Padre misericordioso,
comenzamos este día nuevo que nos regalas,
en el Santo Nombre de tu Hijo Jesús,
por quién has prometido concedernos todas tus bendiciones.
Te ofrecemos a ti nuestro camino,
con la confianza de saber que tu provees
a todas nuestras necesidades con largueza,
pues abres tú la mano, y sacias de favores a todo viviente.
Padre, nada sucede sin que tú, el centinela de Israel, lo sepas,
ni siquiera la simple caída de la hoja de un árbol,
todo lo dispones y ordenas en nuestras vidas para nuestro mayor bien,
conforme a tu plan de amor y salvación para con nosotros.
Gracias, Padre santo,
en ti hallamos nuestro refugio,
tú eres más grande que todos nuestros problemas juntos,
sabemos que alimentas a las aves del cielo,
y vistes de belleza a la hierba del campo.
Por Jesucristo, nuestro Salvador, ponemos en ti toda nuestra esperanza.
Amén.
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