Un pequeño canto, ¡ Qué detalle, Señor!, con una cadencia musical latinoamericana, sencilla, popular, cercana,...
Cae la noche, y pienso en la soledad de tantas gentes que no han descubierto en su vida el tesoro escondido de Cristo.
Gentes, mis hermanos y hermanas, que viven en la honda madrugada de una eterna espera, en el torbellino de un silencio insoportable.
Yo sé que existen, en el menú de la vida, muchas felicidades a la carta.
Pero ser amigo o amiga de Jesús, colma nuestra hambre más radical y verdadera.
Sólo Dios sacia de verdad.
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