Estoy convencido que ser joven es una actitud del corazón, un dinamismo interior que nos empuja a creer que es posible empezar de nuevo, tener esperanza en el milagro de nuestra propia conversión, ...en definitiva, cambiar.
Signo es de "vejez" decir cosas como: "Yo ya no cambio, pues soy así, y así me quedo", "Lo intenté tantas veces, que para qué insisto", "No vale la pena ilusionarse, o tener esperanza, si, total, la vida es siempre igual"...
¡No!, aunque hayamos fracasado mil veces, siempre podemos cambiar, y mejorar, y hacer algo nuevo y hermoso con la vida que Dios nos ha dado.
Hay gente tan "quemada" con las dificultades de la vida, que se instalan en la desesperanza y "malviven" su existencia, vegetando,... Cuando observo esta actitud en mis chicos y chicas, convertidos de golpe y porrazo en "viejos" prematuros, no lo puedo evitar, se me sobrecoge el corazón.
El Evangelio es siempre novedad, y Dios no para de darnos sorpresas, él nunca se repite, siempre crea y recrea nuestra vida, con el torno de su gran misericordia.
La cuaresma es celebración y gracia de juventud, tengamos la edad que tengamos, la que no dan las modas, ni las poses estereotipadas, ni las cremas,...la que nace de la fe en Cristo Jesús, en el Evangelio, que es una fuerza tremenda que cambia de raíz nuestra existencia.
Sí, lo creo de corazón, podemos cambiar. Amén.
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