domingo, 29 de abril de 2012

El testimonio de Beatriz: Mi primer encuentro con Él



Recuerdo, como si fuera ayer, sólo tenía 17 años, al sentir por primera vez la divina  presencia, me decía, ¡no puede ser! , ¡qué sensación tan especial!,  ¡deja paz y frescura a  la vez! El alba anunciaba que sería un día soleado y primaveral.  Estaba en mi habitación a solas,  orando, y en el momento de mi meditación, postrándome ante él, me repetía una y  otra vez: ¡debe ser mi imaginación!,…  Mi corazón empezó a latir distinto, sabía  y sentía que era él: el Amor de los Amores, nuestro Señor Jesús.

Mientras, a mi mente venía una imagen, mil  veces repetida,  era una mirada dulce y tierna, la mirada de un Padre. Una voz interior me decía: “Soy yo, hija mía”. Al principio  sentí miedo, y pensé: ¡no!,  ¡qué  locura!, ¡no lo merezco!, ¡no es él!, ¡soy yo misma!,  ¡qué invento!  Sin embargo, se hacía cada vez más  fuerte  la sensación de su presencia,  empecé a sentir un dulce olor como si de una flor  se tratase,  un olor que nunca logré reconocer,  y volví a escuchar en mi corazón: “Beatriz, hija mía,  soy yo”,… Al instante, sentí el deseo urgente de salir de mi habitación,  pues nuevamente el miedo me había invadido.

Recuerdo que  dije en voz alta, ¡pero monja no quiero ser!,…  “No, - volvía la voz interior- de monja no te  quiero,  más  necesito tus palabras, tus manos y tu corazón,  para así darme a conocer”.

Viví esta experiencia una sola vez en mi vida,  pero me dejó marcada el alma  para el resto de  mis días.  Al finalizar mi oración experimenté una gran paz,  y le pedí a la  Virgen que me guiara, que no se despegara de mí,  e invoqué la presencia pura e inmaculada de Nuestra Señora,  me aferré a ella, y la abracé desde mi corazón.

Este primer encuentro con el Señor no sólo dejó huella, sino que marcó el rumbo de mi vida. Fue un llamado, desde mi realidad concreta de mujer,  amiga, esposa, trabajadora, en definitiva,  ser humano,  para intentar,  en el camino de cada día, sembrar su alegría, su solidaridad, una palabra de consuelo, allí mismo, en los pequeños y grandes escenarios de mi historia personal.  Al fin y al cabo es él en mí, ¡no soy yo!,  sólo soy un instrumento que le permite a nuestro Señor Jesús darse a conocer. 

Por esos días, cuando la gente me preguntaba de dónde sacaba tanta fortaleza, por qué  siempre estaba tan contenta, siempre respondía: es  el Espíritu Santo, que hace de las suyas, es su fortaleza,  la gracia de la fe que me ha dado, por pura misericordia de él,  más nada.

En los primeros años, luego de este encuentro, me incorporé a una parroquia, a distintas actividades sociales:   visitas a los albergues de menores, catequesis, en fin,…  Todo lo cual me ayudó a crecer como ser humano, a aprender a dar y a recibir,  a compartir mi testimonio con otros jóvenes, recordando siempre aquellas palabras suyas: “…no quiero que seas monja, pero necesito de tu voz, de tus manos, que la gente sepa en realidad cuánto les amo”.

Han pasado ya 30 años de aquel primer encuentro con Jesús, gracias a él, he podido vivir, con mis aciertos y errores,  con mis éxitos y fracasos, básicamente, feliz, serena y confiada. Él nunca me abandona. Por encima de las cruces del camino, de las crisis, de la soledad, de la oscuridad, del no ver nada, del desconcierto de verme alguna vez como perdida, e incluso de llegar a recriminarle el por qué ha permitido esto o aquello,… siempre viene a mi memoria aquel  primer encuentro, y me digo: ¡Él está conmigo!,  por lo que en el fondo sé que las cosas pasan por algo, y que al final del túnel está la luz.

