Mi corazón, trás el tráfago de las horas, busca a Dios. La noche es silencio sin solemnidad.
Y como quien regresa a un lugar que le es propio, vuelvo a los Beatles, ...una extraña manera de encontrarme, de salvar el último minuto del día.
Reinvidico esta soledad de mi conciencia delante de mi mismo, y delante, sobre todo, de Dios.
Una soledad viajando a través del universo, ansiando la comunión con todas los seres, en su escondida belleza, en su humilde originalidad.
A diferencia de la canción, mi mundo si ha sido trastocado de su centro. Cristo lo ha cambiado. A esta altura de mi vida, no puedo negar mi historia.
Espero nunca acostumbrarme a esta gracia.
No tuve que marchar a la India como los muchachos de Liverpool, ni sentarme a los pies de un guru, para hallar una palabra de salvación.
Duerme la noche en torno a mi, y el universo entero se sumerge, se piensa, y se sueña con el sol.
Y yo acabo mi jornada en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
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