos e hijas de Dios.
Tu paz, Señor Jesús, que venga a nosotros tu paz.
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