En este momento de mi vida soy una más de la larga lista de parados de este país. Muchas veces miro al cielo y le pregunto por qué ha permitido que esté sin trabajo tanto tiempo, casi dos años, yo que siempre trabajé, y tuve buenos empleos, y éxito en mi desempeño profesional, ¿por qué esto?, ¿por qué?,… 

Aún así, también le doy gracias infinitamente, porque si no fuera por mí situación laboral actual, jamás hubiera descubierto, entre otras cosas, esta pasión de escribir. Mis trabajos siempre fueron muy estresantes de hasta 10 y 12 horas de dedicación, y, como es fácil imaginar, en esas condiciones, ¡imposible detenerme en escribir una letra! 

Más allá de los avatares de la vida, aquel encuentro fue determinante, y aunque nunca más volví a escuchar aquellas dulces palabras, todos los días cuando me detengo a ver el mar, las evoco,  y regreso a casa a plasmar lo que mi alma y mi piel me piden desde mi soledad,  aquí mismo, en mi balcón,  el balcón de Bea.

Beatriz Martín,
Tenerife, España
29/Abril/12

sábado, 28 de abril de 2012

10 formas en que la clase de Religión potencia la autoestima


La autoestima, el sentimiento de amor a uno mismo, es uno de los pilares fundamentales del desarrollo personal. Toda acción educativa está llamada a promover, precisamente, los niveles de autoestimación del individuo, fortaleciendo positivamente su autoconcepto e identidad en relación consigo mismo, con el mundo que le rodea, y con los demás.

De hecho, estoy convencido que fomentar la competencia de autonomía e iniciativa personal, no es otra cosa que ofrecer experiencias de aprendizaje que promuevan el sentimiento de autoestima, y, en general, la inteligencia y salud emocional del alumno o alumna, lo que redunda en su desarrollo integral como persona.

En este marco, me pregunto: ¿De qué forma la clase de Religión, fundada en la buena noticia de Jesús sobre el misterio de la persona humana,  por sus contenidos programáticos, por los valores que representa, potencia los niveles de autoestima de los alumnos y alumnas?

Reflexionando un poco sobre lo que he vivido estos años como profe, comparto aquí algunos elementos que pueden servirnos de orientación y respuesta: 

La clase de Religión potencia la autoestima,...

1. Enseñando al alumno o alumna a valorarse a sí mismo como ser humano que es, creado a imagen y semejanza de Dios, que posee una dignidad única, singular. Nuestro valor como personas no radica en lo que hacemos, o en lo que tenemos, sino en lo que somos: hijos e hijas muy queridos, amados por un Dios que es Padre, revelado en Jesucristo

2. Enseñando al alumno o alumna a creer en sí mismo, fomentando la autoconfianza y la seguridad personal. Que aprenda a reconocer y a potenciar sus dones y talentos, regalos de Dios para su disfrute y para el servicio de los demás, que se dé cuenta de las posibilidades reales que tiene de lograr las metas que se proponga.

3. Enseñando al alumno o alumna a ser honesto consigo mismo y a aceptarse tal cual es, con sus virtudes y con sus defectos. Cuando los chicos aprenden el valor liberador de la verdad, cuando se sienten amados y aceptados como son, se despierta en ellos el deseo de mejorar. Ese es también el testimonio de Jesús en el Evangelio: Zaqueo, la mujer samaritana, etc.

4. Enseñando al alumno o alumna a perdonarse y a perdonar. No se puede crecer emocionalmente si estamos atados a cadenas de culpa, resentimientos, rencores, etc. Por eso hemos de testimoniar la experiencia liberadora y sanadora del perdón cristiano, lo cual no implica la no reparación del mal cometido, siempre que sea posible. Para este punto puede verse: Perdonar es sanar: una experiencia liberadora

5. Enseñando al alumno o alumna el valor de la disciplina personal. Es un hecho comprobado, personas con un alto nivel de autoestima suelen ser disciplinadas, cumplen sus compromisos y saben organizar su tiempo y su trabajo. 

