martes, 18 de enero de 2011

UNA DISCUSIÓN DE CLASE Y UNA VIÑETA DE CORTÉS

Esta mañana a los alumnos de 1º ESO les lancé, sin previo aviso, una pregunta: ¿qué es lo propiamente caraterístico de la religión cristiana? Tengo que decir que estos días hemos estado trabajando las distintas religiones, por lo que esperaba que tuviesen frescas en sus cabecitas, al menos, cuatro ideas básicas sobre otras confesiones religiosas.

Los sacramentos - Dijeron algunos. No, porque ritos sacramentales hay en todas las religiones, aunque se interpreten de distinta manera.

La oración - Señalaron otros. Pero luego se dieron cuenta que todas las demás religiones también rezaban, individual y colectivamente, a su Dios.

Los mandamientos - Propuso un chico, uno de los más espabilados de la clase,...Vale, sí, pero también los judíos tienen el decálogo, y además todas las religiones tienen un código ético que marca la vida de sus seguidores.

Hasta que una chica, levantando tímidamente la mano, dijo al fin: - Yo creo que es el Amor, por lo menos el amor al prójimo,...´

¡ Sí!, eso sí, porque si bien es cierto que en todas las religiones se recomienda hacer el bien a los semejantes, en el caso del cristianismo el Amor es el criterio definitorio de la condición de seguidor de Jesucristo.

Para el cristianismo, todo el bien que hagamos a los demás, lo hacemos al mismo Jesús, que se ha encarnado, se ha hecho persona humana como nosotros y nosotras, y se hace presente en el rostro concreto de nuestros hermanos y hermanas.

Todavía con el sabor de la discusión de clase, me tropecé con la viñeta de Cortés, y, mira por donde, recibir a los pobres, o no recibirlos de plano, se traduce en acoger o no acoger al propio Jesús, vivo y presente en el sacramento de los pobres.

Porque como dice el mismo Señor: "En esto conocerán todos que son discípulos míos, si se aman los unos a los otros" ( Jn. 13, 35).

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