lunes, 7 de julio de 2014

Un comercial tailandés: ¿Qué significa el "Reino de Dios"?


Lo sé por experiencia, no siempre resulta fácil explicar a un adolescente de 12-13 años lo que significa el Reino de Dios, una noción que está en el corazón de la buena noticia de Jesucristo, y que forma parte de los contenidos de la Clase de Religión.

He encontrado en la red un comercial tailandés que amén de conmover el corazón, puede ser un interesante recurso a la hora de explicar este tema. En el vídeo se nos muestra el caminar de un joven que va sembrando a su paso pequeños actos de amor y que recibe, en recompensa, la gratificante experiencia que su bondad reporta, y que es lo más parecido a lo que los humanos llamamos felicidad.

Se trata de la sabiduría escondida de los pobres y sencillos: hacer el bien a los demás porque la bondad, en sí misma, es un tesoro que no tiene precio, una perla de singular valor. 

Pienso que lo que acontece en el vídeo se parece bastante a lo que Jesús llama el Reino de Dios.

Soy consciente que estoy haciendo una lectura cristiana de un vídeo que no es propiamente religioso. Pero es que el cristianismo no es un asunto que sucede en los templos, como algunos pretenden, sino que es una experiencia que informa la vida cotidiana de las personas,... en el trabajo, en el estudio, por las calles de la ciudad,... 

La razón del amor cristiano no radica, por supuesto, en las emociones positivas que nos reportan las buenas acciones. Hay una lógica mucho más profunda que tiene su fundamento en el ser mismo del Dios que se nos revela en Jesús: "Hermanos, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios y todo el que ama ha nacido de Dios, y conoce a Dios, porque Dios es amor" (1 Juan 4, 8)

Existe una lógica mundana que se contrapone a todo esto: la que hace de las riquezas, el placer y la fama el objetivo de la existencia. Son los que organizan banquetes e invitan a la gente que puede devolverles el favor. Los medios de comunicación social están a su servicio. Es el anti-reino, y constituye el eje gravitacional de nuestras sociedades globalizadas y consumistas.

A veces me he tropezado con jóvenes victimas de este modelo de felicidad: son pequeñas personitas profundamente insatisfechas, nunca tienen todo lo que desean. Su egoísmo visceral les impide captar las necesidades que existen a su alrededor. Son emocionalmente ineducados. 

Pero no carguemos las tintas con ellos, los responsables somos nosotros, ellos siguen nuestro ejemplo, esta es la sociedad que les estamos dejando en herencia. Además, ¿cuántas veces nos hemos sentado con nuestros hijos, o con nuestros alumnos, a hablar sobre los temas que realmente importan, como, por ejemplo, la búsqueda de la felicidad?

@elblogdemarcelo

2 comentarios:

  1. Hermoso mensaje y video. Si nos detenemos en analizar que es la felicidad, resulta que es sentirnos feliz de corazón, con pequeños gestos y actuaciones de unos con los otros, porque nadie puede estar aislado del mundo. Muchos buscan la felicidad en lo material, pero eso jamás se encontrará allí, será en el AMOR, en que cada uno coloque un granito de arena, para ser feliz al otro desinteresadamente, vivimos en Sociedades cada vez mas consumistas, haciendo a cada persona mas desdichada aún. Lamentablemente el ser humano se ha olvidado de Dios, de su profundo amor para con nosotros, de que nos amemos los unos con los otros, es decir, que compartamos con cada uno, lo que tenemos, y eso es mucho mas que gratificante que tener un carro o un celular de último modelo. Oye Marcelo, me encantó ese comercial, y te digo, hace tiempo cuando pasé una situación sentimental muy profunda, le decia a mi ex-esposo, que la felicidad no era fácil, porque no podía comprarla a la vuelta de la esquina, que podría tener de todo, pero jamás podría comprar mi felicidad. Muchas gracias por compartir. ¡Dios te bendice!

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    1. ¡Qué hermosas tus palabras y tu testimonio! Estoy de acuerdo contigo en que la felicidad navega en los pequeños detalles de la vida cotidiana, tejida en los gestos, en una actitud de acogida y de aceptación de los demás, compartiendo tiempo y recursos, y olvidándonos un poco de nosotros mismos. Por supuesto, no es fácil, pero los cristianos hemos recibido el don del Espíritu, que suple nuestra debilidad. Qué el Señor nos conceda sabiduría para vivir y mantenernos siempre en el amor. Un abrazo desde Tenerife,

      Marcelo

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