6. Enseñando al alumno o alumna un modelo comunicacional asertivo: que aprenda a dar y a recibir halagos, a dar las gracias, a pedir disculpas, a solicitar información o un favor cuando lo necesite, a manifestar sus sentimientos de enfado o a defenderse sin agredir al contrario, a interpretar empáticamente los sentimientos de los otros. Por último, que cuando se refiera a sí mismo lo haga de una manera positiva, realista y responsable.

7. Enseñando al alumno o alumna a respetarse a sí mismo, base del respeto mutuo y garante del clima de convivencia. Respetarse significa cuidar de sí mismo, su presentación personal, sus cosas, sus ideas, sus sentimientos y emociones, su cuerpo. Personas que se valoran y se respetan a sí mismas, por lo general saben valorar y respetar a los demás, pues no necesitan descalificar a otros para sentirse valorados.

8. Enseñando al alumno o alumna a ser proactivos, es decir, que sepan tomar la iniciativa, que hagan un uso responsable de su libertad personal, y que no dependan de las circunstancias para actuar. Que se dejen guiar por sus valores, y que se adelanten a los acontecimientos. En una palabra, que sean líderes de su propia vida, con entusiasmo, inteligencia y decisión.

9. Enseñando al alumno o alumna a tomar decisiones, que sepan enfrentar con serenidad las dificultades de la vida, que valoren las consecuencias de sus actos, las causas y los efectos de los problemas, que sean creativos y aprendan a encontrar soluciones alternativas, que busquen nuevas perspectivas y estén abiertos a nuevas ideas.

10. Enseñando al alumno o alumna a descubrir el sentido y el significado de su propia vida, y la respuesta que puede encontrar en la experiencia y el testimonio de Jesús de Nazaret. Encontrar el sentido es hallar el centro, y experimentar el inmenso valor que tiene el misterio de vivir, llenando el corazón de fortaleza y esperanza.

Quizás estos 10 puntos se pueden resumir en la gran contribución de la Religión en la formación del autoconcepto personal: Encontrar la propia identidad en Jesucristo, pues es él quien revela a cada hombre y a cada mujer lo que realmente es en su ser más profundo: hijo o hija de Dios, llamado a ser hermano o hermana de los hombres, llamado también a construir en su propio contexto el Reino de Dios, viviendo el mandamiento nuevo del Amor.

Ser promotores de la autoestima de nuestros alumnos y alumnas es muy exigente, pues hemos de vivir en nuestro estilo docente, y de relación con ellos y ellas, los valores antes enunciados: ¡Nosotros somos el modelo!

Estoy convencido, si fomentamos la autoestima de los jóvenes, pondremos las bases para que germinen todos los demás valores: la convivencia, la tolerancia la solidaridad, etc. Además, incidimos positivamente en su actitud y rendimiento académico, y, lo que es más importante, estaremos formando una nueva generación de ciudadanos y ciudadanas felices.

Reconozco que sobre este tema habría que seguir profundizando, por lo que les pregunto su opinión: Además de las expuestas ¿De que otras maneras potencia la clase de Religión la autoestima del alumnado?

Gracias de antemano, y que el Señor Jesús nos ayude a todos y a todas a ser canales de bendición y gracia para los jóvenes que nos confia. Amén.

jueves, 26 de abril de 2012

Eternal flame: La llama eterna de The Bangles



El anciano, de ojos anochecidos, miraba sin ver la estrellada noche de abril:

- Sentir arder el corazón, sabes, eso dice la Biblia que les pasó a los dos discípulos de Emaús cuando escuchaban las palabras del Resucitado: "¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?" (Lc. 24, 32)

Alíosha, el joven, siempre atento a sus palabras, preguntó:

- ¿Qué significa eso?

