Transitando calles, entre la soledad y el miedo, en medio de la incertidumbre del paro y quienes duermen en la banca de una plaza, escucho esta canción, pensando en las víctimas inocentes de la lógica deshumanizante de la sociedad que nos hemos apañado los hombres.
Sí, las sociedades que habitamos son, sobre todo, creaciones humanas, no un “fruto” de la naturaleza, sino una de las muchas formas posibles que hemos inventado para organizar nuestra vida, controlar la producción de bienes y servicios, e intentar satisfacer las necesidades básicas: alimentación, vivienda, educación, vestido, etc.
A algunos teóricos no les gusta que se hable así, quieren convencernos que la sociedad es un fruto “natural” de la evolución; que el mercado es algo “natural”; y que haya pobres y ricos es “natural”, y que padezcamos los estragos del hambre, el paro, la inseguridad es “natural”; y que contemplemos un “primer” mundo, y un “segundo” mundo es “natural”,…
Pero no es cierto. Y eso significa que podemos cambiarlo, que podemos inventar y crear un modelo de sociedad más fraterno, justo y humano.
Porque lo único que yo creo que es “natural” si es que se puede hablar en esos términos, es el anhelo de justicia, fraternidad, libertad, igualdad, dignidad, que late en lo profundo de la conciencia humana, y que clama desde siempre desde el corazón mismo de la historia.
Es el proyecto de Jesús, el Reino de Dios que él anunció con sus gestos y palabras, en sus actitudes humanas y solidarias frente al drama de la pobreza, la enfermedad, el dolor. Es la experiencia de la Iglesia fundante, la que testimonia el libro de los Hechos de los Apóstoles.
La canción The Boxer narra una historia de vida que tiene un valor prototípico, el drama de un chico que emigra a la gran ciudad, y que en su aventura engrosa ese ejercito industrial de reserva, es decir, esa masa citadina de mano de obra barata y abundante, explotada y sin derechos sociales, y que va sintiendo en su humanidad todo el efecto demoledor de la pobreza, y el desamparo humano.
¡Qué vigente esta canción para la España actual, en medio de la tremenda crisis social y económica que estamos padeciendo!
¡Qué el Espíritu Santo nos ayude a vivir el misterio de nuestra propia humanidad desde la radicalidad del amor! Amén.
Sí, las sociedades que habitamos son, sobre todo, creaciones humanas, no un “fruto” de la naturaleza, sino una de las muchas formas posibles que hemos inventado para organizar nuestra vida, controlar la producción de bienes y servicios, e intentar satisfacer las necesidades básicas: alimentación, vivienda, educación, vestido, etc.
A algunos teóricos no les gusta que se hable así, quieren convencernos que la sociedad es un fruto “natural” de la evolución; que el mercado es algo “natural”; y que haya pobres y ricos es “natural”, y que padezcamos los estragos del hambre, el paro, la inseguridad es “natural”; y que contemplemos un “primer” mundo, y un “segundo” mundo es “natural”,…
Pero no es cierto. Y eso significa que podemos cambiarlo, que podemos inventar y crear un modelo de sociedad más fraterno, justo y humano.
Porque lo único que yo creo que es “natural” si es que se puede hablar en esos términos, es el anhelo de justicia, fraternidad, libertad, igualdad, dignidad, que late en lo profundo de la conciencia humana, y que clama desde siempre desde el corazón mismo de la historia.
Es el proyecto de Jesús, el Reino de Dios que él anunció con sus gestos y palabras, en sus actitudes humanas y solidarias frente al drama de la pobreza, la enfermedad, el dolor. Es la experiencia de la Iglesia fundante, la que testimonia el libro de los Hechos de los Apóstoles.
La canción The Boxer narra una historia de vida que tiene un valor prototípico, el drama de un chico que emigra a la gran ciudad, y que en su aventura engrosa ese ejercito industrial de reserva, es decir, esa masa citadina de mano de obra barata y abundante, explotada y sin derechos sociales, y que va sintiendo en su humanidad todo el efecto demoledor de la pobreza, y el desamparo humano.
¡Qué vigente esta canción para la España actual, en medio de la tremenda crisis social y económica que estamos padeciendo!
¡Qué el Espíritu Santo nos ayude a vivir el misterio de nuestra propia humanidad desde la radicalidad del amor! Amén.
Totalmente de acuerdo. Unos visionarios Simon y Garfunkel.
ResponderEliminarSí, Simon and Garfunkel tienen letras que lo dejan a uno pensando en la realidad del hombre actual,...Un abrazo y gracias por el comentario
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