LOS SACRAMENTOS DE LA VIDA: Leonardo Boff

El conocido libro de Boff, Los sacramentos de la vida, es una introducción a la teología sacramental desde una perspectiva antropológica, es decir, a la luz de lo que los signos sensibles de la gracia vienen a significar para nosotros, hombres y mujeres de carne y hueso, como expresión material del inmenso amor de Dios, manifestado en la redención de Cristo, el Dios encarnado.

El signo es eficaz cuando remite a una experiencia primera, y es vivido por la comunidad como fuente testimonial que renueva, sin agotarla, aquella vivencia fundante.

Comprender el lenguaje de los sacramentos, es ir más allá de los signos, es descubrir que toda la Iglesia es sacramento, signo sensible de la gracia salvadora de Jesucristo, así como el Hijo mismo es sacramento y manifestación del amor y la ternura del Padre.

Aquí cabe una pregunta: ¿Somos nosotros sacramento de la presencia salvadora de Dios para nuestros hermanos y hermanas? ¿Nuestro modo de vivir es un "sacramental", es decir, signo sensible del amor de Dios en medio de esta historia que nos ha tocado vivir?

Un aspecto interesante de este libro es la analogía que utiliza para destacar elementos materiales, situaciones, personas, que en determinados contextos tienen un claro sentido sacramental, en tanto evocan la presencia de un amor entrañable, significativo para el grupo de personas ligadas a ese signo.

Inspirados en este libro, y metidos ya en nuestro rol de profesores, se me ocurre que podemos introducir a los alumnos y alumnas en el estudio de la teología sacramental, a partir de algunas preguntas:

* ¿Conoces en tu barrio, en tu misma familia, personas que tengan un significado especial pues encarnan o representan algunos valores de vida: la solidaridad, la bondad, el amor, la entrega, la unidad, etc?;

* ¿Hay para ti algún signo especial que signifique el amor, ya sea de tu familia, amigos, pareja,...?;

* ¿Qué signo podemos crear que nos represente como grupo?, etc.,...

Que el Señor nos ayude a "despertar" para captar los signos sensibles de su gracia y misericordia, actuando siempre en medio de nuestras vidas. Amén.

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