- El amor de Jesús es un fuego que abrasa, una llama que arde sin jamás consumirse - Repuso el hermano, acariciando su barba blanca. Luego caminó unos pasos, se sentó junto a la lumbre, y tras unos breves instantes, prosiguió:
 
- Es un incendio de misericordia que da calor, que trae luz, que sacia la sed, que limpia y purifica, que cura y regenera, que libera de las ataduras, que desvela nuestra identidad más profunda, la tuya, la mía: ser hijo de Dios.

- Sí, sí, querido padre, ¡yo quiero sentir este gran amor!, ¡lo necesito tanto! ¿qué he de hacer? - Repuso Alíosha con franqueza, movido por la ungida palabra del anciano. 

Él lo observaba desde la tiniebla de sus retinas apagadas.

- Entra dentro de ti mismo, Aliosha, penetra en el secreto del Santo Nombre de Jesús, y lo entenderás todo.

Y añadió:

- El Santo Nombre de Jesús es fuego. Ser cristiano es convertirse en fuego.

A esas horas, cuando pensamiento y corazón confluyen en un abrazo, una cálida brisa acariciaba los naranjales del patio.

Marcelo



miércoles, 25 de abril de 2012

Los primeros minutos: El arte de empezar la clase


La escena se repite cada mañana: suena el timbre, entramos al aula, los alumnos y alumnas se sientan, los murmullos se van apagando, y aquel pelotón de jóvenes adolescentes le mira a usted, que permanece de pie, detrás de la pizarra, o sentado en el escritorio,...

- Señoras y señores, shhhhh, hagan silencio, ¡comienza la clase!

Con los años me he dado cuenta de la importancia que tienen los primeros diez minutos de clase, cuando la atención de nuestro auditorio está aún despierta, a la espera de los compases que va marcando ese pequeño director de orquesta que es el profesor o la profesora.

Con frecuencia un buen comienzo de clase, puede marcar la diferencia, disparando la motivación al aprendizaje, y favoreciendo una buena actitud.

Hay algunos profesores que de golpe y porrazo entran de lleno en materia, preguntan simplemente dónde habían quedado en la sesión anterior, y ¡cataplún!, retoman su discurso explicativo, casi siempre agobiados por el tiempo y la programación. Quizás funcione con los alumnos y alumnas más aplicados, pero  la mayoría de los chicos y chicas requieren un clima emocional y cognitivo, que les ayude a pasar de la asignatura de Lengua o de Sociales, por ejemplo, al estudio de la Religión.

¿Cuál es la forma ideal para empezar una clase? Realmente no existe una norma única a seguir, cada profesor va desarrollando sus propios recursos y estrategias según su formación y estilo pedagógico. Y aunque cada quien debe adaptarse a su propio contexto de aula, quiero compartir con ustedes algunos pasos que considero necesarios y que forman parte, entre otros muchos, de lo que podemos denominar el arte de empezar.

1. Saludar: Es el primer abrepuertas de la vida social, y a veces, sencillamente, se nos olvida. No es necesario, ni conveniente, extenderse mucho en este paso, basta con "Buenos días, chicos, ¿cómo han estado?", dicho con efusividad y mirando a los rostros del alumnado. He descubierto que saludar es una forma de reconocimiento del otro como interlocutor, lo que predispone a la comunicación mutua.

En este momento, si sabemos que se ha incorporado un nuevo alumno o alumna al grupo, podemos añadir algunas palabras de bienvenida.

2. Revisar que cada quien esté sentado en su sitio, un consejo válido sobre todo para los primeros cursos de la ESO. Añado una manía personal: verificar que las mesas estén ordenadas, y el aula en condiciones para dar la clase. Siempre recuerdo aquel principio de la filosofía medieval: el orden externo ayuda al orden interno.

