San José, esposo de la Virgen María,
y custodio del Redentor,
tú que educaste al joven Jesús
y colaboraste en su crecimiento
en sabiduría y en gracia,
en sabiduría y en gracia,
delante de Dios y de los hombres,
concédenos a nosotros,
maestros y
maestras,
cumplir nuestra misión pedagógica
con alegría y fortaleza.
Haz que siguiendo tu ejemplo,
y guiados por el Espíritu Santo,
promovamos en
nuestros centros
el valor de la convivencia.
Que enseñemos,
con la palabra y el testimonio de vida,
el valor del trabajo como servicio,
y ayudemos a los alumnos y alumnas
a descubrir las maravillas de la creación,
y los talentos que Dios ha depositado
en cada uno de ellos.
Que sepamos educar en la
solidaridad,
en el compromiso por la justicia,
y sembremos en
los jóvenes el deseo por un mundo mejor,
para que el Reino de Dios acontezca
cada día más entre nosotros y nosotras.
Que seamos capaces de desvelar la riquezas del
camino interior,
el inmenso valor de la dignidad humana,
la vocación a la santidad,
el tesoro de la gracia que está escondido
en el corazón de
cada ser humano,
Que los jóvenes conozcan a Jesucristo,
camino, verdad y vida,
la luz
verdadera que ilumina
a todo hombre, y a toda mujer,
que a este mundo viene.
Amén.
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