 3. Presentar el plan del día, los puntos a tratar en la clase, la distribución del tiempo, los recursos que se van a utilizar. En este momento, es conveniente, si procede, recordar la importancia de las normas de convivencia, por ejemplo el respeto al turno de palabra, y los criterios de evaluación de la clase.


4. Escriba en la pizarra el título de la unidad, con letras llamativas y utilizando una frase sugerente, tal y como señalábamos en la entrada: El Pizarrón: 10 tips para su uso motivacional en el aula 

5. Entrar en materia: De las muchas formas como podemos iniciar el tema de la clase, sugiero estas tres que pueden resultar interesantes:

 Cuente una buena historia: Empiece contando una pequeña historia relacionada con el tema, mejor si está basada en la vida real. Añádale cierto suspenso, y apele a las emociones.

Lance una pregunta: Prepare una buena pregunta, mejor en forma de desafío, que sirva para despertar la mente de los estudiantes, y que pueda conducirlos por la senda del tema a tratar.

Diga una frase inesperada: Sorprenda a los alumnos con una frase inesperada, y según sean sus reacciones, vaya aclarando los conceptos hasta ir entrando de lleno en el tema.

Recuerde que estos son sólo recursos para encender la motivación al inicio de la clase, lo importante a continuación es indagar los conocimientos previos que tienen los alumnos sobre los contenidos a tratar, y, en base a esto, desarrollar la unidad con los recursos y las actividades que hayamos planificado.

6. En la variedad está el gusto: ¡No hagamos siempre lo mismo!, un día en vez de contar una historia, podemos ver un vídeo o escuchar una canción que haga referencia al tema, otro día se puede leer una noticia y comentarla, o proponer una tarea por pequeños grupos, y luego debatir los resultados. Sencillamente, las posibilidades son infinitas.

Un último consejito: ¡Seamos pacientes! No siempre la estrategia del inicio de clase logra despertar el clima motivacional del curso. Sigamos adelante, navegando en medio de la dinámica del grupo, con humildad, y, sobre todo, con buen humor. Para ello puede servirnos de ayuda el conocer algunos trucos para la gestión del aula.


 


martes, 24 de abril de 2012

Viaje Cataluña-Valencia: observaciones a pie de guagua

Del martes 17 al lunes 23 de abril, por iniciativa del profesorado de Religión de nuestra zona de Granadilla (sur de Tenerife), 87 alumnos y alumnas de los IES Granadilla de Abona, El Médano, Los Cardones y Magallanes, acompañados de 9 profesores y dos guías, nos fuimos de viaje de estudios a la Península, en concreto a las comunidades de Cataluña y Valencia.
 
Entre otros lugares de interés visitamos Salou; la comopolita ciudad de Barcelona, la Sagrada Familia, Las Ramblas, la estatua de Colón, el impresionante santuario de Montserrat, el Camp Nou (sede del Barsa); la bonita ciudad de Valencia, la Catedral, la Lonja, el centro, la Ciudad de las Artes y las Ciencias; Tarragona, Castellón de la Plana, Peñíscola, Gandía, el Delta del Ebro, la Albufera de Valencia,...

Y entre parada y parada, kilómetros de carretera, un tiempo para dejarnos invadir, a través de las ventanas de la guagua, por el paisaje catalán-levantino, con sus llanuras, con sus hondonadas; y, paralelamente, un momento privilegiado para conocernos más, para dormir, para cantar, para reír y también, quién dice que no, para aprender a soportar juntos el tedio del camino, convirtiendo la guagua en una verdadera escuela de paciencia.

Viajando, y compartiendo, con los chicos y chicas siempre se aprende, sobre todo cuando la convivencia mutua no se limita a unas horas de clase sino que abarca las 24 horas del día, una magnifica oportunidad para conocer su mundo en vivo y en directo. Hablando en plan profe, de mi experiencia en esta semana de peregrinaje con los alumnos y alumnas, varias cosas llamaron mi atención:

* Vivir permanentemente conectados: Los jóvenes están las 24 horas del día conectados los unos con los otros, a través de dispositivos de comunicación móvil, llámese blackberry, iphone, smartphone, etc., ya sea a través de las redes sociales, o por medio de aplicaciones como el whatsapp. Simultáneamente a la experiencia, cuentan lo que están viviendo, y quieren que la humanidad se entere de que lo están viviendo en el mismo momento en que lo comparten,...Ante esta realidad indetenible, ¿cómo hemos de actuar los padres y los educadores? Es un tema que ya hemos tocado en este blog: 6 razones para educar a los niños en el uso de las redes sociales  y, con un toque más personal: Las redes sociales, ¡basta ya!

* ¿Cuánto falta para,...?: Muchos chicos viven en una permanente fuga del momento presente, sin disfrutar realmente el aquí y el ahora que les toca vivir. Si van en camino, preguntan cuánto falta para llegar; si llegan a un sitio, vuelven a la carga, y ya están pensando en irse. Están absorbidos por lo inmediato, y, claro, lo inmediato es siempre fugaz, tan frágil como un instante que pasa. Y, por supuesto, ¡no quieren esperar!, un avión, un servicio de mesa, bajarse de la guagua, etc. Hay que educar, y educarnos nosotros mismos, en el disfrute de lo presente, pues no se vive simplemente para el futuro, se vive ya, ¡ahora mismo! A veces corremos el riesgo de desperdiciar lo bueno que se nos da, por tener el corazón en un futuro que todavía no existe.

* Sin normas, no hay convivencia: Algunos chicos, pocos en realidad, les cuesta un montón pasar de una mentalidad individualista, centrada en sus propios intereses y deseos, a una mentalidad más asociativa y grupal, donde los deseos individuales se ajustan a la dinámica del grupo. En la práctica la inmensa mayoría de los alumnos se muestran capaces de respetar los acuerdos del grupo, y de asumir las normas de funcionamiento, pero casi siempre nos encontramos con un par de chicos o chicas que quieren ir "por libre". Educar en estas actitudes no es fácil, las expectativas personales no siempre coinciden con la realidad que se nos ofrece. En este sentido, la dinámica de un viaje de estudio es un excelente medio para fomentar la competencia social y ciudadana, y la competencia relativa a la autonomía e iniciativa personal.

* Los jóvenes sí que saben convivir: Aunque en el punto anterior he hecho referencia de algunos chicos y chicas que les cuesta un poquito más el tema de la convivencia, en general la mayoría de los jóvenes se muestran coherentes y actúan durante el viaje incluso con mayor madurez que en el instituto: saben ser puntuales, se integran rápidamente, siguen las indicaciones de los profesores, son comunicativos, comparten sus cosas, son participativos y entusiastas, saben ser amables y agradecidos, soportan con paciencia las pequeñas contrariedades de un viaje, y se muestran dispuestos a colaborar. Además, lo reconozco, ¡qué divertido me resulta en ocasiones escucharles, y estar en medio de ellos y ellas, con sus ocurrencias, con sus preguntas, con sus agudos comentarios!,...¡¡Es una pasada!!

Más allá de las bellezas geográficas que conocimos estos días, del encuentro con el arte y la cultura de Cataluña y de Valencia, el mayor premio ha sido, sin duda, la alegría compartida, la experiencia de la mutua amistad y del compañerismo, lo que en cristiano llamamos  fraternidad, una verdadera escuela donde florece y madura la vocación más radical: ser persona, viviendo y conviviendo con los demás.

No quiero terminar este post sin agradecer a todos los compañeros profesores de otras asignaturas que nos acompañaron en esta experiencia, especialmente a Natalia, profesora de Plástica de mi centro. A todos ellos, también a los alumnos y alumnas participantes, ¡¡Gracias!! Que la semilla de amistad que se sembró estos días, dé abundantes frutos y nos sirva de motivación para seguir en ruta, jornada tras jornada, porque, se mire por donde se mire, la vida es siempre un camino.

Para conocer otras experiencias relacionadas con el tema de la convivencia en los viajes de estudio, les recomiendo: Lanzarote, el valor de la convivencia 

 





lunes, 16 de abril de 2012

Oración a Jesús Resucitado


Señor resucitado
Tú vives, has resucitado de entre los muertos.
Tú vives, ha sido un milagro patente.
Tú vives, la muerte ha sido vencida.
Tú vives, la vida es más grande que la muerte.
Tú vives, primicia de todos los vivos.
Tú vives, y eres la vida.
Tú vives, tu carne no ha conocido la corrupción.
Tú vives, no has sido abandonado a la muerte.
Tú vives, y nos enseñas el camino de la vida.

Señor resucitado, sé nuestra fuerza, nuestra vida.
Señor resucitado, danos la alegría de vivir.
Señor resucitado, ábrenos a la inteligencia de las Escrituras.
Señor resucitado, enséñanos a caminar como hermanos a tu encuentro.
Señor resucitado, haz de nosotros una comunidad en marcha, una comunidad viva y de vida.
Señor resucitado, pon calor en nuestros corazones.
Señor resucitado, pon claridad en nuestros ojos de creyentes.
Señor resucitado, pon humildad en nuestra vida entera para reconocerte como vivo.
Señor resucitado, pon espíritu en nuestra alma para llegar a la santidad.

domingo, 15 de abril de 2012

La Resurrección según Cortés: ¡Viñetas para la vida!













He tomado estas viñetas resucitadas, y resucitadoras, del blog del dibujante cristiano José Luis Cortés: El Hermano Cortés. Unos dibujos, y unos textos, que en su sencillez y frescura encierran toda una teología de lo que significa vivir en clave de Resurrección.

Resucitar con Jesús, participar de la experiencia vivificadora de la Pascua del Señor, es profundizar en las raíces de lo que significa ser hijo o hija de Dios y hermano o hermana de los demás, es mirar el mundo con ojos nuevos, abiertos al amor que triunfa, abiertos a la esperanza

Resucitar es recuperar la grandeza y dignidad que encierra el ser persona humana. Hacer realidad aquel deseo del poeta social Alí Primera: ¡Qué sea humana la humanidad!

Resucitar es:

Amar la naturaleza, un amanecer, un paisaje, cualquier forma de vida, apostar por el reciclaje, ser sensibles al cuidado y preservación de la madre tierra, la casa común de los seres humanos.

Ser creativos, escribir, pintar, inventar cosas, estar abiertos a lo bello, lo verdadero, lo justo, lo noble que se esconde en las creaciones de los seres humanos: el arte, la ciencia, la tecnología.

Apostar por los otros y las otras, ayudar al que lo necesite, vivir gestos concretos de fraternidad y solidaridad con el mundo que nos rodea, comprometerse por la justicia.

 Ensayar un estilo de vida sano, fomentar la propia autoestima, perdonar y perdonarse a sí mismo, trazarse nuevos objetivos, ser tolerante con los defectos de los demás. Renacer.

 Reírnos más, cantar más, bailar más, saltar más, escuchar música y emocionarse, leer poesía, pasear más, compartir más con los amigos y amigas, ...en una palabra: ¡¡Vivir!!

Y siempre, y en todas las cosas, Resucitar es también renovar nuestra amistad con Jesús a través de la oración y la contemplación, de la lectura asidua de la Palabra, del encuentro con su gracia sanadora por medio de los Sacramentos.

Para finalizar, una musiquita para amenizar nuestro caminar nuevo en clave de Resurrección, Hey, ¡Qué haces nuevas todas las cosas!, un canto muy alegre, que transmite el torrente de vida que brota de la Pascua del Señor.